Ética y Filosofía: Tomás de Aquino, Kant y Hume

La Ética en la Filosofía de Tomás de Aquino, Kant y Hume

Ética de Tomás de Aquino

La ética de Tomás de Aquino se fundamenta en la noción de que el ser humano, al ser una sustancia natural, tiende hacia un fin específico: la felicidad. Este fin último está relacionado con la contemplación de Dios, y para alcanzarlo, el ser humano dispone de entendimiento y libertad. Según Aquino, la verdadera libertad no consiste en la simple capacidad de elegir, sino en la apetencia del bien, lo que significa elegir lo que es moralmente correcto. Esta libertad se encuentra en la capacidad del ser humano para orientarse hacia el bien a través de la razón.

El concepto de la virtud es central en su ética. Aquino sostiene que la virtud es el hábito que permite alcanzar la felicidad, pues facilita el cumplimiento de la ley moral o ley natural. Esta ley natural no es algo impuesto externamente, sino que se deriva de la naturaleza humana misma. Es una ley que se conoce a través de la razón, y de ella surgen tres tendencias naturales que guían el comportamiento humano:

  1. Conservación de la vida: El ser humano, como todo ser natural, tiene el impulso de preservar su propia existencia. Esto se traduce en la norma de conducta de la conservación de la vida.
  2. Procreación y cuidado de los hijos: El ser humano, como animal, tiene la inclinación natural a procrear y a cuidar a sus descendientes, lo que implica normas relacionadas con la procreación y el cuidado de la familia.
  3. Búsqueda de la verdad y convivencia social: Como ser racional, el ser humano tiene el impulso de conocer la verdad y de vivir en una sociedad ordenada, lo que se traduce en normas que promueven el respeto por la justicia y la búsqueda de la verdad.

Estas tres inclinaciones naturales son vistas por Aquino como los pilares de la ley natural, y las normas derivadas de ellas son universales e inmutables. En resumen, la ley natural establece que el ser humano debe hacer el bien y evitar el mal. La moral de la ley natural está vinculada a la ley eterna de Dios, lo que implica que, en caso de conflicto con la ley positiva (las leyes humanas), la ley natural debe prevalecer, y el ser humano debe obedecer lo que dicta su conciencia moral.

Por otro lado, la Ley Positiva es aquella ley creada por el ser humano para regular la convivencia en sociedad. La ley positiva se considera una extensión de la ley natural y tiene la función de concretar y garantizar que los principios de la ley natural sean respetados en la práctica. La Ley Positiva, al ser humana, está sujeta a variaciones según el contexto social y político, pero siempre debe respetar los principios fundamentales establecidos por la ley natural.

La Ley Eterna es la ordenación divina que rige todo el universo, que es concebido como un plan racional de Dios. Todo lo que existe sigue esta ley eterna, aunque el comportamiento de los seres naturales (como las leyes físicas) se regula de manera distinta al de los seres humanos. Los seres humanos, por su libertad, están gobernados por la Ley Natural, que es una parte específica de la Ley Eterna dedicada a la conducta humana.

La Realidad según Descartes

Por lo visto hasta ahora la realidad va a estar conformada por tres ámbitos diferentes:

  • Dios = substancia infinita = res infinita
  • Mundo = substancia extensa = res extensa
  • Yo = substancia pensante = res cogitans

Para Descartes la substancia es una cosa que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir. En principio la única substancia que propiamente lo es, es Dios, pues las otras dos substancias son creadas por Dios y conservadas por él. Sin embargo, podemos mantener esta definición para establecer la independencia mutua entre la sustancia pensante y la sustancia extensa, que no necesitan la una de la otra para existir.

Las substancias tienen atributos y modos:

  • Atributos: esencia de la substancia, se identifica con ella.
  • Modos: modificaciones no esenciales de las mentes y los cuerpos.

Atributos. Modos

Dios Pensamiento, independencia, infinitud, bondad… No tiene

Cuerpos Extensión. Movimiento y figura

Alma Pensamiento Imaginación, memoria, querer…

Ética de Kant

En su ética, Kant distingue entre dos usos de la razón: la razón pura, que se ocupa de los objetos de conocimiento teórico, y la razón práctica, que se centra en los fundamentos de la voluntad. En su obra «Crítica de la Razón Práctica», Kant no busca dar reglas morales concretas, sino fundamentar la moralidad y los principios que determinan si una acción es moral o no.

Kant sostiene que la moralidad debe buscarse *a priori*, en los conceptos de la razón pura, y no en aspectos de la naturaleza humana o de la sociedad. Según él, los juicios morales son universales y necesarios, es decir, son válidos para todos los seres racionales, independientemente de la experiencia. Se opone a las éticas materiales, como las de Epicuro o Montaigne, que fundamentan la moralidad en fines concretos (como el placer o la educación), y propone una ética formal, que no se basa en el fin de la acción, sino en la máxima (principio subjetivo) que guía la acción.

Para Kant, una acción es moral solo si se realiza por deber, es decir, por respeto a la ley moral. Esta ley se expresa a través del imperativo categórico, que ordena actuar de acuerdo con principios que puedan convertirse en ley universal. Las principales formulaciones del imperativo categórico son:

  • Actúa solo según una máxima que puedas querer que se convierta en ley universal.
  • Actúa como si la máxima de tu acción debiera ser una ley universal de la naturaleza.
  • Actúa de tal manera que trates a la humanidad, tanto en ti mismo como en los demás, siempre como un fin y nunca solo como un medio.

El ser humano, para Kant, tiene un valor absoluto como persona, y no debe ser tratado como un medio para un fin. La autonomía de la voluntad es el fundamento de la dignidad humana, ya que la voluntad debe darse a sí misma las leyes morales, en contraste con la heteronomía, cuando los principios externos determinan la voluntad.

Además, Kant establece que ciertos postulados son necesarios para la moralidad, aunque no son demostrables. Estos son la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. La libertad es necesaria porque la moral exige que el ser humano actúe según el deber, lo cual solo es posible si tiene la capacidad de elegir. La inmortalidad se postula para que la aspiración a la virtud se pueda alcanzar en una existencia ilimitada. Finalmente, la existencia de Dios es necesaria para reconciliar la virtud y la felicidad, y para otorgar una recompensa o castigo a las acciones morales.

En resumen, la ética de Kant se basa en la idea de que la moralidad se fundamenta en principios universales y *a priori*, y que la acción moral depende de la voluntad autónoma que actúa según principios que pueden convertirse en ley universal, guiados por el imperativo categórico.

Conocimiento según Hume

Hume sostiene que la percepción es la base del conocimiento, definida como cualquier hecho de conciencia o modificación interna de la mente. Estas percepciones se dividen en impresiones e ideas. Las impresiones son percepciones más vivas y fuertes, como sensaciones o emociones, mientras que las ideas son réplicas débiles de las impresiones, asociadas a la memoria, imaginación y entendimiento. Hume afirma que las ideas dependen de las impresiones, siendo las primeras siempre originadas por las segundas.

Hume hace una distinción adicional entre impresiones e ideas simples (que no se pueden dividir, como el color rojo) y impresiones e ideas complejas (que pueden descomponerse, como una silla). Además, señala que las ideas están conectadas entre sí a través de la imaginación (que combina libremente las ideas) y las leyes de asociación: semejanza, contigüidad y relación causa-efecto.

Tipos de Conocimiento

Hume distingue entre dos tipos de conocimiento:

  1. Relaciones de Ideas: Son proposiciones que operan sobre conceptos abstractos y no necesitan ser verificadas con hechos reales, como «el todo es mayor que sus partes». Son necesarias y ciertas pero no dicen nada sobre el mundo real.

  2. Cuestiones de Hecho: Este conocimiento se basa en la experiencia y las impresiones. Las proposiciones son contingentes y probables, y dependen de lo que experimentamos.

Criterio de Certeza y Límites del Conocimiento

Hume establece un criterio para determinar cuándo una idea es verdadera: si podemos identificar la impresión correspondiente a la idea, esta es verdadera; si no, es una ficción. Esto implica que el conocimiento humano tiene un límite: está restringido a las impresiones. No podemos conocer hechos futuros, ya que no tenemos impresiones de ellos, aunque creemos en su ocurrencia basándonos en la relación causa-efecto.

Crítica al Principio de Causalidad

Hume cuestiona la relación causa-efecto, que comúnmente se ve como una conexión necesaria entre hechos (por ejemplo, fuego y calor). A pesar de observar una sucesión constante de eventos (cuando hay fuego, hay calor), Hume argumenta que no podemos tener una impresión directa de esta «conexión necesaria». Solo observamos una sucesión constante en el pasado, pero nunca hemos observado la conexión que vincula causa y efecto.

Según Hume, la certeza sobre hechos futuros no proviene de un conocimiento verdadero, sino de la costumbre o hábito de haber observado que ciertos eventos siempre ocurren juntos. Así, las inferencias causales no se basan en razonamiento, sino en creencias formadas por la repetición de experiencias pasadas.

En resumen, Hume afirma que el conocimiento se limita a lo que podemos percibir (impresiones) y nuestras creencias sobre la causalidad no tienen un fundamento lógico, sino que son el resultado de hábito.

La Ética de Hume

Hume propone una visión radicalmente diferente sobre la moral. Para él, los juicios morales no se basan en la razón, sino en el sentimiento. Tradicionalmente, los filósofos han considerado que la distinción entre lo bueno y lo malo (virtud y vicio) depende del entendimiento, es decir, de la razón, que es capaz de conocer el orden natural y, a partir de ahí, determinar qué comportamientos son adecuados o no. Sin embargo, Hume rechaza esta idea y afirma que la razón no puede determinar ni influir en nuestras acciones morales. La razón puede describir hechos, pero no puede hacer que actuemos de una u otra manera.

Hume argumenta que los juicios morales, en realidad, se basan en las pasiones o sentimientos. La razón, en el ámbito moral, es simplemente esclava de las pasiones: su único papel es obedecerlas y servirlas. Los juicios morales no pueden ser producto de la razón porque esta no puede incidir directamente en el comportamiento, ni determinar lo que es bueno o malo. El conocimiento intelectual puede describir hechos o ser útil en ciertos aspectos, pero no impulsa nuestras decisiones morales.

El sentimiento que Hume identifica como base de la moral es un sentimiento de placer y dolor. Las personas se sienten atraídas hacia lo que les causa placer y se alejan de lo que les provoca dolor. Para Hume, el fundamento de la moral está en la naturaleza humana, que es común a todos los seres humanos. Existe un instinto natural que, en forma de inclinación o sentimiento, determina lo que consideramos bueno o malo.

Según Hume, las cualidades morales (como virtud o vicio) no son más que cualidades sensibles, es decir, agradables o desagradables. Lo que se considera bueno es lo útil o lo que satisface las necesidades humanas, mientras que lo malo es lo que es nocivo o contrario a la vida sensible. Este enfoque es conocido como utilitarismo, ya que el criterio para discernir el bien y el mal moral es la utilidad, el gozo o el dolor que nos causan.

Hume no atribuye un carácter egoísta o personal a este sentimiento, sino que lo extiende a la utilidad general. El principio moral fundamental de Hume es la simpatía o empatía, que es la capacidad de compartir las emociones de los demás. La experiencia de placer o dolor en otros provoca en nosotros una impresión similar, lo que nos lleva a juzgar si una acción es buena o mala.

La aprobación o desaprobación común que los seres humanos tienen sobre ciertas acciones es lo que hace que esas acciones sean consideradas virtuosas o viciosas. Esta aprobación no depende del juicio individual de una persona, sino de la opinión colectiva sobre lo que beneficia o perjudica la vida humana, ya sea individual o social. De este modo, la moral se basa en la capacidad de ponerse en el lugar del otro y compartir sus emociones.

En resumen, para Hume, la virtud es cualquier acción o cualidad mental que provoca en las personas un sentimiento agradable de aprobación. En cambio, el vicio es lo contrario: lo que genera desaprobación y malestar. La moral no se encuentra en la razón, sino en las emociones humanas y en el sentimiento de simpatía hacia los demás.

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