Evolución del Pensamiento: Del Heliocentrismo a la Cultura y el Lenguaje

Heliocentrismo

El heliocentrismo, en sus dos aspectos, se destruyó a comienzos de la Edad Moderna. Se impulsó así la imagen de un mundo finito, aunque de dimensiones mucho mayores que las del mundo ptolemaico. Su centro era el Sol (no ya la Tierra), rodeado de una esfera de estrellas fijas. Galileo sentó las bases de una nueva imagen del mundo con su mecánica (teoría matemática del movimiento). Frente a sus innovaciones, su condena en 1633 constituyó el intento de la Iglesia por conservar la insostenible hegemonía de la cosmovisión medieval, fundada en la Biblia y en los sabios griegos. Galileo y Newton se atuvieron exclusivamente a la descripción matemática de los movimientos de los cuerpos, tanto celestes como terrestres, sin pronunciarse nunca sobre las últimas causas de tipo metafísico. La física se limitaba a un conocimiento mecánico del mundo, y diseñó, así, un cosmos al modo de una máquina que funciona automáticamente una vez puesta en marcha. Se prescindió de la pregunta metafísica por el sentido y la finalidad de este mundo, o sea, por aquello gracias a lo que las cosas son ordenadas y reguladas. El dinamismo del mundo se regula automáticamente por la mutua atracción de masas y en virtud de las leyes de la gravedad y de la inercia. La ley de la gravedad es la fuerza que mueve todo el universo. Por ello, para Newton, el mundo carece de un único centro y es infinito. En todo caso, se puede describir mediante las fórmulas matemáticas de la fuerza y del movimiento, sin necesidad de la hipótesis metafísica de Dios ni de la pregunta por su finalidad última.

Contraposición entre Naturaleza y Cultura

Su primera formulación explícita se debe al antropólogo británico Edward B. Taylor: «Cultura es aquel todo complejo que incluye conocimientos, creencia, arte, leyes, moral, costumbres y cualquier otra capacidad y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad». La cultura abarca así todos los conocimientos, capacidades y hábitos adquiridos en sociedad, es decir, no heredados genéticamente. Sapir incide en la misma idea cuando caracteriza la cultura como «el conjunto socialmente heredado de prácticas y creencias que determinan la textura de nuestra vida». Malinowski, otro antropólogo, la caracteriza como «herencia social que comprende artefactos, bienes, procesos técnicos, ideas, hábitos y valores heredados». La cultura puede caracterizarse como herencia, pero sólo como herencia social, no biológica. El concepto de cultura que emplean todos estos antropólogos abarca todo tipo de actividades, valores e ideas humanas, siempre que estas sean transmitidas por aprendizaje y no heredadas genéticamente.

Ese carácter social y adquirido de la cultura se opone a lo congénito, a lo innato, a aquello con lo que se nace. Precisamente de la forma natus, del verbo nasci (nacer) proviene la palabra latina natura. La natura (o naturaleza) es aquello que se tiene ya al nacer o que está determinado ya al nacer, lo congénito, es decir, lo genéticamente preprogramado o lo adquirido durante el desarrollo embrionario y fetal. Tanto la natura como la cultura son información recibida de los demás, pero la cultura se opone a la natura como lo adquirido o aprendido de los otros se opone a lo genéticamente heredado.

Ejemplo de Naturaleza y Cultura

Por naturaleza tenemos pelo, y nuestro pelo es de tal color. Por cultura nos lo cortamos, peinamos o teñimos.

El individuo, interactuando con el entorno, puede adquirir alguna información por sí mismo, por aprendizaje individual. Pero la mayor parte de la información de que dispone la hereda de los demás. La información heredada de que dispone un organismo vivo le puede haber llegado por dos canales: por el canal genético o por el canal del aprendizaje social. Todo lo que el organismo sabe hacer (en un sentido amplísimo, es decir, es capaz de hacer) porque está genéticamente preprogramado para hacerlo forma parte de su natura. Todo lo que el organismo sabe hacer, porque ha aprendido socialmente a hacerlo, constituye su cultura. Hablando de seres vivos, natura es información transmitida genéticamente, cultura es información no transmitida genéticamente, sino por aprendizaje social.

El Origen del Lenguaje: El Tracto Vocal

La segunda vía de investigación sobre el origen del lenguaje la constituye el estudio del conjunto de órganos responsables de la emisión de los sonidos que componen el habla humana. Los sonidos en los que se basa el lenguaje humano se producen y modulan en la serie de cavidades que construyen el tramo superior del conducto respiratorio y reciben el nombre genérico de tracto vocal: la laringe, la faringe y las cavidades nasal y oral.

En todos los mamíferos, excepto en las personas adultas, la laringe ocupa una posición alta en el cuello, situándose casi en la salida de la cavidad bucal. Esta posición elevada permite conectar la laringe con la cavidad nasal durante la ingestión de líquidos, que de este modo pasan desde la cavidad oral al tubo digestivo sin que la respiración tenga que ser interrumpida. En otras palabras, cualquier mamífero puede respirar por la nariz mientras bebe. Sin embargo, las personas adultas tenemos la laringe situada en una posición insólitamente baja en el cuello, lo que determina que, a pesar de nuestra condición de mamíferos, no seamos capaces de respirar mientras bebemos.

La importancia que para un mamífero tiene la capacidad de respirar por la nariz mientras bebe resulta evidente si pensamos en la lactancia. El cachorro debe poder respirar al mismo tiempo que mama para que este sistema de alimentación sea eficaz. El descenso de la laringe en nuestra especie se produce hacia los dos años de vida. A partir de este momento, no sólo perdemos la facultad de respirar mientras bebemos, sino que la insólita situación de la laringe humana hace posible la obstrucción del conducto respiratorio por el alimento, ya que la epiglotis no alcanza a obliterarlo por completo.

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