Exploración de Conceptos Clave en la Filosofía Tomista: Razón, Ley Natural, Virtud y Naturaleza

Razón

La razón se puede considerar de diversas maneras: como facultad, como acto y como causa o fundamento.

Razón como Facultad

Consiste en el mismo entendimiento en su función discursiva, no intuitiva.

Razón como Acto

Equivale al mismo raciocinio humano.

Razón como Causa o Fundamento

Se refiere a todo proceso real de causación, ya sea formal, eficiente o final.

Razón Especulativa y Razón Práctica

Como acto, la razón se divide en:

  • Razón especulativa: Se reduce a estudiar su objeto.
  • Razón práctica: Dirige la acción humana.

Razón Natural

Es la facultad de la naturaleza humana que permite deducir y demostrar. La razón es necesaria para obtener conocimiento de objetos que no son sensibles y que, por tanto, no podemos captar directamente, sino por inferencia. Es lo que sucede con el conocimiento de Dios, al que la razón natural puede llegar, pero de manera muy imperfecta.

Ley Natural

Tomás de Aquino la define como la “participación de la ley eterna en la criatura racional” o “la impresión de la ley divina en el hombre”. La ley natural es la ley eterna impresa en la naturaleza humana, mediante la razón. Son los primeros principios del orden moral, percibidos inmediatamente por la razón del hombre y captados como su bien específico. La ley natural se asemeja a los primeros principios indemostrables del conocimiento especulativo, como los axiomas morales. Se establece un paralelismo entre teoría del conocimiento y teoría del conocimiento moral, rechazando cualquier forma de innatismo de la ley natural.

Virtud

Disposición estable para obrar bien. La concepción tomista de la virtud es fiel al pensamiento aristotélico, del que se separa únicamente en la cuestión de las virtudes teologales, desconocidas por Aristóteles. A diferencia del intelectualismo moral, y siguiendo a Aristóteles, Santo Tomás consideró que para la conducta buena no es suficiente que la razón nos enseñe correctamente el deber; además, es preciso que la facultad apetitiva esté bien dispuesta mediante el hábito de la virtud moral e impulse la acción.

Dado que en el alma humana encontramos el entendimiento y las facultades apetitivas (la voluntad y el apetito inferior), y que las virtudes son perfecciones de dichas facultades, podremos encontrar dos tipos generales de virtudes:

  • Virtudes intelectuales
  • Virtudes morales

Cosas Humanas

Se refiere al estudio y preocupación por asuntos perecederos, relacionados con nuestros deseos o intereses particulares y concretos, como el cuidado de la casa (economía) o la acción política. A diferencia del conocimiento más teórico que, por versar sobre lo inmutable e imperecedero, tiene más de divino que de humano.

Naturaleza

Se la puede entender de dos maneras:

  • En sentido estricto: “principio intrínseco y esencial del movimiento y el reposo en los seres que lo tienen”. Es propio de los seres naturales frente a los artificiales.
  • En sentido amplio: Se opone a sobrenatural y se refiere a todo lo que existe en el mundo a excepción de la “gracia”. Por otra parte, naturaleza también se puede entender como esencia, y en ese sentido se define como “principio de las operaciones de cada cosa”.

Naturaleza Humana

Para Santo Tomás, el hombre está compuesto de alma y cuerpo, donde el alma es la forma y el cuerpo la materia. El alma es una, pero realiza diversas funciones:

  • Función vegetativa
  • Función sensitiva
  • Función racional

Esta última es la función que más le compete, mientras que realiza las otras dos por su relación con el cuerpo. La unión entre el alma y el cuerpo es natural, de manera que no puede realizar las funciones vegetativa y sensitiva sin el cuerpo, ni puede ejercer la función intelectiva sin la experiencia sensible, para lo que necesita también del cuerpo; el alma no posee ideas innatas.

Hábito

Disposición permanente y estable para obrar de una determinada manera. El alma realiza los actos que le son propios mediante las facultades. Cuando estos actos se repiten, se adquiere el hábito, gracias al cual el sujeto actúa más fácilmente. El hábito es una disposición añadida, gracias a la repetición, a la tendencia natural. Los hábitos pueden ser:

  • Buenos (virtudes): Facultan al sujeto para la realización de actos conforme a la norma de la moralidad.
  • Malos (vicios): Son contrarios a dicha regla.

A diferencia del intelectualismo moral, y siguiendo a Aristóteles, Santo Tomás consideró que para la conducta buena no es suficiente que la razón nos enseñe correctamente el deber. Es preciso que la facultad apetitiva esté bien dispuesta por el hábito de la virtud moral. Dado que en el alma humana encontramos el entendimiento y facultades apetitivas (la voluntad y apetito inferior), y las virtudes son perfecciones de dichas facultades, podremos encontrar 2 tipos generales de virtudes: intelectuales y morales.

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