La Investigación Histórica: Siglos XVIII y XIX
3.1. La Investigación Histórica: Siglos XVIII y Finales del Siglo XIX
Características del desarrollo histórico en cada una de las etapas:
La Historiografía de la Ilustración
Se denominó Ilustración al movimiento intelectual y filosófico que se extendió durante casi todo el Siglo XVIII y que abarca desde el Racionalismo y el Empirismo del Siglo XVII hasta la Revolución Industrial del Siglo XVIII, la Revolución Francesa y el Liberalismo. La Ilustración hace referencia a las tendencias intelectuales que buscan “ilustrar” al ser humano, donde la razón se considera la fuerza iluminadora del hombre, por lo que también se habla de racionalismo. En este periodo Dios ya no da respuestas a las múltiples interrogantes del hombre, sino más bien la razón. Por ello algunos ilustrados creían en una religión natural, no revelada por Dios (Deísmo), e impugnaron la revelación cristiana. El descubrimiento de Pompeya renueva el interés por la Antigüedad clásica (Neoclasicismo) y proporciona materiales que inauguran una naciente ciencia de la arqueología. Las naciones europeas alejadas del Mediterráneo buscan sus orígenes históricos en mitos y leyendas que a veces se inventan.
En síntesis, en esta centuria (siglo XVIII) se produce una revolución espiritual, predecesora de una revolución política, donde se reacciona contra la superstición y la concepción teológica de la historia. Se impone el cultivo y uso de la razón para esclarecer a los humanos y evitar sean absurdos y malvados. Se despierta la especulación política iniciando una tendencia a la reforma de las instituciones políticas y económicas y se generaliza el empleo del español en todos los escritos. Se vuelve hacia el universalismo, la pluralidad, y a la vez que se continúan las tendencias humanistas, con su admiración unilateral por ciertos pueblos y formas de vida, aparece el humanitarismo, el culto de la humanidad. Sin embargo, la más grande aportación fue la creación de la filosofía de la historia.
Efectos de la Ilustración en el Siglo XVIII
- Idea de la Divina Providencia sustituida por la idea del progreso.
- Unión de tradición literaria y erudita.
- Origen de la historia científica.
- Multiplicación de los anticuarios, avance notable de la erudición crítica documental.
Características del Periodo
- Difusión del método científico experimental.
- Expansión Económica agraria y mercantil.
- Crecimiento demográfico y urbano.
- Aumento del público elector y de la producción bibliográfica.
- Fortalecimiento de la burguesía.
- Inicio de la crisis del antiguo régimen.
- Reformismo de los déspotas ilustrados.
- Razón Humana: Único criterio de conocimiento y autoridad.
- Concepción pragmática del saber.
- Critica la Religión.
- Idea de la naturaleza, como ámbito ordenado y predecible.
- Carácter cosmopolita y universal del saber.
Concepción Historiográfica
- Idea del tiempo como vector y factor del progreso.
- Cronología: Cadena causal y evolutiva de cambio significativos e irreversibles.
- Triunfo de la noción de “Flecha del Tiempo” (A. Eddington, 1927).
- Se combaten el anacronismo y la ucronía.
La Historiografía Positivista
La filosofía positivista tendrá muy pronto su reflejo en la Historiografía. Sus más señalados representantes serán alemanes, pero esta postura se extenderá por toda Europa. El positivismo introduce la necesidad de dotar a la Historia de un método científico y técnico objetivo. A esta corriente pertenecen los auténticos creadores de la Historia moderna, y es la responsable de que entre en las universidades, y de que se creen academias de historia en toda Europa y América. Pero el positivismo pretenderá desmarcarse de las corrientes políticas e ideológicas, y ser neutral, con lo que dejan que la Historia sea utilizada por la clase dominante.
Es en Alemania donde surgen los primeros historiadores positivistas, un poco como reacción a los idealistas. Son, ideológicamente, nacionalistas, pero predicarán el objetivismo y la neutralidad. Presentan la erudición como instrumento de trabajo fundamental, y lo convierten en la esencia de la Historia. En última instancia, el positivismo tenderá a formular leyes. Los documentos y la arqueología se convirtieron en el objeto de estudio, tratados científicamente. La Historia se hace con documentos, y el historiador no debe interpretarlos, sólo ordenarlos para comprender los hechos.
Berthold Georg Niebuhr (1776-1831) es uno de los más famosos historiadores positivistas. Sus estudios se centran en la Roma monárquica, a la que concede todo tipo de virtudes. Este será el modelo de erudición, saber muchos hechos, pero muy locales. Aunque será el ministro prusiano Stein quien impulse la publicación de los «Monumenta germaniae histórica», que será la obra cumbre del nacionalismo romántico alemán. Iniciados por la «Sociedad para el Estudio de la Historia Política Alemana Antigua» recogen la colección de fuentes de historia medieval alemana más importante.
No obstante el historiador más relevante fue Leopold von Ranke (1795-1886) que ha sido considerado el fundador de la historiografía contemporánea. Ranke recoge la postura erudita de Niebuhr para incorporarla a un nuevo modelo metodológico que pretende que la tarea del historiador es exponer cómo ocurrieron las cosas. De esta manera deja fuera del conocimiento histórico la interpretación. Pero ni la objetividad, ni la neutralidad, ni la imparcialidad son posibles de manera absoluta. Ni el propio Ranke pudo sustraerse a seleccionar los hechos más relevantes, ni a hacer juicios de valor. Es Ranke quien afirma que la misión de la historia «no consiste tanto en reunir y acoplar hechos como en comprenderlos y explicarlos».
En Francia el positivismo encontró su representante en Jules Michelet (1798-1874). Michelet elaboró una Historia que le acerca al concepto de historia total, a pesar de la erudición. En 1830 escribirá «Introducción a la historia universal» y en 1874 «Historia de la Revolución francesa». En su «Historia de Francia» el pueblo pasará a ser el protagonista de la historia, por lo que se estudiarán los fenómenos económicos, sociales, etc.
Numa-Denis Fustel de Coulanges (1830-1889) tratará de conciliar el positivismo con el idealismo. Afirma que los hechos de la historia deben ser tratados como cualquier otra ciencia usa sus datos, aunque es cierto que de los datos históricos se desprenden, de manera natural, ideas filosóficas. Atribuye a la inteligencia del hombre la capacidad de cambiar la historia.
El positivismo se convierte, en manos de Hippolyte Taine (1828-1893), en agente del conservadurismo monárquico. Su visión de la historia se centra en el estudio del Antiguo Régimen antes de la Revolución francesa, y concluye que en él estaban las claves un cambio que se pudo producir sin revolución. Esta visión destruye por completo el mito objetivista y neutral.
Panorama Actual del Quehacer Historiográfico: Siglos XX-XXI
La Escuela de los Annales. Su Herencia
La escuela de los Annales se formó en Francia a partir de la publicación de la revista «Annales de Historia Económica y Social» en 1929. Su modelo histórico supone un giro copernicano en la Historiografía. Los fundadores de la revista fueron Marc Bloch (1886-1944) y Lucien Febvre (1878-1956). La escuela de los Annales ataca los fundamentos de la escuela positiva, y tiene un claro compromiso social. No es una escuela marxista, aunque sí utiliza el materialismo histórico. Con el tiempo, esta influencia es hace más débil. En 1946 la revista se llamará «Annales. Economías. Sociedades. Civilizaciones». Todo en plural, porque todos los hechos se enlazan y forman las civilizaciones, que no son las de Toynbee. Pero, además, la escuela de los Annales tiene claras influencias de la Geografía y la Sociología.
La escuela de los Annales tratará de comprender y explicar el pasado de cada pueblo en todas sus dimensiones, cómo ocurrió lo que ocurrió y por qué, para lo que utilizarán todas las ciencias auxiliares que les sirvan en su tarea. De esta manera, rompen el estrecho margen de la especialización. La Sociología será, siguiendo a Durkheim, una realidad histórica autónoma que trascendía a los individuos, poseía sus propias leyes y que había que estudiar a través de los hechos positivos. Fue Hendir Berr quien propuso la incorporación de la sociología en el estudio de la historia. La Geografía, sobre todo la geografía humana de Vidal de la Blache, es otra de las grandes influencias. El marco natural se vuelve relevante, ya que en él están impresos los cambios que las sociedades han hecho en el medio. El paisaje es una creación histórica del hombre. También utilizaron los métodos estadísticos, económicos y de cualquier otra ciencia, que les sirviese.
La economía y la sociedad pasaron a ser el objeto de estudio de la Historia, por encima del Estado, las instituciones, los personajes y las guerras. Estas cosas pasan a tener un lugar secundario, ya que sólo explican la coyuntura. La escuela tiene un marcado espíritu crítico del capitalismo dominante, y lucha contra la historia política como la única válida. Se cambia el objeto de estudio, que pasa a ser el ser humano que vive en sociedad. Todas las manifestaciones históricas deben ser tratadas como una unidad, que sólo existe en la realidad social, en el tiempo y en el espacio. Las barreras cronológicas y espaciales se vuelven artificiosas. El estudio histórico debe centrarse en sociedades concretas, delimitadas en el espacio y en el tiempo.
La escuela de los Annales tratará de convertir la Historia en una ciencia, para lo cual Bloch formulará un nuevo concepto de hecho histórico. Frente al hecho histórico se muestra partidario de la opción de hecho, de la historia como problema, de formular hipótesis y plantear problemas. Los hechos fundamentales de la Historia pueden cambiar debido a la complejidad de la misma. La escuela negará el documento escrito como fuente indiscutible y máxima de conocimiento histórico. Toda realización que parta de la actividad humana será una fuente. La escuela de los Annales supone un nuevo rumbo en la historiografía moderna que no se puede evitar. En ella trabajaron historiadores tan importantes como Frenand Braudel, que dirigiría la revista y fijaría su atención sobre los ritmos de evolución temporal: el corto plazo para los acontecimientos, el medio plazo para las coyunturas, y el largo plazo para las estructuras. Otros historiadores relevantes fueron: Emanuel Le Roy Ladurie, Pierre Chaunu o Marc Ferro.