Ética Helenística: Epicureísmo y Estoicismo

Objeto de la Ética

Es importante aclarar que los animales no tienen moral porque tienen la vida programada por el instinto. En cambio, el ser humano, aunque en las primeras etapas tiene comportamientos instintivos, al ir creciendo desarrolla la razón para elegir en qué casos dar rienda suelta a los instintos. El hombre se ve obligado a elegir en diferentes situaciones lo que va a hacer, con lo que manifiesta su libertad.

Por otro lado, la sociedad posee normas de conducta que aprendemos desde niños, que enseñan qué es lo bueno, lo malo, lo justo, etc. Este conjunto de normas es lo que se considera moral. Sin embargo, el sujeto puede elegir si cumplir las normas, ya que goza de libertad, pero si no lo hace es su responsabilidad. Los actos morales son los que tienen responsabilidad; la libertad se encuentra relacionada.

La persona no tiene responsabilidad moral cuando:

  1. El hombre no sepa las circunstancias y consecuencias de su acción.
  2. La causa de sus actos esté en otro que lo obligue a actuar, y no en él mismo.

La moral, por ser un hecho, requiere justificación. Por ejemplo, con la pena de muerte, puede justificarse como defensa de los ciudadanos, pero puede pasar que se dude de dicha justificación. Aquí entramos en el plano de discusión ética, propia de todos los ciudadanos capaces de reflexionar éticamente.

Podemos afirmar entonces que la moral es un hecho y la ética es la reflexión crítica acerca de la moral y se limita a proponer principios que sirven de fundamento de las normas morales. En conclusión, la ética es la ciencia del comportamiento moral de los hombres en la sociedad.

Helenismo

Fue un periodo histórico que abarcó desde la caída de Atenas hasta la conquista de Egipto en el 30 a. C. Las filosofías comparten una ética más individual, temerosa y defensiva ante poderes públicos. Los filósofos se ofrecen como maestros del arte de ser feliz.

Se destacan dos escuelas filosóficas: el epicureísmo y el estoicismo.

Epicureísmo

Corriente filosófica fundada por Epicuro de Samos. Su éxito radicaba en la sencillez de sus enseñanzas, ayudando a conservar la serenidad del alma frente a perturbaciones exteriores. El fin del hombre es alcanzar la felicidad, que consiste en alcanzar el placer evitando el dolor, el único mal. Todos los seres vivientes buscan los placeres y huyen de los dolores.

El hombre está compuesto de cuerpo y alma, y a cada parte le corresponden ciertos placeres: los del cuerpo son carnales y efímeros, y los del alma son superiores y elevados. El ser humano, al estar dotado de conocimiento, debe elegir sabiamente los placeres, ya que no puede entregarse desenfrenadamente a todos los placeres porque pueden traer un dolor mayor.

Por eso conviene controlar el cuerpo mediante la prudencia, logrando el equilibrio del hombre. Por lo tanto, la virtud implica regular los apetitos desenfrenados y saber que no todos los dolores son malos, sino que a veces pueden reportarnos un bien mayor, así como algunos placeres nos pueden traer dolores.

En conclusión, el sabio debe moderar sus impulsos mediante la templanza; no se debe elegir a ciegas cualquier placer. Entonces, la moral de Epicuro no es un puro hedonismo, ya que busca alcanzar la felicidad sin el desenfreno de las pasiones, sino alcanzando la paz del alma, superando temores y perturbaciones.

Carta a Meneceo

Ni el joven ni el viejo deben dejar de filosofar, porque nunca es muy tarde o temprano para hacerlo, y decir que no me llegó el momento de filosofar es absurdo. Luego, Epicuro afirma que hay tres temores para eliminar:

  1. El temor a los dioses: Para Epicuro, los dioses son seres inmortales y bienaventurados, pero que no influyen en los asuntos humanos, por eso no debemos pensar que tienen poder que en realidad no poseen.
  2. Temor a la muerte: El hombre está compuesto de cuerpo y alma, y cuando estos están unidos tenemos sensibilidad, pero cuando morimos dejamos de sentir, por eso no hay que temerle a la muerte, ya que es la liberación de todos los males y dolores. Epicuro dice que cuando nosotros somos, la muerte no está, y cuando ella llega yo ya no soy; la muerte no es nada para nosotros, entonces no hay nada terrible en no vivir.
  3. Miedo al destino: El destino no existe, solo el azar. Además, el futuro no nos es totalmente ajeno, pero tampoco depende solo de nosotros.

Por último, plantea el placer como principio y fin de la vida feliz, por lo que debemos aprender a dejar ciertos placeres para no caer en un dolor mayor, así como a veces pasar por un dolor para llegar a un placer mayor. La vida feliz es producida por una sabia elección. En conclusión, nadie puede ser feliz sin ser prudente, honesto y justo, ya que la felicidad va unida a las virtudes.

Estoicismo

Los estoicos creen en el destino, por lo que la libertad queda reducida a un poder ineficaz de oponerme al destino, porque lo que tiene que ser, sucederá. Y si uno se opone al destino, será causa de infelicidad; por lo tanto, es mejor dejarse llevar por el mismo; de esta manera se logra la verdadera paz del sabio. Por eso el hombre debe ajustar su conducta al orden universal.

Los estoicos distinguen:

  1. Cuestiones buenas (ej.: virtud)
  2. Cuestiones malas (ej.: vicios)
  3. Las indiferentes (que no dependen de nuestra voluntad)

Los estoicos afirman que el principio supremo es la virtud, que es vivir conforme a la naturaleza y, de esta manera, vivo conforme conmigo mismo; por eso la virtud va unida a la felicidad. La virtud es una sola porque todas están relacionadas, pero la más importante es la sabiduría. Las virtudes no son innatas, sino que hay que ir aprendiéndolas.

Las pasiones vienen de impulsos primitivos, y cuando no son regulados, se vuelven irracionales y en contra de la naturaleza. Por eso hay que eliminar las pasiones para alcanzar la imperturbabilidad, la condición para lograr la serenidad del alma del sabio.

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