Emotivismo Moral de Hume: Pasiones, Virtudes y Teoría Política

3 Ética y Política

3.1 El Emotivismo Moral

3.1.1 Valor de la Moral para Hume

Hume pretende elaborar una ciencia de la naturaleza humana. Esta ciencia no puede basarse en un sistema abstracto sino que tiene que partir de la propia naturaleza del ser humano, por lo tanto, dentro de un enfoque en el que se una la ciencia natural y la Filosofía moral. El tema de la moral lo trata en la segunda parte del Tratado y en la Investigación sobre los principios de la moral (1751). Hume da un gran valor a los temas morales que considera que están estrechamente relacionados con la sociedad: «cualquier decisión sobre este tema pone en juego la paz de la sociedad». Además, si en el terreno del conocimiento llega a un escepticismo gnoseológico radical, en el terreno de la ética será moderado porque Hume piensa que el sentimiento moral está generalizado en todos los hombres.

3.1.2 Análisis del Origen de los Juicios Morales. Crítica de la Razón como Criterio para Dirimir los Juicios Morales. Valor del Sentimiento. El Gusto Moral

Hume parte de un hecho: de la realidad de las distinciones morales para preguntarse si se derivan de la razón o del sentimiento. Para él la moral no es objeto del entendimiento. La razón por sí sola es incapaz de provocar cualquier acción o volición por lo que los juicios morales no pueden ser juicios de razón y tienen su origen en los sentimientos. La razón sólo influye en nuestra conducta de dos maneras:

  • Excitando una pasión
  • Descubriendo la conexión de causa y efecto puesta de manifiesto a través de la pasión.

Pero son los sentimientos quienes producen la aprobación y la reprobación moral. De estos sentimientos deriva el gusto moral que hace que nos identifiquemos con el bien o reprobemos el mal gracias al hábito y a la costumbre. Así una ética no puede basarse en la razón. No podemos derivar preposiciones prescriptivas a partir de premisas descriptivas.

3.1.3 Pasión y Virtudes

Según Hume la pasión es natural en el ser humano y la virtud puede ser natural y adquirida. Hace de la pasión un enfoque psicologista clasificándola en:

  • Violentas (intensidad), por ejemplo la intensidad con que se mide una experiencia artística.
  • Calmadas y tranquilas, que podemos conocer y controlar.
  • Directas, que surgen inmediatamente de la experiencia del placer o del dolor, por ejemplo la alegría, la esperanza, la seguridad, etc.
  • Indirectas, que se producen por una doble relación de impresiones e ideas: «cuando una idea produce una impresión relacionada con otra impresión, que a su vez lo está como una idea que se relaciona por su parte con la primera idea». Estas dos impresiones han de ser en cierto modo inseparables y no se esperará que intervenga una con la otra. Por ejemplo, el orgullo ante el reconocimiento (placer, agrado) y la desaprobación, rechazo, ante la humildad (insulto).

Así podemos entender por pasión todas las emociones y afectos sin limitarlas al estallido incontrolado de la emoción. La virtud se define como toda acción o cualidad mental que da al espectador el sentimiento placentero de la aprobación y al vicio como lo contrario. Se clasifican en:

  • Naturales (amor y odio)
  • Sociales, como la simpatía, la benevolencia y la justicia.

Estas virtudes se adquieren mediante la educación y las convenciones sociales. En ellas se asocia una sensación a la idea del interés propio o del interés común.

3.1.4 Principales Virtudes, la Simpatía y la Generosidad

El sentimiento moral es algo especial, es un tipo de pasión serena que está entre el egoísmo, la utilidad y la benevolencia (característica de la simpatía); está en lo más profundo de la naturaleza humana es la simpatía. La benevolencia y la generosidad excitan por todas partes la aprobación y la buena voluntad del género humano. Estas virtudes surgen a partir de sentimiento de interés, pero no de un interés particular egoísta, sino general: responde a lo que es bueno para la sociedad. El fundamento de la moral, aunque se basa en sentimiento, no es del todo subjetivo (relativismo moderado). La moral no es arbitraria, más bien al contrario, se basa en deseos e inclinaciones humanas que son universales. Hume no es un relativista, cree que hay una uniformidad por debajo de la aparente diversidad. La acción es buena cuando promueve la felicidad de la sociedad; con esto quiere demostrar que la benevolencia es un sentimiento más general que el egoísmo, aunque reconoce que sus argumentos sólo son persuasivos, no demostrativos.

3.1.5 Voluntad y Libre Albedrío

Sobre la voluntad (facultad humana clásica de la ética) nos dice Hume que sólo es una impresión, entiende la libertad únicamente como espontaneidad. De algún modo Hume trata de posibilitar la responsabilidad moral dado que el hombre es responsable de sus actos.

3.2 Teoría Social y Política

3.2.1 Crítica de las Teorías del Contrato Social

En el s. XVII en Gran Bretaña, se produce el enfrentamiento entre dos sectores de población. Por una parte la nobleza absolutista y por otra parte la burguesía parlamentaria puritana. Estos enfrentamientos culminan con la primera monarquía constitucional en Europa en la figura de Guillermo de Orange, en el año 1688, siendo que entre sus consejeros se encuentra Locke. De este modo, los temas sociales y políticos tienen una gran importancia en Inglaterra en el siglo XVII unido al movimiento de la Ilustración (Enciclopedia/ Voltaire, Diderot…) en Francia. La posición política de Hume es muy controvertida: a veces mantiene posiciones muy conservadoras y otras sigue en su línea de escepticismo moderado. Estaba en contra de la teoría del contrato social de Hobbes y Locke. Según Hume, nadie da su consentimiento tácito al Estado, pues todos nacemos en un Estado ya establecido que no hemos elegido y del que no podemos salir. Para Hume no ha existido un estado de naturaleza, es sólo una ‘ficción filosófica’. Además, es una cuestión de hecho que todos los gobiernos existentes tienen su origen en la conquista y en la usurpación, no en el contrato. Pero admite que es posible que los primeros gobernantes se establecieran por algún tipo de acuerdo. Plantea una objeción importante sobre la promesa que lleva consigo todo contrato o toda obediencia al poder político. Si decimos que obedecemos al gobierno porque hemos prometido hacerlo, surge la cuestión: ¿por qué mantenemos las promesas? La respuesta es que al hacerla estamos haciendo un bien a la sociedad. Pero también es un bien obedecer al gobierno. Hacer promesas, la obediencia, junto con la garantía de la propiedad y de la justicia, están en el mismo rango: son virtudes artificiales para conservar el Estado, es decir, no son leyes naturales, sino convenciones útiles. Hume plantea un utilitarismo: la obediencia al poder político no se basa en un pacto social originario, sino en la utilidad del Estado. Así nos dice que la paz y la seguridad humana son los objetivos del gobierno/quien debe procurar que los hombres cumplan las leyes. Esta paz y seguridad dependen de la estabilidad de la posición (respeto de la propiedad privada), la transferencia por consentimiento y el cumplimiento de las promesas. El consentimiento tácito (definido por Locke), es por el cuál las personas que nacen o se incorporan a un país tienen que obedecer las leyes del contrato social, gobierno, ya que se supone que tácitamente van a disfrutar de los privilegios que le va a dar el país por vivir en él.

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