ESTOICISMO
El estoicismo, fundado en Atenas por Zenón de Citio, debe su nombre al «pórtico pintado» donde enseñaba su fundador. La escuela estoica se divide en tres épocas: la antigua (Siglo III a.C.) con Zenón, Cleantes y Crisipo; la media (Siglo II-I a.C.) con Panecio y Posidonio; y la nueva de época romana, con Séneca, Epicteto y Marco Aurelio. También destaca la revitalización del estoicismo en la época moderna gracias a Justo Lipsio.
Disciplinas del Estoicismo
La filosofía estoica se divide en tres disciplinas:
- Física (Ser): Concibe la realidad como un todo unitario, divino, armonioso y regido por la ley universal. Esta concepción materialista entiende que todo lo existente surge del fuego y volverá a él en un ciclo cósmico eterno.
- Lógica (Verdad): Enseña a pensar y razonar según el orden natural. Se subdivide en retórica (ciencia del bien decir) y dialéctica (ciencia del recto discurrir).
- Ética (Bien): Enseña a vivir en armonía con la naturaleza y es la culminación del sistema estoico. El saber converge en el saber vivir, buscando la felicidad como fin último.
Física Estoica: Un Universo Racional y Determinado
El Logos, la Razón Universal, impregna toda la realidad, otorgándole una estructura racional y buena. Este es el mejor de los mundos posibles, donde el mal no existe. Los fenómenos están preestablecidos por el Logos, y el hombre debe aceptar este orden inmutable. La libertad reside en acatar la necesidad.
Lógica Estoica: La Búsqueda de la Verdad
Los estoicos se centran en entes singulares captados por los sentidos. La razón, inicialmente una «tabula rasa», se llena de impresiones de los objetos. La verdad se encuentra en la representación cataléptica, una copia fiel del objeto que genera un asentimiento claro y evidente. El error surge de la precipitación, mientras que la calma asegura representaciones fiables.
Ética Estoica: El Camino hacia la Felicidad
La ética estoica se resume en: razón – virtud – apatía – eudaimonía. Actuar racionalmente lleva a la virtud, la imperturbabilidad y la felicidad. El hombre, al conectar su razón con el Logos, se ajusta al orden natural y se vuelve virtuoso. La apatía, o ausencia de pasiones, es clave para la felicidad, ya que las pasiones generan agitación e infelicidad. El hombre sabio se opone a las pasiones mediante la razón y alcanza la imperturbabilidad.