Vocabulario filosófico:
- Ser/No Ser; Uno/Múltiple. – Dualismo ontológico.
- Mundo sensible/Mundo suprasensible o inteligible. – Ideas/Objetos (cosas).
- Copiar/Participar. – Dialéctica.
- Anámnesis o recuerdo. – Catarsis.
Exposición
- Los dos problemas heredados. Platón heredó de filósofos anteriores dos cuestiones de gran importancia a las que intentó dar respuesta:
De los presocráticos, el problema del conocimiento de la realidad, es decir, la problemática entre lo que percibimos por nuestros sentidos (una realidad cambiante) y lo que la razón nos lleva a pensar (lo inmutable, o sea, ideas o conceptos). Parménides ya había mencionado la oposición entre el Ser (Ser = existir = pensar = la realidad unitaria e inmóvil) y el No Ser (la nada), concluyendo que no existía el movimiento, el vacío, el tiempo o la pluralidad de elementos de arché, mientras que Heráclito afirmaba que la realidad estaba sometida a un continuo cambio. En el caso de Platón se trataba por tanto de conciliar lo uno, eterno, inmóvil, con las cosas múltiples, variables y perecederas.
De los sofistas, el relativismo, referido tanto al campo del conocimiento (como Gorgias, que afirmaba que nada existía, que si existiera algo no se podría conocer, y que aun si se pudiera conocer algo, no se podría comunicar), como al campo moral (la frase de Protágoras, “el hombre es la medida de todas las cosas”, puede llevar a pensar que no hay bien ni mal, que no existe la verdad y que todo depende del punto de vista de cada uno).
Pues bien, he aquí las conclusiones de Platón:
- Dualismo ontológico e imitación. La solución de Platón es afirmar, por primera vez en la historia del pensamiento, que existe no una sola realidad, sino dos mundos distintos; de ahí el nombre de dualismo ontológico. Estos son:
- El mundo inteligible o suprasensible, constituido por las Ideas, que son realidades inmutables, inmateriales y eternas. Este es el mundo del conocimiento, del saber universal, al que el alma aspira por afinidad ontológica. Con ello incorpora Platón la idea del Ser de Parménides.
- El mundo que experimentamos por medio de los sentidos, el mundo sensible, el de las cosas materiales, cambiantes. Es el mundo de las opiniones. Con ello Platón se sirve de la teoría de Heráclito.
Tanto el Mundo de las Ideas como el sensible se relacionan mediante imitación, es decir, mediante copia o participación. En otras palabras: los objetos copian las Ideas. Una mesa en este mundo es una copia (imperfecta y perecedera) de la Idea de mesa (perfecta y eterna). Tratando de explicar este punto, Platón también afirma en ocasiones que los objetos del mundo sensible participan de las Ideas. Así, las mesas del mundo sensible participan de la Idea de mesa; nuevamente, no son sino reproducciones imperfectas de la Idea.
Pero, ¿cómo nace el mundo sensible a partir del de las Ideas? El nexo de unión de ambos mundos es para Platón el Demiurgo, un ser divino, eterno y bueno que no es un creador, sino una especie de artesano que materializa las Ideas en objetos sensibles. Platón se opone así a las teorías mecanicistas de los presocráticos, y ofrece una visión teleológica y positiva del cosmos, pues éste se articula a la luz de un mundo perfecto, el de las Ideas.
- El Mundo de las Ideas. A tenor de lo que hemos expuesto, es esencial entender que el concepto de idea es fundamental en el pensamiento platónico. ¿Pero cómo son las Ideas? Son eternas, inmutables, únicas, universales y perfectas. Las Ideas son el verdadero y pleno ser. La importancia de las Ideas radica en que estas son necesarias para lo siguiente:
- Para que exista el conocimiento; para que yo pueda conocer los objetos del mundo real (si no conozco la Idea, no reconoceré el objeto que la está imitando). Esto combate el relativismo de los sofistas.
- Para que las cosas del mundo real puedan ser (todo objeto del mundo sensible existe porque existe una idea de la que el objeto participa).
- Para hacer compatible la multiplicidad con la unidad, explicando así el cambio y solucionando el problema presocrático presente en Parménides y Heráclito.
El Mundo de las Ideas, según Platón, está además ordenado jerárquicamente, con la idea de Bien en la parte más alta. Sin embargo, qué quiere decir exactamente esta afirmación de Platón y cuál es el papel que juega la Idea de Bien en la teoría platónica no está del todo claro.
- El mito de la caverna. Platón explica la estructura de la realidad, es decir, delimita el conocimiento a partir de El mito de la caverna, que aparece en el libro VII de La República. Allí dice que los hombres vivimos como prisioneros que nunca han visto la luz del Sol. Nos encontramos encadenados en el fondo de una caverna, de espaldas a la entrada. Nuestros cuerpos se apoyan sobre un muro, tras del cual se sitúa una hoguera que permite a otros hombres reflejar en nuestro fondo la sombra de las figuras de animales y objetos que ellos portan. En un momento determinado de la historia, uno de los prisioneros escapa y sale de la cueva, contemplando así la luz del Sol y la realidad.
Con esta historia, Platón representa la realidad dividida en un mundo sensible -la caverna- y en uno inteligible -las Ideas- (o sea, el dualismo ontológico). Los encadenados son quienes sólo confían en sus percepciones sensibles y en sus apetitos corporales. El Sol es la idea de Bien. El hombre que escapa es el filósofo, que contempla la verdadera realidad, las Ideas, y llega a la idea del Bien. El filósofo se convierte así en el guía de los hombres.
- Grados de conocimiento (símil de la línea). Desde el punto inferior hasta el punto más alto de conocimiento tendríamos una línea ascendente que estaría relacionada con los grados del Ser y que se dividiría en dos tipos:
- Opinión (o doxa): se encarga del llegar-a-ser y es el conocimiento que se obtiene del mundo sensible a partir de los sentidos. Platón la subdivide en Imaginación (eikasía, captación de luces y sombras) y creencia (pistis, captación de objetos materiales). La física, que se encarga de enunciar leyes sobre el mundo sensible y que hoy es para nosotros una ciencia, no sería tal para Platón.
- Ciencia (o episteme): se encarga del Ser (las Ideas). Platón la subdivide en pensamiento (dianoia, conocimiento mediante matemáticas e hipótesis) y conocimiento puro (noesis, conocimiento de las Ideas). Es el último escalón del proceso cognoscitivo.
- Asimilación de las Ideas. Platón propone varias vías o métodos para asimilar o aprehender las Ideas:
- Anámnesis (o “recuerdo”): concepto que expone en obras como Fedón. Según él, el ser humano está compuesto por la unión de alma y cuerpo. El alma perteneció en otra época al mundo de las Ideas y estuvo en contacto con todas ellas; las contempló y conoció. Sin embargo, el alma, al encarnarse en un cuerpo, que pertenece al mundo sensible y es por tanto perecedero, pierde el conocimiento que tenía de las Ideas; las Ideas, por así decirlo, se le olvidan. Por ello Platón sostiene que el conocimiento es el empeño del alma por recuperar lo que perdió al unirse al mundo sensible y material. Conocer es, por tanto, no adquirir conocimientos nuevos, sino recordar.
- Dialéctica: es el proceso de ascensión del alma en busca de un conocimiento progresivamente más universal. Tiene una doble vertiente; de un lado, cierto carácter lógico, en tanto que supone un diálogo entre varias personas que proponen argumentos y contraargumentos hasta llegar a hipótesis válidas. En este sentido, viene a reflejar el pensamiento democrático y no simplemente persuasivo y relativista de los sofistas. Por otro lado, a nivel ontológico, la dialéctica es el mejor método para diferenciar las Ideas.
- El amor platónico (El Banquete): nada tiene que ver el concepto de amor en Platón con lo que hoy entendemos por “amor imposible” o platónico. Platón parte no de la atracción sexual, sino de la admiración entre dos personas. Los hombres necesitan amar para sentirse completos. Amar es pretender llegar a la Idea última de Belleza mediante la atracción en el siguiente proceso: Belleza de los cuerpos →belleza moral de las almas →belleza de las leyes →belleza de las ciencias →Idea de Belleza.
- La filosofía (Fedón): antes de morir y volver a contemplar directamente las Ideas, el filósofo debe servirse de la filosofía como medio de catarsis o purificación del alma. Es por ello que no se debe temer a la muerte, pues supone volver a la contemplación de la Verdad.
- Otros medios: aritmética, geometría, astronomía o música, aquello que tiene el número como base. Queda patente aquí la influencia de los pitagóricos.