exameb

El cuerpo del artículo contiene las cinco demostraciones de la existencia de
Dios que realiza Tomás de Aquino en la Suma de Teología. La primera demos-tración es llamada vía del movimiento, porque tiene como punto de partida la experiencia física del movimiento y como punto de llegada la existencia de un primer motor inmóvil, causa de ese movimiento.
Los dos conceptos fundamentales operantes en esta vía son el de movimiento y motor. Ambos conceptos son de raigambre aristotélica y se conciben tal como los había desarrollado el Estagirita.
Aristóteles entendíó por movimiento el paso de potencia a acto.

IX, Aristóteles frente a los megáricos introdujo el concep-to de potencia para explicar el movimiento, es decir, cualquier aparición de una nueva realidad, sea un ente completo , sea de una propiedad nueva . La potencia es una capacidad de actos, sean de un sólo tipo , sean de muchos tipos . Así, por ejemplo, la capacidad digestiva sólo puede realizar actos de digestión, pero la capacidad de pensar pue-de realizar una enorme cantidad de actos diferentes , lo mismo que la capacidad volitiva .
La pregunta que se plantean Aristóteles y Tomás es la siguiente: ¿puede una capacidad, una potencia, autoactualizarse?, o sea, pasar al acto por sí misma sin necesidad de ninguna otra realidad. La respuesta que dan es: no. Por ejemplo, si tenemos un bloque de mármol que pasa a ser una estatua de Hermes, a la pre-gunta por qué es Hermes, no basta con responder: porque el mármol tenía capa-cidad de ser Hermes, era su potencia, pues podría también haber sido Venus o


Así, el escultor es la causa de que el bloque marmóreo sea Hermes y no Venus, o el conocimiento de mis intereses, de lo que es el grado de enfermería, su función social y económica, etc. Me llevan a decidir estudiar tal carrera. En conclusión, se necesita una realidad en acto que actualice la potencia, que la haga pasar al acto y a tal acto concreto, singular. Esto es lo que Aristóteles llama prioridad del acto sobre la potencia. A partir de esta concepción, Tomás de Aquino puede plantear lo que es su primera vía basada en la constatación de que hay realidades que se mueven, o sea, que pasan de la potencia al acto y, por tanto, necesitan de un acto que las ac-tualicen. Puede ser que esos actos actualizantes de la potencia hayan necesitado, a su vez, de actualización, con lo cual esto remite a un proceso abierto, que deja sin justificar la aparición de la actualidad en este mundo.
 


Causa eficiente primera y ser necesario
Estas dos nociones están tratadas por Tomás en la segunda y tercera vías, que ciertamente son distintas –tanto las nociones como las vías–, pero guardan un estrecho parentesco.
El problema de la causalidad eficiente y de la contingencia del mundo son dos cuestiones de gran envergadura para la filosofía y la ciencia actual.
Aristóteles en Metafísica XII. ¿Por qué hay que justificar los fenómenos? Porque nos damos cuenta de que las cosas no son eternas, son así y están así, pero podrí-an no estar de ese modo y, de hecho, cambiarán; son, pues, contingentes. Por eso, siempre que hay contingencia, se exige una explicación: que esta madera sea mesa o silla, que esté aquí o allí, que este individuo muera o que aquél esté vivo… Todo requiere, exige, un explicación racional. Ese principio de causalidad es usado por Santo Tomás para demostrar la exis-tencia de una primera causa eficiente y, además, de un ser necesario que dé razón de la contingencia. Sin embargo, la ciencia moderna ve una incompatibilidad entre la causalidad científica y la exis-tencia de Dios. Esta dificultad ya fue vista por Tomás y formulada como según-da objeción del artículo que comentamos.
El problema de fondo es que toda la ciencia intenta, como decía Aristóteles, «justificar los fenómenos», o sea, dar razón de lo que se nos presenta,


de lo que se nos aparece. Para esta operación, Aristóteles y Tomás sostienen que una expli-cación que aduzca tan sólo las causas eficientes empíricas e inmediatas es una ex-plicación reductivista, pues explica un aspecto de la realidad, pero deja otros muchos fuera. En definitiva, si que-remos dar una explicación completa de la realidad no sólo hay que hacer física, sino también filosofía; no basta con aducir causas empíricas, sino que también son necesarias las causas supraempíricas, filosóficas.
De este modo, Tomás de Aquino puede responder que, aunque ciertamente las causas eficientes empíricas sean verdaderas causas explicativas, no son suficien-tes. Es cierto que el estado actual del mundo, del cosmos, procede de otro ante-rior y este, a su vez, de otro, pero con eso no explicamos exhaustiva y completa-mente el origen de la realidad del mundo. Si fuera así, cesaría la investigación al alcanzar un estado determinado del cosmos y nadie se preguntaría por el estado anterior. Incluso en el hipotético caso de que hubiera un primer instante de la gran explosión inicial, cabrían muchas preguntas: ¿de dónde surgíó esa energía primera que se expandíó?, ¿hubo antes infinitas expansiones y contracciones?…
En consecuencia, vemos que es imposible que una causa empírica o un con-junto de ellas sea una explicación suficiente y completa, que excluya toda posible prosecución empírica de la investigación


Ser perfectísimo e inteligencia ordenadora Ser perfectísimo
El cosmos sensible es visto por Platón como participación del cosmos noetós, del mundo de las ideas. Ahora bien, las ideas están jerarquizadas como en un or-den descendente de más a menos generales, formando una cascada de géneros y especies, desde los géneros supremos hasta las especies ínfimas: ente, cuerpo, vi-viente, sensible, caballo.
Ser, el Uno, el Bien y la Belleza, y por otro, añade que las ideas de las cosas están en Dios. Por supuesto, cada idea tiene su grado de perfección: el hombre es más perfecto que los animales superiores; éstos, que los inferiores; éstos, que las plan-tas…
En consecuencia, este mundo creado por Dios es visto como un todo jerar-quizado, donde los seres que participan de las ideas más imperfectas tienen un grado menor de ser, bondad, belleza…, que los que participan de ideas más per-fectas. En la cumbre de la creación material está el hombre, que ya toca el reino de lo inmaterial, pues «Dios puso en contacto los primeros de un orden inferior con los últimos del orden inmediatamente superior» .
En línea con el pensamiento platónico, Tomás sostiene que Dios es el ser perfectísimo, que se identifica con todas las perfecciones puras : es el Ser, la Bondad, la Belleza, la Unidad, la Intelec-ción, etc.


Y además, contiene en sí sublimadas todas las otras perfecciones; por ejemplo, posee la discursividad de la razón, pero en un modo superior y ya no discursivo. En suma, cualquier perfección está en Dios de un modo sublime y superior a cualquier conocimiento humano. Y además, todas las perfecciones es-tán unificadas en el ser, que es la máxima de las perfecciones y la que contiene todas las demás: Dios es, pues, el ipsum esse subsistens Inteligencia ordenadora
Como hemos dicho, la otra fuente de la visión tomista del mundo es Aristó-teles. El cosmos, para el Estagirita, es un todo teleológico armonizado. No se tra-ta de perfecciones ni de jerarquías, sino de coordinación de fines. Todos los seres mundanos se mueven por un fin. En el caso del hombre es evidente , pero también sucede en el mundo de lo irracional: la naturaleza se dirige a fines. Esto significa no sólo que los animales buscan comer y obran para conseguir la comida, o buscan re-producirse y actúan para conseguirlo, sino que cada potencia o capacidad tiende a su acto como a su fin: el ojo se ordena a ver, el oído a oír, el aparato digestivo a digerir, el aparato nutritivo de las plantas a alimentarse, etc.
La concepción de la naturaleza como teleología coordinada se pone de maní-fiesto en su regularidad. No se trata sólo de la regularidad del cosmos y de las es-taciones, sino de la coordinación entre las potencias y sus causas que las actuali-zan: el ojo de los vivientes está perfectamente adaptado a la luz, que es la que lo hace ver; 


y las plantas adaptadas a los nutrientes de la tierra; y los herbívoros a las plantas que existen, etc. Todo esto hace un sistema natural o un sistema ecológi-co, como diríamos hoy día, que muestra una inteligencia ordenadora. Evidente-mente no se trata de la inteligencia humana, pues nadie puede concebir ni hacer realidad un orden cósmico, pero tampoco los otros seres mundanos, pues preci-samente estamos hablando de la coordinación mutua de capacidades y realidades que carecen de toda inteligencia.
Evidentemente aquí podríamos hablar de una ordenación fruto del azar. En la Summa theologiae, Tomás desecha sin más miramientos tal sugerencia, porque se trata, como hemos dicho, de un texto para incipientes, pero sobre todo por-que tal cuestión ya había sido tratada por el Estagirita y por el mismo Tomás, y mostrado la imposibilidad de que el azar sea una explicación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *