Empirismo Británico: Origen del Conocimiento y Crítica a la Metafísica

Líneas Fundamentales del Empirismo Británico

En los países británicos se desarrolla el Empirismo como una vertiente filosófica en clara oposición al Racionalismo continental. Sus autores fundamentales son John Locke, George Berkeley y David Hume. También podemos citar a Francis Bacon e Isaac Newton, en los que encontramos la presencia notable del Empirismo. No se puede entender el proyecto filosófico de Hume de explicar el problema del conocimiento sin tomar conciencia del carácter profundamente epistemológico de la modernidad filosófica.

A modo de tesis fundamentales, cabe destacar:

  • La experiencia constituye el origen y límite de nuestro conocimiento.
  • La razón no es autónoma, pues está subordinada a la experiencia en la misma configuración de las ideas.
  • Tiene lugar una crítica al innatismo racionalista respecto del origen de las ideas, pues estas se forman a partir de la experiencia, en términos humeanos, de impresiones.
  • Las ciencias experimentales constituyen el modelo referencial (método inductivo).

Análisis de la Mente Humana en Hume

En la Investigación sobre el conocimiento humano, concretamente en la segunda sección, a saber, “Sobre el origen de las ideas”, Hume parte de un análisis de la mente humana, de sus contenidos (datos de los sentidos, emociones, recuerdos, ideas…), a los que denomina “percepciones”.

Estas percepciones de la mente son clasificadas por el autor en dos especies:

Impresiones

En primer lugar, lo que denomina filosóficamente “impresiones”, más allá de su significado habitual, para aludir ya sea a la percepción directa e inmediata, de modo actual, del objeto, de sus cualidades sensibles (impresiones de sensación); ya sea a la percepción de un deseo de una emoción interna (impresiones de la reflexión).

Ideas

En segundo lugar, Hume se refiere en su pensamiento a las ideas, que han de concebirse como imágenes mentales que tienen su origen en las impresiones, en la experiencia externa o interna. Así, un niño, no podrá formar la idea de un color, si jamás ha tenido la impresión correspondiente.

Resulta fundamental, indagar en la concepción humeana, a saber, de que las ideas son copias debilitadas de nuestras impresiones, percepciones más endebles; pues es evidente que en la percepción directa y actual del objeto o estado de cosas a través de los sentidos del objeto, existe un mayor grado de fuerza e intensidad respecto a los pensamientos, a las ideas que podemos formar a partir de esa experiencia.

Principios de Asociación de Ideas

Resulta de interés aludir a tres principios de asociación de ideas que descubre Hume:

  • El principio de semejanza: tendemos a asociar ideas que mantienen un estrecho parecido entre sí (la idea de una fotografía con la idea de la persona fotografiada).
  • El principio de contigüidad espacio-temporal: tendemos a asociar ideas, cuyas impresiones acontecieron en un lugar y momento muy cercanos (la idea del pasillo con la idea del aula).
  • El principio de causalidad: es inevitable pensar ideas entre las que establecemos nexos causales (el humo nos conduce a pensar en el fuego).

Tipos de Conocimiento

Para finalizar, Hume distingue entre dos tipos de conocimiento:

  • Relaciones entre ideas: pudiendo aludir a los conocimientos matemáticos (“2+3=5”), donde el predicado se encuentra contenido en el sujeto, no aporta ninguna información nueva; se trata de un conocimiento a priori, independiente de impresiones.
  • Conocimiento de hechos: podemos hacer referencia a los enunciados de las Ciencias naturales (“El metal conduce el calor”), donde el predicado no se encuentra contenido en el sujeto, aporta información nueva. Este conocimiento es a posteriori, se basa en la experiencia.

Crítica de la Idea de Causalidad

La causalidad constituye una relación que la mente descubre y establece entre fenómenos o acontecimientos (el fuego y el humo). Al primero lo llamamos “causa” y al segundo “efecto”; la causa es anterior al efecto.

Racionalistas habían considerado la causalidad como un principio que la razón conoce de modo evidente. Descartes había confirmado precisamente la existencia de Dios como causa de las ideas de “Perfección” e “Infinitud” (Dios) que se encontraban en su mente.

Para Hume, el hombre, a partir de una regularidad de acontecimientos concretos de la misma índole (hasta ahora todo objeto de plomo se ha hundido en el agua), establece conexiones causales necesarias a modo de leyes generales, a saber, “siempre que tenga lugar la causa A (colocar un objeto de plomo en el agua), se dará el efecto B (se hundirá). Y estas relaciones necesarias desencadenan el hábito de esperar que los hechos se darán como hasta ahora lo han hecho.

Sin embargo, para el autor, por mucho que observemos una regularidad de hechos concretos, ello no garantiza de ninguna manera el poder establecer una relación de “causa-efecto” necesaria; nos basamos en la costumbre, pero no tenemos impresiones, datos de los sentidos acerca de hechos futuros (desconocemos que en el futuro un objeto de plomo continúe hundiéndose en el agua).

En definitiva, no tenemos experiencia de que exista una relación causal necesaria; así que el conocimiento humano solamente puede expresarse en términos de probabilidad.

Crítica de las Ideas de Dios, Yo y Mundo Exterior

A juicio de Hume, el concepto de “Dios” se relaciona con un Ser del que no tenemos experiencia, no podemos garantizar la capacidad de conocerle ni su existencia. Las ideas de “Perfección” e “Infinitud”, de “Dios”, que se encontraba entre las ideas innatas en el Racionalismo; en cambio ahora en Hume es ilegítima o falsa, pues no le podemos asociar impresiones. No solo critica las demostraciones a priori que parten del concepto de “Dios” (Argumento Ontológico de Anselmo de Canterbury); sino también aquellas que son a posteriori (Tomás de Aquino), pues no se puede proceder del efecto a la causa.

Otra idea que el autor critica es la del “Yo” o “Identidad personal”. Descartes había descubierto el “yo” por autoobservación: “existo como una sustancia que piensa, que duda”. Pues bien, para Hume, presuponemos que tenemos un “yo”, depósito de nuestras percepciones (impresiones e ideas), pero no podemos localizarlo en los sentidos, de modo que se trata de una falsa idea.

Además nuestras percepciones son variables, por lo que no tenemos experiencia de un “yo permanente” en nosotros.

Por último, aludimos a la idea de “mundo exterior”. Tenemos impresiones acerca de determinados conjuntos de cualidades, recibimos datos de los sentidos que nuestra mente asocia formando ideas; en cambio, no podemos saber nada absolutamente acerca de la realidad en sí (recuérdese el ejemplo de la manzana).

Por tanto, la idea de “mundo” es ilegítima, falsa; pues no se funda en impresiones. Según el autor, apreciamos la constancia de determinadas impresiones que se conectan internamente y ello produce en nosotros la engañosa sensación sobre la existencia y la posibilidad de conocer el sujeto en sí. El conocimiento humano se limita en Hume a percepciones.

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