Explicaciones
El tipo de explicación que requiere aquello que consideramos ciencia, así como la concepción del mundo que de ello se deriva, no ha permanecido idéntico a lo largo del tiempo. Hay tres tipos de explicaciones:
Explicación aristotélica
El primer modelo de explicación científica y de concepción del mundo surge en la Antigüedad. El gran sistematizador de este modelo y creador del sistema del mundo que perdura hasta la revolución científica fue Aristóteles. Para Aristóteles, explicar un fenómeno es conocer racionalmente todos los factores que le afectan, es decir, saber qué es, por qué es y para qué es. A la pregunta por qué se produce un fenómeno responde la causa material y para qué responde a la causa final. El universo aristotélico es finito, ordenado y estable. En él no existe el vacío ni sucesos azarosos, novedades o no previstos. La actitud del científico, para Aristóteles, es teórica y contemplativa. Se trata de describir y explicar la realidad.
Explicación clásica de la modernidad
Con la revolución científica del siglo XVII aparece no solo una nueva visión del mundo, sino también una nueva forma de entender la ciencia con una nueva metodología. De las cuatro causas aristotélicas, solo permanece la causa eficiente, que es la que responde a esta cuestión. El universo es infinito, pero ordenado y estable. Responde a leyes de alcance universal. La actitud del científico cambia de manera sustancial, haciéndose enormemente activa. Ya no se trata de contemplar la naturaleza, sino de formular hipótesis y construir experimentos para obligar a la naturaleza a responder a nuestras preguntas.
Explicación contemporánea
El descubrimiento de las partículas subatómicas, regido por la mecánica cuántica, y de los acontecimientos a velocidades cercanas a la de la luz, que se rigen por la teoría de la relatividad, nos lleva a conocer nuevas realidades que cuestionan nuestro conocimiento anterior. En el ámbito de las partículas subatómicas, el universo no es ordenado ni estable. La ciencia contemporánea muestra que es posible la coexistencia de diferentes humildes y aceptar que, por mucho que creamos saber, la realidad no deja de presentarnos misterios por resolver.
Herramientas
Llamamos herramientas del conocimiento a las facultades que tiene el sujeto para conocer. Con estas herramientas realizamos operaciones.
Razón y sentido
Tradicionalmente, desde que surgió la filosofía, se ha considerado que la razón y los sentidos eran las facultades fundamentales del conocimiento humano. Ya los presocráticos las distinguieron, otorgando mayor rango de fiabilidad a la razón. Para Aristóteles, nada hay en el entendimiento que no haya pasado antes por los sentidos. En este proceso es fundamental una capacidad humana: la capacidad de abstracción. La abstracción es la acción de separar mentalmente los rasgos comunes a una pluralidad, centrándonos en ellos y prescindiendo de los que no son comunes.
Sensibilidad, entendimiento y razón
Todo proceso de conocimiento comienza en la sensibilidad, pasa por el entendimiento y termina en la razón.
- Sensibilidad: En la sensibilidad se produce el primer nivel de conocimiento. Es la facultad que nos permite percibir el mundo que nos rodea y tener contacto directo e inmediato con los objetos externos y empíricos. Todo conocimiento científico exigirá el paso previo de la sensibilidad.
- Entendimiento: El entendimiento hace posible el segundo nivel de conocimiento y es la facultad que elabora y aplica conceptos, produciendo, de este modo, enunciados del conocimiento. El entendimiento dispone de dos tipos de conceptos: los empíricos y los conceptos a priori del entendimiento.
- Razón: La función de la razón es la de unificar los conceptos y enunciados del entendimiento. Su ideal consiste en encontrar principios cada vez más generales que engloben y unifiquen el saber humano, y lo encuentra en las ideas de alma, mundo y Dios.
- Razón, sentido, emoción y lenguaje: El conocimiento vendrá determinado por todo un complejo de estructuras sociales y de conocimientos culturales. Se verá afectado por intereses, ideologías y prejuicios, tanto sociales como individuales. El sujeto de conocimiento no es ya individual, sino social y colectivo.
Saber filosófico
El saber filosófico, para caracterizarlo, lo vamos a comparar con otros dos tipos de saber:
- Conocimiento ordinario: Se va formando por generalizaciones del sentido común, pasa de generación en generación y constituye la tradición. Se basa en la observación del entorno concreto y es útil en la vida cotidiana. Las explicaciones son insuficientes y, a veces, fantásticas. Es de carácter acrítico y tiene sus ventajas: nos permite asumir y acumular experiencias y asimilar nuestra cultura y tradición. Una de sus desventajas es asumir errores del pasado.
- Conocimiento científico: Posee una dimensión teórica y también desarrolla una dimensión práctica importante. Ofrece una explicación sistemática de la realidad en un conjunto ordenado y coherente de conocimientos. Aspira a un conocimiento de carácter universal. Este carácter crítico hace de la ciencia una actitud en continua revisión. Se caracteriza por su cuestionamiento de lo comúnmente aceptado.
- Conocimiento filosófico: Se caracteriza por su carácter social y la actitud racional. El filósofo era el que quería saberlo todo. Una principal característica, también, es que, en la actualidad, es un conocimiento de segundo grado. Una característica repetida en la filosofía es que es un conocimiento radical. Su sentido crítico consiste en no admitir sin examinarlo racionalmente.