Relación Hume otros filósofos
I. Introducción: el Empirismo
El Empirismo se extiende a lo largo de dos siglos. Es interesante comparar Empirismo y Racionalismo:
1. Según el Empirismo el origen del conocimiento es la experiencia mientras que para el Racionalismo es la razón
2. Según el Empirismo el conocimiento humano tiene límites, está limitado por la experiencia sensible, mientras que el Racionalismo tenía una confianza absoluta en los poderes de la razón para conocerlo todo.
3. Según el Racionalismo a partir de las ideas innatas el conocimiento avanza de forma necesaria y a priori: por ejemplo, en Descartes, Dios es una idea innata que funciona como criterio de evidencia, como fundamento de todo nuestro conocimiento. Para el Empirismo toda idea que se pueda encontrar en ella procede de la experiencia; realiza, por tanto, una crítica sistemática de la metafísica.
4. El Racionalismo buscaba un método que unificara el saber y había tomado como modelo a la ciencia moderna únicamente en su aspecto matemático, mientras que el Empirismo tiene un carácter más crítico y habría recogido el otro aspecto: la importancia de la experiencia.
5.
Empiristas y racionalistas defienden que lo que directamente conoce la mente son sus ideas (no las cosas), y pensar se reduce a relacionar ideas entre sí. Por esta razón, los empiristas conceden gran importancia a los análisis de los mecanismos psicológicos que explican las asociaciones de ideas entre sí y el aislamiento del sujeto frente a la realidad.
6.
Descartes tendrá que recurrir a Dios como garantía de la existencia del mundo externo.
Hume entiende que la única garantía del mundo externo es el hábito o costumbre que producen en nosotros la constancia y coherencia de nuestras percepciones.
II. Principios generales de teoría del conocimiento en Hume
Concretando lo dicho en el caso de Hume puede decirse que defiende los siguientes principios:
1.
Principio «empirista»
La experiencia es el origen y el límite de nuestro conocimiento.
Oposición frontal, por tanto, a las ideas innatas de Descartes y, de algún modo, también a las ideas de Platón.
2. Sólo conocemos directamente nuestras representaciones mentales. Así, para Hume, los contenidos de la conciencia son percepciones, las cuales pueden ser de dos tipos
: impresiones o ideas
La distinción entre ambas radica en el grado de fuerza o vivacidad.
Hume comparte esta teoría con Descartes.
Sin embargo, resuelve de distinto modo el problema de la existencia del mundo externo.
Para Descartes la existencia de Dios es la garantía de la existencia del mundo externo mientras que para Hume es la constancia y coherencia de nuestras percepciones, así como su valor de supervivencia, lo que produce en nosotros la costumbre de considerar reales nuestras percepciones.
3. Todas nuestras ideas no son sino copias de nuestras impresiones. No existen ideas innatas. El principio de «copia» permite a Hume eliminar cualquier metafísica, especialmente la racionalista y dogmática, que trabaje con ideas que no tengan su origen en la impresión. En el texto Hume propone un contraejemplo contra el principio de la copia:
Dada una serie gradual de matices de un color ¿seríamos capaces de imaginar un matiz que falte y que nunca hubiésemos visto? La respuesta es afirmativa y, por tanto, estamos ante un contraejemplo del principio de la copia. Sin embargo, Hume no le da la importancia que tiene y lo pasa por alto. Pero le hubiera sido muy útil para considerar el problema de la causalidad puesto que en dicho contraejemplo se demuestra que en nuestro conocimiento no todo proviene de la experiencia sino que también una parte se debe al sujeto. Esto será la gran revolución de Kant en teoría del conocimiento: su síntesis de Racionalismo y Empirismo.
III. Crítica a la metafísica
Hume es absolutamente contrario a la metafísica entendida ésta como un saber que pretende ir más allá de la experiencia.
Recuérdese que el escepticismo es la corriente filosófica la cual es imposible alcanzar la verdad.
Este es un escepticismo radical que llega a negar la existencia del mundo externo.
Hume, adopta un escepticismo moderado.
Es decir, si lo que conocemos son nuestras percepciones, y no las cosas directamente, nada nos asegura racionalmente de la existencia de un mundo exterior.
Pero resultaría absurdo -y nocivo para la vida- negar la existencia del mundo y actuar en consecuencia
La vida misma se encarga de eliminar este escepticismo. Y la viveza de las impresiones basta para fundar la creencia en un mundo exterior.
SIGUE—>
Este escepticismo moderado nos cura del dogmatismo de los metafísicos y al hacernos reconocer las limitaciones de nuestro entendimiento nos impide abordar cuestiones que no tienen su fundamento en la experiencia como son las cuestiones metafísicas.
La más abstrusa de todas es la que se refiere al problema de la substancia, ya sea la substancia corpórea (el sujeto de las cualidades percibidas) o espiritual (el yo, sujeto de la actividad mental) o la sustancia perfecta (Dios).
1. Crítica a la idea de substancia
Consiste básicamente en mostrar que no se puede conocer el carácter de substancia de los objetos sino sólo sus aspectos fenoménicos.
Toda la filosofía posterior a Aristóteles muestra una clara predisposición por el típico modo aristotélico de considerar el mundo, como más adelante señalará Nietzsche, la estructura de nuestro propio lenguaje.
La estructura lingüística básica es la estructura sujeto-predicado, que se corresponde con la distinción ontológica entre substancia y accidentes.
La substancia es la realidad de la cual se predican los atributos. Junto con esta carácterística, la concepción tradicional de la substancia concebía a ésta como lo permanente en el conjunto de modificaciones posibles que le podían sobrevenir a los objetos.
Si partimos del ejemplo de la sustancia de una “rosa”, podría decirse que:
1. Para Platón la rosa concreta no existe verdaderamente sino sólo la Idea de rosa en el mundo de las Ideas
2. Para Aristóteles la sustancia primera es la rosa concreta (en esto muestra un talante más empirista que Platón) pero como sobre lo individual no puede haber ciencia hay que buscar un sustrato firme para la ciencia y Aristóteles lo encuentra en la forma, la idea platónica, sólo que ya no la sitúa en un mundo extraño sino en la cosa misma, como soporte de los accidentes.
La crítica de Hume se fundamenta en el principio empirista.
3. Para Descartes el atributo de los cuerpos, sustancia finita, es la extensión, la posibilidad de ser medidos (fundamento filosófico de la aplicación de las matemáticas a la naturaleza que realiza la ciencia moderna). El ejemplo cartesiano es el de la cera:
Qué permanece debajo de todas las formas que puede adoptar: la extensión.
6.
Hume, llevando hasta el final lo que podríamos denominar «criterio empirista del conocimiento», afirma que no existe tal sustrato sobre el que se acomodan los accidentes sino que los cuerpos no son más que las impresiones simples que se tienen de ellos.
7. Posteriormente Kant realizará una síntesis de Racionalismo y Empirismo y afirmará que la sustancia es una categoría del entendimiento que el sujeto aplica a los datos de la experiencia. De este modo Kant se libra del dogmatismo cartesiano al eliminar la posibilidad de utilizar la noción de sustancia más allá de lo dado en la experiencia y, además, aleja el escepticismo de Hume al considerar que el conocimiento es una combinación de lo que pone el sujeto y lo que viene dado en la experiencia haciendo posible la necesidad de las leyes físicas puesto que esta tiene su origen en las categorías del entendimiento
2. Crítica a la idea del yo como substancia
Hume señala que cuando observamos nuestra mente no encontramos en ella nada simple y permanente sino un cúmulo de percepciones que se suceden unas a otras, negando con ello la tesis cartesiana del yo como una substancia pensante.
Para Hume la mente es una especie de teatro vacío en el que actúan nuestras percepciones
3. Crítica a la idea de Dios como substancia perfecta
De acuerdo con el principio empirista es imposible el conocimiento de la esencia y existencia de Dios.
Hume rechaza el argumento ontológico indicando que no es posible demostrar a priori la existencia de Dios, puesto que las cuestiones de hecho sólo se pueden decidir con la experiencia.
Pero tampoco nos sirven los argumentos «a posteriori «, puesto que parten del principio de causalidad y sólo podemos aplicarlo a datos de la percepción, no más allá.
Por tanto, el concepto clave de la metafísica (Platón, Aristóteles, Descartes)
Carece de valor, y la metafísica es una ilusión.