Empirismo de Hume: Conocimiento, Crítica a la Causalidad y Fundamentos de la Moral

El Empirismo de Hume: Contexto y Teoría del Conocimiento

David Hume (1711-1776), nacido en Edimburgo, fue una figura clave del empirismo y la Ilustración. Estudió derecho, pero su verdadera pasión fue la filosofía. En 1734, viajó a Francia, donde escribió su Tratado de la naturaleza humana. Un año más tarde, publicó un resumen anónimo de esta obra. En 1742, publicó los Ensayos morales y políticos. Posteriormente, fue nombrado bibliotecario de la Universidad de Edimburgo y publicó las Investigaciones sobre los principios de la moral (1751). En 1762, regresó a Francia, pero finalmente se estableció en Inglaterra.

A diferencia de otros empiristas del siglo XVII, Hume vivió en pleno siglo XVIII, el «Siglo de las Luces», y su pensamiento se enmarca dentro de la Ilustración. La Ilustración inglesa, además del empirismo, se caracterizó por:

  • El desarrollo de teorías políticas liberales.
  • Una visión racional de la religión (deísmo).
  • El desarrollo de la filosofía moral, con defensores del sentimiento altruista.

La Teoría del Conocimiento

Hume llevó el empirismo a sus últimas consecuencias. Su objetivo era contribuir al avance del conocimiento construyendo una ciencia del hombre, de la cual partirían todas las demás ciencias. Para ello, siguió los principios empiristas y el método de la ciencia newtoniana. Aunque heredó el empirismo de Locke, concordó con la crítica que Berkeley le hizo.

Tipos de Conocimiento:

  1. Conocimiento de relaciones entre ideas: Se establecen relaciones independientemente de la realidad. Estas relaciones son independientes de los hechos, y las proposiciones que las expresan son analíticas, universales y necesarias. Ejemplos de esto son las matemáticas y la lógica.
  2. Conocimiento de hechos: Se refiere a las cuestiones de hecho y necesita de la experiencia para ser comprobado. A este tipo pertenecen las ciencias empíricas. Hume concluyó que los razonamientos correspondientes a este tipo de conocimiento son únicamente probables, no certeros.

Crítica de la Idea de Sustancia y Causalidad

Crítica de la Idea de Sustancia

La crítica de Hume se extendió a toda la metafísica tradicional, comenzando por la idea misma de sustancia. La metafísica, en general, se convierte en una ilusión. Hume analizó cada una de las sustancias cartesianas:

  1. La realidad material: No podemos saber si existen objetos fuera de nosotros, ya que solo conocemos nuestras propias impresiones, no la realidad distinta de ellas.
  2. La sustancia infinita (Dios): Hume analizó los argumentos para demostrar la existencia de Dios, concluyendo que no son demostrativos.
  3. La sustancia pensante (el yo): Hume no pudo aplicar el mismo esquema argumentativo basado en la inferencia causal a la existencia del yo, porque los filósofos anteriores la explicaron como una intuición inmediata. Sin embargo, argumentó que no tenemos una impresión constante e invariable del yo, sino una sucesión de percepciones.

Crítica al Principio de Causalidad

Nuestro conocimiento de los hechos está limitado a nuestras impresiones (actuales o recuerdos). En la vida cotidiana, contamos con que determinados hechos sucederán. Esta certeza, dice Hume, se basa en la experiencia, no en una deducción racional. No hay nada en la experiencia que garantice que los hechos pasados se repitan en el futuro.

Nos basamos en la inferencia causal y concebimos la relación causa-efecto como una conexión necesaria. Sin embargo, Hume aplica su criterio de verdad (una idea es verdadera si proviene de una impresión) a la idea de «conexión necesaria» y se pregunta si podemos señalar la impresión que le corresponde. Concluye que no hay tal impresión. Lo único que observamos es la contigüidad y sucesión de fenómenos, pero no una conexión necesaria entre ellos.

La costumbre genera en nosotros la creencia en la existencia de esa conexión. Hume define la creencia como «toda idea acompañada por un fuerte, intenso y firme sentimiento de la verdad de dicha idea». La creencia producida por el hábito es un instinto animal. La relación causa-efecto es, por tanto, una ficción de la mente, aunque una ficción útil para la vida. La creencia es imprescindible para la vida, y Hume está dispuesto a admitirla, aunque no tenga un fundamento racional.

La Moral: Emotivismo y Utilitarismo

La filosofía tradicional había respondido a la pregunta sobre el origen de la moral recurriendo a la razón. Hume critica este racionalismo moral. Para él, el fundamento de la moral no es la razón, sino el sentimiento.

El sentimiento desinteresado que permite la comprensión del otro es lo que Hume denomina «simpatía» (lo que hoy conocemos como empatía), es decir, la capacidad de dejar de lado nuestro propio interés para situarnos en la perspectiva de otra persona.

La conclusión es que la moral tiene su fundamento en el sentimiento de aprobación o desaprobación que despierta en nosotros, y que para Hume es natural y desinteresado. La moral de Hume puede considerarse:

  • Emotivista: Las proposiciones éticas no son verdaderas ni falsas; se limitan a expresar un sentimiento. La elección moral se sitúa fuera de la esfera de la razón. Hume acepta que la razón interviene como árbitro en las cuestiones que surgen en la vida moral. Este emotivismo moral acerca a Hume a los moralistas escoceses que defendían el sentimentalismo moral.
  • Utilitarista: La inclinación de la naturaleza humana hacia el bien proviene de la utilidad para la vida social. Así se explica la justicia, que no tendría sentido en una sociedad de bienes ilimitados o en caso de que el individuo viviera aislado.

Hume considera que los filósofos que pretenden construir una ética racional caen en la falacia naturalista (derivar el «deber ser» del «ser»).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *