Evolución del Pensamiento Ético: De la Edad Media a la Modernidad

La Ética Cristiana en la Edad Media

En el pensamiento cristiano, el hombre se considera creación de Dios y, por ello, Dios se convierte en su fin último. Lo que el hombre es y lo que debe hacer se define en relación con Dios. El hombre viene de Dios y toda su vida tiene que tender a Él, hasta alcanzar su contemplación en la otra vida, que es donde encontrará la felicidad.

La felicidad terrenal es limitada; la única verdadera felicidad la da la unión con Dios.

La Ética Moderna y Contemporánea: El Utilitarismo

Hume y el Sentimiento Moral

Para Hume, las normas morales dependen de los sentimientos. Son los sentimientos los que llevan al ser humano a hablar de comportamientos buenos y malos. Cuando un ser humano siente agrado ante un determinado comportamiento, lo califica de bueno. Por el contrario, cuando el comportamiento le desagrada, lo califica de malo. Según Hume, al ver un comportamiento bueno o malo, este afecta a nuestro sentimiento moral y no a la razón.

Los comportamientos que agradan son los útiles, los que benefician a alguien. Y los que perjudican son los que desagradan. El motivo por el que las cosas ocurren de esta manera es que en todo ser humano existe un sentimiento de empatía hacia los demás seres humanos y hacia la humanidad en conjunto. Hume considera que lo bueno es lo útil.

Éticas de la Justicia o del Deber (Deontológica)

Kant: Autonomía Moral

Para Kant, la razón humana tiene dos funciones o ámbitos distintos de aplicación:

  • La razón teórica se ocupa de conocer cómo son las cosas.
  • La razón práctica se ocupa de cómo debe ser la conducta humana.

Dado que el ser humano es racional y autónomo, según Kant, nuestra razón práctica es la que dicta las órdenes a nuestra voluntad en forma de imperativos.

Si no fuese nuestra razón la que diese órdenes, sino algo exterior a nosotros, entonces no nos obedeceríamos a nosotros mismos; seríamos heterónomos, no autónomos. La ética que propone Kant para fundamentar esta libertad, esta autonomía del ser humano, es una ética formal.

Para Kant, el fallo de muchas doctrinas éticas a lo largo de la historia consistía en que eran éticas materiales. Con esto se refería a que estas proponían una serie de objetivos. La conducta de la persona era buena cuando llevaba, cuando conducía a ese fin, a ese bien, y mala cuando la conducta le apartaba o le alejaba de ese objetivo.

Para Kant, este tipo de éticas no era válido porque se deriva de la experiencia, de lo que la gente cree y piensa. Unos creen que el máximo bien del hombre es el placer, etc. Pero Kant buscaba una ética universal, válida para todos los hombres, basada en la razón y no en la experiencia concreta.

Kant cree que para que el hombre sea autónomo y se dé su propia ley, sus propias normas para actuar, el sistema ético debe ser formal. Lo que quiere decir Kant es que la ética no debe indicarnos qué objetivos debemos buscar ni qué debemos hacer, sino que es lo único que puede indicarnos cómo debemos actuar, la forma en que debemos comportarnos. Si una persona tiene una buena intención y actúa por deber, entonces su acción será buena, será correcta. Esta ética no indica a la persona qué tiene que hacer en concreto, sino que le muestra la forma que tiene que tener la ley o la norma por la que se rige en cada momento.

Las Éticas Dialógicas: Del Yo al Nosotros

Estas éticas sitúan la bondad moral de las acciones en el cumplimiento del deber, pero en un deber que tiene su origen en una reflexión más centrada en lo colectivo que en lo individual. Si, para la ética de Kant, los mandatos que constituyen el deber que el hombre debe cumplir son expresión de la razón humana individual, esta nueva ética, consciente de que los intereses de los diferentes individuos en la vida social, establece que los mandatos que constituyen el deber que los hombres deben cumplir son las normas que resulten del acuerdo al que hayan llegado después de haber argumentado racionalmente cada uno de ellos en defensa de su posición.

En estas éticas, el hombre moralmente bueno es aquel que se encuentra dispuesto a tener como normas las que se hayan establecido después de un diálogo racional encaminado a lograr un consenso y se encuentra dispuesto también a comportarse de acuerdo a lo decidido en ese consenso. El consenso que decide las normas moralmente correctas es aquel en el que cada uno de los afectados por la norma se siente invitado a dar su consentimiento porque le han convencido plenamente las razones aducidas por los participantes en el diálogo, puesto que ha descubierto que satisfacen intereses generales. Dado que las normas morales autoobligan, no se trata de que las normas correctas sean simplemente las que se han decidido en grupo, sino aquellas que han convencido a los que han participado en él. Por eso se les llama también éticas de la comunicación.

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