3.4. Influencias
CRÍTICOS Y DEFENSORES DEL ARGUMENTO ONTOLÓGICO
DESCARTES (siglo XVII):
es un filósofo racionalista que
utiliza el argumento ontológico como prueba de la existencia de un ser
perfecto. “hallo en mí la idea de un ser sumamente perfecto y conozco clara y
distintamente que una existencia actual y eterna pertenece a su naturaleza”.
Dios es un ser sumamente perfecto y es imposible separar de la esencia de Dios
su existencia ya que eso sería concebir a un ser perfecto a quien le faltase
una perfección: la existencia. Descartes se plantea el tema de la existencia de
Dios no desde un punto de vista teológico sino gnoseológico: la existencia de
Dios es necesaria para salir del solipsismo , para tender un puente entre el yo
encerrado en sí mismo (la conciencia) y el mundo. Sólo porque Dios existe, es
bueno y no permite que me engañe, puedo tener la seguridad de que no me
equivoco al creer en la existencia del mundo.
KANT (siglo XVIII)
Como ya hemos dicho, a este autor se
debe la distinción entre argumentos ontológicos y cosmológicos, y no admite ni
unos ni otros como pruebas de la existencia de Dios. En cuanto al argumento
ontológico, señala que es falaz suponer que la existencia hace más perfecta una
cosa, es decir, que la existencia es una perfección. Para Kant, la existencia
no añade perfección alguna a una cosa. La esencia de algo se define por un conjunto
de propiedades o rasgos; convengamos, por ejemplo, que el ser humano se define
como un “ser sensitivo racional”, supongamos ahora que se extingue la especie
humana, que no existen hombres: la definición de hombre seguiría siendo la
misma, la existencia o no de humanos no afecta para nada a la definición de su
esencia. Así, según Kant la existencia no es algo que sirva para definir a
ningún ser, al contrario de lo que postula la prueba de Anselmo.
3.4.1. CRÍTICAS A LAS PRUEBAS COSMOLÓGICAS
HUME (siglo XVIII):
Hume es un autor empirista que afirma
que el conocimiento se reduce a la experiencia sensible, y en concreto a
impresiones (conocimiento por medio de los sentidos) e ideas (representaciones o
copias de las impresiones en el pensamiento). El límite de nuestro conocimiento
lo marca la experiencia y la información que captamos por medio del los
sentidos. Pero de Dios no tenemos experiencia alguna, la idea de Dios no
procede de ninguna impresión sensible. Así pues, Dios no puede ser objeto de
conocimiento. No es demostrable. Pero ya hemos visto que en las vías tomistas,
que parten de la experiencia, no se llega al conocimiento de Dios por
experiencia directa, sino por aplicación del principio de causalidad a aquellas
cosas de las que tenemos experiencia. Según el principio de causalidad, todo
tiene una causa, de modo que, si demostramos que algo es efecto de una causa,
queda demostrada la existencia de la causa aunque no la hayamos observado
directamente. Teoría filosófica según la cual la única realidad cierta es el
pensamiento y sus contenidos, y no es posible demostrar que existe fuera del
sujeto pensante un correlato de sus representaciones. Esta teoría fue estudiada
el curso pasado, y volveremos sobre ella en el tema de Descartes. Pues bien,
Hume critica el principio mismo de causalidad: en realidad no tenemos impresión
sensible del nexo causal entre lo que llamamos causa y lo que llamamos efecto.
Esa relación la supone nuestro entendimiento a partir de la costumbre, del
hábito. No es por tanto conocimiento sino mera creencia. Hume no niega la existencia de Dios, reconoce
que es lógicamente posible. Únicamente niega que tengamos capacidad de
conocerlo o demostrar su existencia. Su postura es por tanto agnóstica.
Entiende las necesidades psicológicas de la búsqueda de Dios, pero esto no ha
provocado más que intolerancia y enfrentamientos entre las personas, de modo
que Hume propone que nos retiremos a la tranquila región de la filosofía.
KANT (siglo XVIII):
Kant rechaza todo intento de
demostración racional de la existencia de Dios, y también las vías tomistas.
Según la teoría kantiana del conocimiento, el hombre tiene tres facultades. Por
medio de la sensibilidad captamos el objeto externo representándolo en un
tiempo y espacio concreto; posteriormente, por medio del entendimiento,
pensamos esos objetos aplicándoles una serie de conceptos o categorías que nos
permiten formular juicios y, por tanto, conocer. De Dios no tenemos ninguna
sensación –intuición– por tanto, no podemos conocerlo. La idea de Dios es una
idea ilegítima que nuestra razón construye porque tiene la tendencia a formular
juicios generales, y a veces lo hace más allá de la experiencia. Kant llama a
esas ideas en las que la razón va más allá de la experiencia ideas
transcendentales, y señala tres: la idea del alma como totalidad de la
subjetividad, la idea del mundo como la totalidad de las condiciones Dios, la idea
del mundo y la idea de Dios Kant considera que la existencia de Dios no es
demostrable por la razón teórica, pero que la razón práctica nos proporciona
una prueba de la existencia de Dios como postulado de la vida moral.