El Vitalismo y la Crítica de la Cultura Occidental en la Filosofía de Nietzsche

Nocion 1: El Origen de la Tragedia y la Dicotonomía Apolíneo-Dionisíaca

En su primera gran obra, El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, Nietzsche ofrece una interpretación muy original de la cultura griega. Esta interpretación, muy criticada por los filósofos contemporáneos, ofrece el primer esbozo de las ideas principales de su pensamiento. Inspirada en la idea de vida, la obra gira en torno a la idea central de que la cultura griega alcanzó su máxima cumbre antes de la aparición de Sócrates y su filosofía.

En ese periodo, la cultura griega era todavía aristocrática, la auténtica cultura creadora y bella en la que se conjugaba armónicamente la vida y la belleza. Este será el modelo nietzscheano para su futura propuesta de una nueva cultura.

La antítesis de la cultura de la Grecia presocrática tiene su máxima expresión en la tragedia. En esta se da la fusión armónica de los elementos contrapuestos: lo dionisíaco y lo apolíneo.

  • Dionisio es el dios del vino, de las cosechas, de la vegetación exuberante. Su culto se celebraba en las montañas y estaba vinculado a las orgías místicas. En las fiestas estaban presentes el exceso, la pasión, la embriaguez, el éxtasis. Nietzsche toma a Dionisio como el símbolo de vida, del exceso, de la ruptura con las barreras y limitaciones.
  • Apolo, por el contrario, es el dios de la juventud, de la belleza y del límite de la vida. Nietzsche lo toma como símbolo de la razón, la luz.

Nietzsche sostiene que la auténtica cultura griega es la que no oculta lo dionisíaco, sino que sabe vivirla de modo estético. La tragedia sería precisamente eso, la unión de lo dionisíaco y lo apolíneo. Por eso los griegos encontraban en la tragedia un consuelo metafísico.

Ese mundo armónico griego se vino abajo con Sócrates, que eliminó lo dionisíaco quedando solo lo apolíneo y, además, potenció el elemento racional teórico en detrimento de la vida, pues la razón aprisiona la vida y su libre expansión.

En suma, la propuesta nietzscheana es destruir la actual cultura vigente para crear una nueva inspirada en los griegos anteriores a la filosofía, es decir, en los dos principios fundamentales: dionisíaco y apolíneo.

El Vitalismo en Nietzsche: De Dionisio a Zaratustra

El vitalismo es uno de los principales temas capitales de la filosofía de Nietzsche. En el primer periodo, el símbolo es Dionisio y en el final lo es Zaratustra.

En el primer periodo, Nietzsche contrapone a Dionisio y Apolo:

  • Dionisio es el símbolo de la vida, del exceso, de la ruptura con las barreras y los límites.
  • Apolo, por el contrario, es el dios de la luz y el límite, de la verdad. Nietzsche lo toma como símbolo de la razón, de la individuación, de la palabra.

Ambos elementos se sintetizan en la tragedia griega. El elemento principal es la vida (Dionisio), mientras que lo apolíneo es la forma bella, estética, en que se presenta.

La aparición de Sócrates, el gran corruptor, rompe el equilibrio de la cultura griega. Sócrates, para Nietzsche, es el hombre que teoriza, que busca el conocimiento como valor primordial, eliminando al hombre trágico, al que ama la vida como primera realidad. A partir de entonces, el diálogo platónico sustituye a la tragedia griega. El saber, la verdad, son los nuevos valores frente al arte trágico y la vida.

En la etapa final, especialmente en Así habló Zaratustra, Dionisio es sustituido por Zaratustra, aunque en el fondo no es más que el Dionisio pero liberado del peso de la metafísica. Nietzsche ya no necesita el consuelo metafísico, sino que afirma la vida en toda su grandeza.

Zaratustra es un persa. Su doctrina se caracteriza por la oposición de dos principios: el Ormuz (el bien) y Ahriman (el mal). Sin embargo, Nietzsche lo presenta como un inmoralista porque, reconociendo su error de haber creado la moral, se sitúa más allá del bien y del mal. En realidad, Zaratustra es Nietzsche.

Así pues, Zaratustra (Nietzsche) es el nuevo símbolo del vitalismo.

La Voluntad de Poder

Poco antes de su colapso mental, Nietzsche trabajó en una obra que no pudo concluir, en la que pretendía exponer toda su filosofía y que hubiera tenido por título La voluntad de poder. Para Nietzsche, lo único que existe, la realidad, es el devenir. El devenir continuo es el resultado de un conjunto de fuerzas ciegas que pugnan por imponerse unas sobre otras. El mundo, el hombre, la vida son voluntad de poder, voluntad de poder más voluntad de superarse. Más que una facultad humana, es el conjunto de pulsiones y fuerzas que se dirigen hacia el poder. Este concepto está expuesto principalmente en el capítulo «De la superación de sí mismo».

La tesis de Nietzsche es que el hombre y toda la realidad no son voluntad de obediencia o de sometimiento, sino voluntad de poder, de imposición, de autoafirmación. En el hombre, vivir es querer y querer es querer ser más, es voluntad de crear. Y no solo el hombre, sino todo el cosmos tiene la voluntad de poder como su núcleo, su realidad última.

El Superhombre

La idea nietzscheana de hombre es totalmente distinta de la que ha teorizado la filosofía griega. Ya no tenemos un sujeto consciente y libre cuya principal propiedad es la racionalidad, que se va perfeccionando en el tiempo a través del conocimiento y la acción recta, sino una fuerza instintiva, una tendencia vital que busca imponerse a todo lo demás.

Nietzsche afirma lo dionisíaco, la voluntad, el sentimiento, la vida, la pulsión irracional sin Dios. Esto le lleva inmediatamente a negar todos los valores tradicionales y anunciar una nueva realidad.

En Nietzsche, el dragón simboliza los valores. El superhombre de Nietzsche es fundamentalmente un nuevo hombre que surge de la negación de los viejos valores y afirma su voluntad de poder. No se trata de una cuestión de raza, sino de una posición moral: un hombre que está más allá del bien y del mal, que supera la vieja moral.

¿Cómo surge este superhombre? Nietzsche no lo explica, pero a través de sus metáforas se puede ver que el camello (el hombre que carga con toda la moral) se transforma en león (rompe con la moral y exige su libertad), pero este no es capaz de crear valores. El superhombre es inocente como un niño, no lleva carga, es espontaneidad pura, impulso vital. Condición de poder crear es olvidar nuestra civilización. Ese es el superhombre que resume el mensaje de Nietzsche.

La Muerte de Dios y el Nihilismo

Un punto central de la transvaloración de Nietzsche es la crítica a la religión, que se concreta en la necesidad de olvidar a Dios, de reconocer que Dios ha muerto. Nietzsche vio con total claridad que toda moral exige la existencia de Dios como condición necesaria. Por eso, para destruir la moral es necesario destruir a Dios.

Si Dios no existe, si Dios ha muerto como dice Nietzsche, ya no hay ningún ser superior que nos pueda imponer sus leyes. El hombre ya no tiene que dar cuentas ante nadie. La muerte de Dios provoca el hundimiento de todo el orden objetivo de los valores absolutos, de toda moral y toda ética universal válida para todo ser racional.

Esto podría parecer a muchos una gran pérdida, pero para Nietzsche es una gran ganancia, porque toda la moral occidental es puro nihilismo. Pero sucede que ese presunto mundo celestial es la negación del mundo terrenal, de la vida, es puro rechazo de lo auténtico, y por eso el nihilismo es la esencia de la tradición platónico-cristiana.

Darnos cuenta de ese nihilismo es el punto de partida para una nueva valoración de la realidad: es la puerta que permita la llegada del superhombre, el nacimiento de la nueva cultura que Nietzsche buscaba.

Ahora bien, Nietzsche reconoce que el hundimiento de todos los valores tradicionales acarreará un nihilismo: que los valores pierden validez. Pero se trata de un nihilismo, llamémoslo positivo, puesto que es el comienzo y condición de la transvaloración, de la nueva cultura. Por eso, según Nietzsche, hay que distinguir entre nihilismo pasivo de la tradición platónico-cristiana y el nihilismo activo.

En consecuencia, aunque la filosofía de Nietzsche es presentada como nihilista, se puede decir que lo que tiene de positivo es: la afirmación de este mundo, de la vida como único valor, un mundo que no se dirige a ninguna parte, que carece de fin y sentido.

El Eterno Retorno

Cuando Nietzsche habla de la realidad como voluntad de poder, introduce una idea que resulta enigmática: el eterno retorno. Pero en realidad se trata de una de las tesis centrales de Nietzsche, de su afirmación del mundo, de su sí a la vida, de su vitalismo.

Para Nietzsche, la realidad del mundo carece de finalidad. Si hubiera finalidad en un mundo infinito temporalmente, tal fin ya se habría alcanzado y las cosas tendrían un sentido último. Por el contrario, en un mundo infinito y sin finalidad, todo lo que ha ocurrido necesariamente volvería a ocurrir.

Con el eterno retorno, Nietzsche quiere afirmar este mundo y solo este.

La Crítica de Nietzsche a la Filosofía Occidental

La crítica de Nietzsche a los filósofos y a la filosofía se enmarca dentro de su crítica más amplia a la civilización occidental, puesto que la filosofía constituye uno de los fundamentos de nuestra civilización. Nietzsche critica todos los aspectos de la cultura occidental. Quiere criticar dicha cultura para destruirla y sustituirla por otra de índole aristocrática, inspirada en la civilización presocrática.

Ahora bien, la crítica de Nietzsche a los filósofos es uno de los puntos centrales de su pensamiento, pues es expresión paradigmática de su crítica general a la civilización occidental. Deja claro que nuestra cultura es una cultura filosófica y que si no se destruye la filosofía nunca podremos superar nuestra cultura, nuestros valores, para dar paso a unos nuevos supervalores totalmente distintos.

Para criticar a los filósofos, Nietzsche expone cuál es la idiosincrasia de los filósofos. Ese odio ha llevado a deshistorizar la realidad, a momificarla, han matado la realidad convirtiéndola en momias conceptuales y han creado una oposición excluyente entre el ser y el devenir.

La Idiosincrasia de los Filósofos

En primer lugar, Nietzsche expone cuál es la idiosincrasia de los filósofos, o sea, su peculiar manera de ser. Piensa que la filosofía deriva del tipo de personas que la ha creado. Por eso él quiere desenmascarar a los filósofos occidentales, es decir, los instintos más básicos que les han llevado a crear la decadente filosofía occidental.

Nietzsche sostiene que lo que caracteriza a los filósofos es su falta de sentido histórico, su egipticismo. Los filósofos, según Nietzsche, no tienen capacidad de percibir la progresión en el tiempo. La realidad es, como afirma en diversas obras suyas, voluntad de poder, un conjunto de fuerzas ciegas que pugnan por imponerse unas sobre otras. El mundo, el hombre, la vida son voluntad de poder. Más que una facultad humana, es el conjunto de pulsiones y fuerzas que se dirigen hacia el poder.

Según Nietzsche, los filósofos odian el devenir, sienten un fuerte rechazo instintivo por las fuerzas cambiantes de la realidad. La realidad es dura, difícil, requiere energía, capacidad de adaptación ante lo nuevo, lo desconocido. Parece, por tanto, que Nietzsche caracteriza a los filósofos como personas débiles. Es precisamente esa debilidad la que les lleva a vengarse momificando, matando la realidad en sus conceptos. Por eso, burlándose, los acusa de egipticismo.

La Sustitución de la Realidad por Conceptos

Nietzsche subraya, como característica esencial de la filosofía, la sustitución de la realidad del devenir por sus conceptos. Para Nietzsche, la realidad es incognoscible y lo que llamamos conocimiento no es otra cosa que un instrumento de la voluntad de poder: conocer es un impulso que brota en algunos seres para dominar la realidad y ponerla a su servicio. Es un proceso de interpretación, basado en nuestras necesidades vitales. Es un conjunto de creaciones nuestras: las ficciones útiles se consideran verdaderas, las inútiles o menos útiles, errores; las más útiles han pasado al lenguaje. El peligro está en tomar las ficciones del lenguaje por la realidad.

Por eso, la verdad es una invención de los filósofos, seres insatisfechos con el mundo del devenir que anhelan el confortable mundo del ser. Las nociones metafísicas no son categorías del entendimiento, sino categorías gramaticales. No obstante, hay una razón que apoya ese olvido: no podemos prescindir de ella.

Pero los filósofos no solo han sustituido el devenir por los conceptos, sino que han idolatrado los conceptos, los han puesto por encima de la realidad considerándolos como algo superior a ella.

La Filosofía del Ser y la Decadencia de la Cultura Occidental

Según Nietzsche, con Sócrates y Platón comenzó la filosofía del ser, fundamento de nuestra cultura occidental. También Sócrates comenzó la decadencia de la cultura griega debido a que introdujo la razón, que aprisiona la vida. A partir de Sócrates y Platón, los filósofos pretendieron conocer la realidad mediante la razón, es decir, mediante conceptos. Los conceptos son fijos, eternos, unos para cada clase de realidad, pero, según Nietzsche, no existen clases de ser ni sustancias permanentes.

Así pues, la filosofía a partir de Platón creó otro mundo, desvalorizando el único existente, que es el mundo sensible en continuo devenir.

Nietzsche sostiene que las razones aducidas por la filosofía para mostrar que este mundo sensible no es real sino aparente, lo que en verdad hacen es probar que este es el único mundo real posible. Los filósofos afirman que lo cambiante, lo que está en movimiento, no es permanente ni cognoscible y, por tanto, es aparente, apenas posee realidad. Para ellos, lo auténticamente real son las ideas, los conceptos inmutables y eternos.

Nietzsche argumenta que es precisamente lo contrario: lo que deviene es lo único real, lo que constatamos continuamente por los sentidos. Otra especie distinta de realidad es absolutamente indemostrable.

En resumen, para Nietzsche la filosofía del ser, caracterizada por su negación del devenir, su momificación de la realidad mediante conceptos, su sobrevaloración de dichos conceptos, su rechazo de los sentidos y del cuerpo, es el producto hecho a imagen y semejanza de la idiosincrasia de los filósofos. Por eso los representa como sepultureros.

La Venganza de los Débiles

La idiosincrasia de los filósofos les ha llevado a vengarse. La filosofía es el resultado de la venganza de los débiles y inferiores que no aman la vida, que no son capaces de afrontarla, y se inventan una vida a su medida. Piensa Nietzsche que el resentimiento creó los valores morales de Occidente y es el responsable de la aparición de una civilización enemiga de la vida y de un hombre incurablemente mediocre.

Pero Nietzsche piensa que su crítica va a contribuir a que llegue el día en el que se pueda vivir, recobremos la primitiva inocencia, y aparezca el superhombre anunciado por Zaratustra.

Nocion 2: La Reivindicación de los Sentidos y el Cuerpo

Las tesis de Nietzsche sobre los sentidos y el cuerpo están en plena coherencia con las ideas centrales de su pensamiento, tanto con su crítica a la filosofía occidental como con su defensa del vitalismo.

En cuanto a la filosofía, Nietzsche acusa a los filósofos de egipticismo y de haber sustituido el devenir por el ser, creando un mundo platónico. Señala que esas tesis son refutadas por la vida, por la evidencia de los procesos vitales: el crecimiento, la vejez, la muerte. De ahí que los filósofos, conscientes de su fracaso, se desesperan y buscan un culpable. Ese engañador, el origen de todo error, es la sensibilidad. Para los filósofos, los sentidos, según Nietzsche, se refieren a toda la tradición filosófica de considerar el conocimiento sensible como: poco fiable, relacionado con el pueblo y fuente de inmortalidad.

En contraposición a las tesis de los filósofos, Nietzsche revaloriza el papel de los sentidos. Los considera instrumentos de la vida, nos dan la auténtica realidad, nos mantienen unidos al mundo. Incluso son la base de la ciencia.

En consonancia con el desprecio a los sentidos, los filósofos también han despreciado al cuerpo. Para eso, han inventado, como siempre, una serie de conceptos que pretenden ser reales a costa de la auténtica realidad. Ese sustituir la realidad por conceptos, la invención de ese falso mundo por parte de los filósofos, procede de su instinto de calumnia, de la pequeñez de espíritu. Todo eso forma parte de la idiosincrasia de los filósofos. Esa idiosincrasia les ha llevado a vengarse. La filosofía, igual que la moral occidental, es el resultado de la venganza de los débiles e inferiores que no aman la vida.

Podemos concluir que la reivindicación nietzscheana de los sentidos y del cuerpo es una parte esencial de su filosofía, vinculada al vitalismo, a la crítica de la cultura occidental y de la filosofía. El culto al cuerpo y a la sensibilidad es parte de esos nuevos valores del superhombre, de la transvaloración que Zaratustra anuncia, que llegaría a una aniquilación de la cultura occidental. De ese modo, nacería una nueva cultura, de índole aristocrática, inspirada en parte en los principios de los griegos, los que vivieron en el periodo presocrático, antes de que naciera la filosofía.

Nocion 3: La Crítica a la Filosofía y el Advenimiento del Superhombre

La crítica de Nietzsche a los filósofos es uno de los puntos centrales de su pensamiento, pues es expresión paradigmática de su crítica general a la civilización occidental. Con esto, deja claro que nuestra cultura es una cultura filosófica y que, si no se destruye la filosofía, nunca podremos superar nuestra cultura, nuestros valores, para dar paso a unos nuevos supervalores totalmente distintos.

Para criticar a los filósofos, Nietzsche expone cuál es la idiosincrasia de los filósofos. Considera que dos son las características de los filósofos: su falta de sentido histórico, su odio al devenir, su egipticismo, que les ha llevado a crear una oposición excluyente entre el ser y el devenir, y confundir lo último con lo primero. Para comprender esta tesis, es preciso conocer la concepción nietzscheana de la realidad y del conocimiento.

La realidad es, como afirma en diversas obras suyas, voluntad de poder, un conjunto de fuerzas ciegas que pugnan por imponerse unas sobre otras, una voluntad de dominio. Más que una facultad humana, es el conjunto de pulsiones y fuerzas que se dirigen hacia el poder.

El conocimiento no es más que un impulso humano, un instrumento de la voluntad de poder de un tipo de seres que son los humanos. El conocimiento es un instrumento de la vida, que brota en algunos seres para dominar la realidad y ponerla a su servicio. Es un proceso de interpretación, basado en nuestras necesidades vitales. El peligro está en tomar las ficciones del lenguaje por la realidad. Los conceptos y las teorías científicas son ficciones, esquemas lingüísticos impuestos a la realidad para controlarla. Los conceptos metafísicos no son categorías del entendimiento, sino categorías gramaticales. No obstante, hay una razón que apoya ese olvido: no podemos prescindir de ellas.

Nietzsche sostiene que la realidad sensible es lo primero y lo único que existe. Los conceptos son categorías gramaticales creadas arbitrariamente por nosotros para dominar la realidad, pero no debemos olvidar que no tienen nada que ver con la realidad y que son hechuras nuestras, son lo último. El problema está en que los filósofos confunden estas cosas y toman como primero lo último, consideran los conceptos como algo superior, anterior a la realidad, causas de todas las cosas.

Cuando los filósofos afirman que los conceptos son lo primero, quieren decir que son realidades de rango superior al devenir. El origen de este error, según Nietzsche, está en Platón.

Ahora bien, sabemos que el devenir es cambiante, temporal, imprevisible. Los conceptos metafísicos poseen las propiedades contrarias a la realidad sensible. De ahí que la filosofía occidental sea una filosofía nihilista. Además, Nietzsche piensa que los metafísicos han creado los conceptos supremos negando la única realidad existente. Por eso afirma Nietzsche que los conceptos están vacíos, constituyen el último humo de la realidad que se evapora. Estos conceptos supremos no pueden ser contradictorios entre sí, ni desiguales, tienen, pues, que ser coincidentes. La consecuencia general es clara: se pone como primero y fundamento de todo lo más tenue, lo más vacío.

Nietzsche consideraba su crítica decisiva, pues solo tomando conciencia de la falsedad de los conceptos que sustentan nuestra cultura puede llegar el nihilismo positivo, la aniquilación de nuestra cultura para sustituirla por otra aristocrática. Para ello es necesario previamente la muerte de Dios, pues solo así podrá darse el advenimiento del superhombre.

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