Fuentes del Conocimiento
Se distinguen dos fuentes de conocimiento: la sensibilidad y el entendimiento. Esta es la distinción tradicional mantenida por el racionalismo y el empirismo. El entendimiento produce espontáneamente ciertos conceptos sin derivarlos de la experiencia, y con ellos puede conocer la realidad construyendo un sistema a partir de esos conceptos. Esta es la idea central del racionalismo. Kant fue en sus principios racionalista, pero Hume le hizo cambiar de idea. En su explicación del conocimiento, realiza una síntesis entre racionalismo y empirismo. Todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia, pero no todo procede de ella. Hay que distinguir entre lo dado desde el exterior (el material empírico que nos proporcionan los sentidos) y lo puesto por el sujeto, que es un elemento a priori y permite unificar, ordenar y elaborar la materia de las sensaciones. La relación entre lo dado por los sentidos y lo puesto por el acto de conocer es una relación que Kant llama de materia-forma.
El Objeto del Conocimiento
El objeto que conocemos procede de la elaboración del material empírico que nos proporcionan los sentidos mediante las formas o estructuras del sujeto. El objeto conocido por nosotros es el resultado de una síntesis entre la materia y la forma, los datos empíricos y las formas a priori. La solución que propone Kant se conoce como el “giro copernicano”: al igual que la revolución de Copérnico, en la teoría del conocimiento de Kant ocurre algo semejante:
- El conocimiento gira más en torno al sujeto que en torno al objeto.
- Conocer no es un proceso pasivo, sino que significa construir activamente el conocimiento estructurando los datos de la experiencia.
En definitiva, conocemos la realidad en la medida en que esa realidad se adapta a las estructuras fundamentales de la mente.
Estética Trascendental
Kant define la sensibilidad como la “capacidad de recibir impresiones al ser afectados por los objetos”, distinguiendo dos modos de la sensibilidad:
- El sentido externo: el espacio.
- El sentido interno: el tiempo.
Por ejemplo, no se puede ver algo sin verlo en un lugar del espacio y en un momento del tiempo. Espacio y tiempo son condiciones de nuestra percepción:
- Son generales.
- Son necesarios.
- Son independientes de la experiencia.
Kant define el espacio y el tiempo como formas a priori de la sensibilidad o intuiciones puras:
- Son formas, es decir, no son datos empíricos, sino el modo en el que percibimos las impresiones.
- Son a priori, es decir, independientes de la experiencia.
- Son intuiciones, no son conceptos elaborados por el entendimiento.
- Son puras, están vacías de contenido empírico y es el sujeto el que las va llenando de impresiones.
En conclusión, en la sensibilidad hay:
- Una materia empírica: las sensaciones.
- Una forma a priori: el espacio y el tiempo.
El resultado de esta unificación y ordenación de las sensaciones en el espacio y el tiempo es el fenómeno. Además, Kant se ocupa en la Estética Trascendental del conocimiento matemático: la geometría y la aritmética se ocupan respectivamente del espacio y del tiempo y pueden formular juicios sintéticos a priori porque el espacio y el tiempo son intuiciones puras, a priori; los juicios matemáticos son independientes de toda experiencia particular (son a priori) y son universales y necesarios, sin excepción posible.
Analítica Trascendental
El entendimiento es la facultad de pensar el objeto que viene dado en la intuición empírica, el fenómeno. Como pensar es lo mismo que juzgar, puede ser definido como la facultad de juzgar. Pensar o juzgar supone el uso de conceptos. Hay dos tipos de conceptos:
- Empíricos: generalizaciones tomadas de la experiencia.
- A priori: las categorías.
Las categorías son los conceptos que el entendimiento produce espontáneamente sin derivarlos de la experiencia y los aplica a las impresiones sensibles; gracias a ellas podemos pensar. El entendimiento no puede pensar el fenómeno si no es aplicándole estas categorías. Es un concepto a priori: es una condición necesaria para que podamos tener experiencias sobre el mundo. Así pues, en el entendimiento hay una materia (el fenómeno dado por la sensibilidad) y una forma (las categorías, puestas por el entendimiento). Las categorías son vacíos; así como el espacio y el tiempo han de llenarse con las impresiones, las categorías han de llenarse con los datos procedentes del conocimiento sensible. Esto implica que las categorías sólo son fuente de conocimiento aplicadas a los fenómenos.
Las categorías no son aplicables más allá de la experiencia, más allá de lo dado en el espacio y el tiempo. El objeto en tanto que aparece y es conocido, se denomina fenómeno. Pero no podemos percibir cómo es el objeto en sí mismo. De ahí la distinción entre fenómeno y noúmeno. Kant utiliza esta palabra para diferenciar lo que puede ser conocido de lo que puede ser pensado. El noúmeno delimita lo que puede ser conocido científicamente frente a lo que sólo puede ser pensado. Esta distinción entre fenómeno y noúmeno permite comprender por qué Kant denomina a su doctrina “idealismo trascendental”: el espacio, el tiempo y las categorías son condiciones de posibilidad de la experiencia de los fenómenos y no propiedades o rasgos reales de todas las cosas; o lo que es lo mismo, aunque los elementos que ordenan la realidad y permiten conocerla son puestos por el sujeto, sólo sirven si se aplican a la experiencia. Además, en esta parte de la obra, Kant se ocupa de la física. Los principios fundamentales en que se basa la física son juicios sintéticos a priori.
Dialéctica Trascendental
En esta parte de la obra, Kant se ocupa de la posibilidad de la metafísica, así como del funcionamiento de la razón. La dialéctica trascendental es una crítica de la razón en su pretensión de alcanzar el conocimiento de las cosas en sí, de lo que está más allá de la experiencia. La razón es la capacidad suprema de pensar y, como tal, elabora razonamientos. Con estos silogismos, la razón busca la construcción de juicios cada vez más generales, en busca de principios o leyes que abarquen el mayor número posible de fenómenos. Esta búsqueda de los principios últimos bajo los cuales se pueda comprender toda la realidad es llamada por Kant la búsqueda de lo incondicionado. Analizando, concluye que hay tres ideas trascendentales: la razón agrupa la totalidad de la experiencia interna bajo la idea de Alma; la totalidad de la experiencia externa bajo la idea de Mundo; y la totalidad de la experiencia posible bajo la idea de Dios.
Dios, Alma y Mundo son, según Kant, las “Ideas de la Razón” que expresan el ideal de la razón de encontrar leyes y principios cada vez más generales. El problema surge porque la razón aplica a las “ideas” las categorías del entendimiento como si se tratase de objetos de la experiencia. Como consecuencia, surgen juicios indemostrables o contradictorios que Kant llama paralogismos cuando se refieren al alma y antinomias cuando se refieren al mundo. Todo el desarrollo de la obra conduce a demostrar la imposibilidad de la metafísica. Es imposible un conocimiento del Alma, del Mundo y de Dios, ya que no poseemos intuición alguna de tales seres; y cuando la metafísica procede a hacer demostraciones mediante el principio de causalidad, comete una grave falacia: hace un uso ilegítimo de las categorías, al aplicar a las cosas en sí mismas lo que sólo puede ser referido a los fenómenos. Así pues, la metafísica es imposible como ciencia. Las ideas de la razón poseen un uso regulativo en un doble sentido: negativamente, señalan los límites que no se pueden traspasar; positivamente, impulsan a ampliar el campo de la investigación.
Juicios Científicos
Según Kant, para que un juicio pueda ser considerado como científico debe cumplir al menos dos condiciones:
- Que aumente nuestros conocimientos.
- Que posea validez universal y necesaria.
Kant comienza estableciendo la distinción entre juicios analíticos y juicios sintéticos, atendiendo a la relación que se establece entre el sujeto y el predicado:
- Juicios analíticos: el predicado está ya incluido en el sujeto; no aumentan mis conocimientos; son explicativos.
- Juicios sintéticos: el predicado no está contenido en el sujeto; aumentan mis conocimientos; son extensivos.
Pero además hay otra clasificación posible, atendiendo al modo de conocer la verdad de un juicio cualquiera:
- Juicios a priori: su verdad puede ser conocida independientemente de la experiencia; son universales y necesarios.
- Juicios a posteriori: su verdad es conocida a partir de la experiencia; no son ni universales ni necesarios.
Los juicios científicos, dice Kant, deben ser juicios sintéticos a priori, porque ellos cumplen las condiciones que debe reunir un juicio científico. Ejemplo: “La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos”. ¿Es un juicio analítico? No, ya que el predicado no está contenido en la noción de sujeto: en el concepto de “línea recta” no entra idea alguna de distancia. Es, por tanto, sintético. Además, es a priori: nos consta su verdad sin recurrir a la experiencia, y tiene un valor universal y necesario.