Ética
La ética es una reflexión que predomina en diferentes ámbitos del mundo. Es una disciplina que hace una contribución teórica a una manera de ser adquirida a través de los hábitos. El concepto deriva del término êthos. Aristóteles remarcó que la ética estaba determinada por la práctica y por la consecución de una finalidad. A través de la ética se obtienen unos rendimientos. Esta se aprende por hábito y consumo. Un ejemplo es el niño que imita los gestos de su padre. Esta acción sería la moral que sigue a la reflexión ética. Ambos conceptos se retroalimentan. Hoy en día hay una demanda de ética porque es una reacción contra el engaño, y es una reacción contra otros imperativos antepuestos como prioritarios.
Códigos deontológicos
Un código deontológico es una normativa que hace pasar de la ética (teoría) y la moral (acto práctico) a la deontología, que consiste en la fomentación de principios profesionales y en su adopción como hábitos. Por lo tanto, el código deontológico y la deontología lo que hacen es generar valores profesionales. La deontología es un conjunto de normas o principios de comportamiento profesional, con función reguladora, que habrán de adoptar los profesionales de diversos ámbitos y que se rigen por dos principios básicos: la responsabilidad social y la veracidad informativa.
Esfera pública
- Habermas: Lugar de producción y circulación de discursos que en principio pueden ser críticos con el poder. Teatro donde se escenifica el debate para obtener consenso.
- Nancy Fraser: Teatro de las sociedades actuales donde la participación política se canaliza a través del debate. Ámbito de la vida social donde se puede formar la opinión pública.
Sobre la realidad
La objetividad no existe, es un engaño. Toda información parte de un punto de vista, se origina desde la subjetividad. Según Kant, nuestra razón se basa en la suma de experiencias sensibles con nuestra categoría de racionalidad y esto genera una ‘X’ realidad. Esto quiere decir que la realidad tal como es no la conocemos. No podemos acceder a ella. Solo nos podemos acercar con rigor, y la forma de acercarnos ya la modifica, como dice el principio de incertidumbre de Heisenberg, porque no tenemos una mirada neutra y por lo tanto no hay tampoco una forma neutra de la verdad. Pero, ojo, esto no es indicio de mala cualidad informativa. Aunque es cierto que muchos medios incomunican a la gente, explican la realidad que les interesa, desinforman como diría Neil Postman. Los medios crean realidad, la generan, crean un foco de interés. Actualmente vivimos en la sociedad de la información, en la última revolución tecnológica que ha facilitado el acceso a ella. No solo tenemos muchos más documentos sino que ha cambiado nuestra forma de ver la cultura. Cada vez más el entretenimiento se mezcla o sustituye la información y la formación. Los medios no son neutros, es una realidad, hay intereses que les mueve, pero nosotros tenemos la libertad de elegir nuestros canales.
Opinión pública: La opinión pública es la tendencia o preferencia, real o estimulada, de una sociedad o de un individuo hacia hechos sociales que le reporten interés.
Bill Kovach y Tom Rosenstiel (los elementos del periodismo): Polonia sobre el 1981, programa radiofónico «sesenta minutos por hora» forzaba explícitamente los límites de lo que a los polacos se les permitía decir en voz alta. “Teníamos la impresión de que si en la radio podían decirse cosas así, es que éramos libres” buscaron la prohibición de la libertad de expresión pero lo que encontraron fue el nacimiento de aquello que llamarían la opinión pública: «Nos negamos a ver la televisión, rechazamos vuestra versión de la realidad»
Sobre el periodismo
El propósito principal del periodismo es proporcionar a los ciudadanos la información que necesitan para ser libres y capaces de gobernarse a sí mismos. Los medios informativos nos ayudan a definir la comunidad y a elaborar un lenguaje y un conocimiento compartidos basados en la realidad. Los medios de comunicación actúan como un guardián, impiden que el ciudadano caiga en la complacencia y ofrecen voz a los olvidados. Actualmente, es cierto que las nuevas tecnologías y el libre albedrío con el que circula la información han difuminado un poco el concepto de periodismo, pero en ningún momento se ha cuestionado su función democrática. El auge de Internet y la implantación de las líneas telefónicas de alta velocidad no significan, como algunos han sugerido, que la idea de aplicar criterios críticos a las noticias —esto es, decidir lo que el ciudadano necesita y desea saber para ejercer su autogobierno— haya quedado obsoleta. Al contrario, parece más necesaria que nunca. En la cultura de la nueva economía y las nuevas comunicaciones lo que necesitamos es orientación. Tenemos la desesperada necesidad de conseguir alguna estabilidad en un mundo cada vez más desquiciado. La primera tarea del nuevo periodista consiste en verificar qué información es fiable, y a continuación ordenarla a fin de que los ciudadanos la capten con eficacia.
Walter Lippmann manifestó que desde su punto de vista la democracia estaba viciada ya en su propia base. Los ciudadanos conocen el mundo sobre todo de manera indirecta, gracias a «las imágenes que se hacen de él en su cabeza», de las que los medios de comunicación son los responsables principales. El problema, argüía Lippmann, reside en que esas imágenes están distorsionadas e incompletas, deformadas por las inevitables debilidades de la prensa. Otro gran problema es que la capacidad del ciudadano para comprender la verdad, incluso cuando se topa de bruces con ella, se ve deteriorada por la arbitrariedad, los estereotipos, la falta de atención y la ignorancia. Para Lippmann, los ciudadanos son como espectadores de teatro que «llegan hacia la mitad del tercer acto y se marchan antes de que caiga el telón…