1.2 El Problema Antropológico en Aristóteles
Aristóteles distinguió dos clases de seres naturales: los inertes y los seres vivos. La diferencia fundamental radica en que los segundos poseen alma, un principio vital que les permite el automovimiento. Aristóteles identifica tres tipos de alma:
- Alma vegetativa: Propia de las plantas, responsable de las funciones de nutrición, crecimiento y reproducción.
- Alma sensitiva: Propia de los animales, permite tener percepciones sensibles, deseos y movimiento local.
- Alma racional: Exclusiva de los seres humanos, capacita para pensar y entender.
En este sentido, Aristóteles coincide con Platón al considerar al ser humano como un compuesto de cuerpo y alma. Sin embargo, para Aristóteles, entre cuerpo y alma no se da una unión antinatural, sino una unión sustancial, profunda, hilemórfica. La fusión de alma y cuerpo da lugar a la sustancia.
Aristóteles rechaza las doctrinas de la preexistencia y transmigración del alma. No obstante, el problema de la inmortalidad no está del todo claro. Si bien parece lógico entender que, al ser alma y cuerpo un compuesto indisoluble (hilemorfismo), la muerte del cuerpo implicaría la desaparición del alma, algunos textos sugieren la existencia de un alma incorruptible, el alma racional.
1.3 El Problema del Conocimiento en Aristóteles
En contraposición al escepticismo y relativismo de los sofistas, Aristóteles, al igual que Platón, afirma que el verdadero conocimiento es posible.
Aunque Aristóteles no rechaza el conocimiento racional ni el método deductivo, su enfoque se inclina hacia el método inductivo. El conocimiento, según él, parte de los sentidos, que captan las realidades concretas, particulares y físicas. Niega la existencia de ideas innatas, como consecuencia de su rechazo a la preexistencia del alma, y describe el siguiente proceso de conocimiento humano:
- Sensación: Percepción simple de objetos a través de los sentidos, siendo el elemento más básico del conocimiento.
- Imaginación: Capacidad de generar imágenes de objetos que no están presentes.
- Memoria: Facultad de recordar imágenes del pasado.
- Entendimiento: Facultad racional discursiva, que se divide en:
- Entendimiento paciente: Recoge las imágenes sensibles percibidas y seleccionadas.
- Entendimiento agente: Es el verdadero conocimiento, cuyo objeto son los universales, obtenidos mediante un proceso de abstracción.
1.1 El Problema Antropológico en Rousseau
La antropología de Rousseau se centra en la idea de que el hombre en estado de naturaleza, antes de la vida en sociedad, era bueno y feliz, independiente y con un egoísmo no negativo. Este estado mítico, anterior a la civilización, permitía al hombre tener sentimientos naturales de compasión hacia sus congéneres y una conexión con la naturaleza, lo que se conoce como la teoría del «buen salvaje».
En contraste, el hombre civilizado está gobernado por un egoísmo que lo lleva a la lucha de todos contra todos («el hombre es un lobo para el hombre»). Es la sociedad la que despierta los peores instintos del ser humano. Rousseau, a diferencia de otros ilustrados, afirma que el progreso cultural no trae la felicidad, sino que separa al hombre de su esencia más pura.
1.2 El Problema Político en Rousseau
Dado que la sociedad corrompe al hombre y un retorno al estado de naturaleza no es realista, Rousseau propone analizar los fundamentos de la civilización que llevan al ser humano a esos impulsos egoístas e infelices. Una vez determinadas las causas, será necesario reformar esas bases para crear una comunidad política que promueva la felicidad.
Rousseau identifica el origen del mal en la desigualdad, que a su vez surge de la propiedad privada. Esta incitó a los seres humanos a acumular bienes, generando un enfrentamiento social constante donde prima el egoísmo y el deseo de posesión. Este proceso impide la realización plena de los seres humanos, llevándolos al conflicto en lugar de a la felicidad.
Como solución, Rousseau propone un nuevo Contrato Social. En este pacto, el pueblo es el soberano y la legitimidad del poder político reside en la voluntad general, que es la suma de las voluntades de un sujeto colectivo. El individuo renuncia a sus intereses egoístas personales, pero no a su libertad, ya que el Estado debe respetar los derechos individuales y garantizar una sociedad donde se pueda desarrollar la vida libremente. Este nuevo estado consiste en una sociedad racional y libre donde se erradica el mal moral y la injusticia, permitiendo que cada ser humano alcance su felicidad y plena realización.