El Vitalismo de Nietzsche: Una Crítica a la Cultura Occidental

El Vitalismo de Nietzsche

El Vitalismo en la Filosofía

En la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX, importantes filósofos desarrollaron su pensamiento a partir de la reflexión sobre la vida. Dentro del vitalismo, se distinguen diversas corrientes según su concepto de vida. Se suelen señalar dos formas de entenderla: la vida en el sentido biológico y la vida en el sentido biográfico e histórico.

El Vitalismo como Antítesis del Racionalismo

El vitalismo en filosofía se presenta como una doctrina contraria al racionalismo. Los conceptos más importantes de la filosofía vitalista son: temporalidad, historia, vivencia, instintos, irracionalidad, corporeidad, subjetividad, perspectiva, valor de lo individual, cambio, enfermedad, muerte, finitud, etc.

La Vida como Absoluto en la Filosofía de Nietzsche

Se puede entender la filosofía de Nietzsche como el intento más radical de hacer de la vida lo Absoluto. La vida no tiene un fundamento exterior a ella; tiene valor en sí misma, entendida fundamentalmente en su dimensión biológica, instintiva e irracional. La vida como creación y destrucción, como ámbito de la alegría y el dolor. Por esta razón, Nietzsche creyó posible medir el valor de la metafísica, la teoría del conocimiento y la ética a partir de su oposición o afirmación respecto de la vida.

La Crítica de Nietzsche a la Cultura Occidental y su Propuesta Vitalista

El pensamiento de Nietzsche se puede entender como una crítica feroz a toda la cultura occidental y una propuesta constructiva con su pensamiento vitalista.

Crítica a los Pilares de la Cultura Occidental

La crítica a los pilares de la cultura occidental supone:

  • Crítica a la moral: critica la “moral de esclavos” y defiende una “moral de señores”, una moral que afirma este mundo.
  • Crítica a la religión: la considera fruto del miedo y rechazo de este mundo, nuestro único mundo.
  • Crítica a la filosofía tradicional: al igual que la religión, ha buscado las respuestas en un más allá, ya sea la filosofía platónica o la kantiana.
  • Crítica a la ciencia: porque solo aspira a lo inmutable y niega el devenir, es decir, niega la vida y el dinamismo.
  • Crítica al lenguaje: es el que nos lleva a creer en los grandes nombres (Dios, sustancia, etc.) y olvidar lo esencial.

La Filosofía Vitalista de Nietzsche

Tras haber destruido los pilares de la cultura occidental, Nietzsche propone una filosofía vitalista. Afirma que se puede querer la vida, y quererla tanto que te fascine hasta enloquecer. ¿Pero qué vida tenemos y debemos querer? No la «otra vida», sino ésta, la única que hay, la de la finitud, individualidad, cambio y contradicción; la vida que, junto con el placer, la plenitud y la salud, acoge el sufrimiento, la vulgaridad, la monotonía, la enfermedad y la muerte. Nietzsche, inspirado por la visión dionisíaca griega, quiso esta vida y la embelleció y dignificó con sus propuestas del superhombre, la voluntad de poder y la incitante hipótesis del eterno retorno. En la médula de su filosofía, Nietzsche sitúa la vida, y tras enfrentarse a las distintas formas de platonismo que encuentra en la cultura occidental, hace de lo finito lo absoluto.

Nihilismo y “Muerte de Dios”

La expresión Dios ha muerto significa mucho más que la afirmación de algún tipo de ateísmo; es la gran metáfora que expresa la muerte de las verdades absolutas y de las ideas inmutables, la muerte de los ideales que guiaban la vida humana.

El nihilismo acontece tras la muerte de Dios. Con el término nihilismo, del latín nihil (nada), hace referencia a la época en la que los valores han dejado de valer, es decir, aquello en lo que el ser humano ha puesto su confianza se derrumba. El ser humano está solo, sin nada trascendente. Nos encontramos ante una etapa de vacío y de desorientación.

El nihilismo presenta dos caras: una negativa, en la medida en que al perder los valores en los que habíamos creído ya no sabemos qué hacer, estamos perdidos y desorientados; y una positiva, porque es precisamente ahora, al manifestarse la falta de valor de aquello en lo que creíamos, cuando es posible adoptar una posición creadora, innovadora, aunque para ello hemos de reconocer la voluntad de poder.

La Voluntad de Poder

La voluntad de poder, o la expresión del devenir, significa voluntad de dominio, de fuerza, de potencia vital. La vida es una energía inquieta que constantemente crea nuevas formas de vida y destruye otras; y la vida más fuerte y agresiva es la que impone su ley. Es preciso crear nuevas formas de vida y esto comporta la destrucción de las formas ya agotadas y decadentes que se resisten a morir.

Ahora bien, la voluntad de poder no es exactamente la ley del más fuerte; es el poder de los creadores, un poder que sin ningún esfuerzo se adueña de la situación por su propia grandeza. Se opone a la voluntad de igualdad. Cuanto más poderosa y creadora sea una vida, más impondrá la jerarquía y la desigualdad; cuanto más débil e impotente, más tratará de imponer igualdad. La voluntad de igualdad es el intento de reducir todo lo que es original y excepcional a ordinario y mediocre.

Nietzsche lucha contra la identificación de igualdad con justicia; él encuentra esta identificación en los ideales de la Revolución Francesa, en las propuestas socialistas y comunistas, en todas las democracias, y en el propio cristianismo, que afirma que todos somos iguales ante Dios.

La voluntad de poder es la expresión máxima de la autonomía humana. Solo aceptándola podrá ser superado el ser humano mediocre y débil y podrá aparecer el superhombre.

El Superhombre

Al hablar de superhombre, Nietzsche no está pensando en ninguna raza superior, solamente en un hombre que, tras pasar por el nihilismo, es capaz de asumir la vida tal y como es, y hacerlo de manera alegre y jovial. Es el hombre que se atreve a asumir el riesgo, que dice sí a la vida y afirma el sentido de su existencia en la tierra.

Es un ser superior porque es capaz de guiarse por sí mismo y no aceptar normas impuestas, es capaz de salirse del rebaño, de la masa. Crea sus propias normas y está así más allá del bien y del mal, sobre todo porque estos conceptos han perdido su sentido y su valor; está obligado a crear valores y para ello ha de asumir la voluntad de poder, la fuerza, la energía. Solo será posible desde la ingenuidad y la inocencia.

El ser humano auténtico será, pues, el que sea capaz de aceptar las victorias y las derrotas, el que sepa vivir el riesgo, es decir, el que acepte el juego. Y lo acepte con seriedad, como hace un niño. El superhombre, que nace cuando se ha superado el hombre-camello (que busca seguridad en la tradición) y el hombre-león (aquel que reconoce el nihilismo), encuentra su mejor imagen en el niño, y su forma de vida en el juego y el riesgo.

El superhombre es capaz de vivir el tiempo también de manera diferente a como lo ha entendido y vivido la tradición occidental. El tiempo para él no tiene un sentido lineal, sino que es un continuo volver y retornar. El tiempo del superhombre es el del eterno retorno, un tiempo en el que cada momento tiene un valor infinito.

El Eterno Retorno

El eterno retorno es la infinita repetición de todo aquello existente. Este concepto ha sido interpretado de maneras diferentes. Se vincula con la visión cíclica del tiempo presente en algunas culturas antiguas.

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