Subcultura y Contracultura
En cada cultura concreta se puede hablar de subculturas, porque las personas que participan de ella no la viven de la misma forma. Dentro de cada cultura existen diferencias que vienen dadas por la edad, el nivel socioeconómico, la clase social, el origen étnico, etc. Así, aunque todas las personas vivan en esa cultura, el grado en que aprovechan sus posibilidades es distinto de unas a otras.
La contracultura es un movimiento de rebelión contra la cultura hegemónica que presenta un proyecto de una cultura y una sociedad alternativas. Los diferentes tipos de manifestaciones contraculturales son los siguientes:
- Las tribus urbanas: Las forman jóvenes preocupados por descubrir una identidad que ni la sociedad ni la familia les proporcionan. Se reúnen normalmente en torno a un ídolo o líder y adquieren un código de expresiones culturales que los diferencian de los demás.
- Los grupos de ataque social: Cabe destacar entre estos grupos las bandas de delincuentes, que constituyen una forma violenta y directa de ataque al sistema establecido. El carácter agresivo del acto delictivo también es típico de otros grupos de adolescentes que intentan desestabilizar la sociedad para crear un nuevo estado social, transgrediendo las leyes y haciendo uso de la violencia.
- Los grupos sociales alternativos: Responden al vacío que muchos sienten ante un futuro incierto y un presente fugar. Intentan encontrar un sentido a la existencia a través de distintos medios, como salidas del núcleo familiar, reuniones, actividades, charlas, etc., y rechazan el materialismo social.
Estas formas contraculturales no siempre persiguen la creación de una cultura alternativa, sino que a veces constituyen un vehículo de huida o una expresión de rechazo y malestar.
El Concepto de Individuo
En general, un individuo es cualquier ser completo que pertenece a una especie, ya sea animal o vegetal. Pero a menudo utilizamos este término como sinónimo de ser humano, como si los únicos individuos fueran de nuestra especie. La razón de que el término individuo se utilice de ese modo es que en siglos recientes se abrió paso la idea de que cada uno de los seres humanos es alguien único e irrepetible, que merece un respeto muy especial.
La Edad Moderna se caracteriza, entre otras cosas, porque en ella se han conquistado los derechos y libertades individuales. Se entiende que hoy, a diferencia de lo que ocurría en otras épocas, todo individuo humano es sujeto de derechos que no deben ser ignorados ni violados. El humanismo renacentista y el ascenso de la burguesía frente a la nobleza y el clero dieron lugar a una nueva valoración de la persona individual y su libertad.
Del Fixismo al Evolucionismo
Al ser humano siempre le ha interesado saber de dónde viene, entre otras cosas, porque para saber qué es y a dónde puede ir es importante conocer cuáles son sus orígenes. Una forma de responder a esta cuestión ha sido el evolucionismo, que se opuso desde el principio al fixismo.
El fixismo fue propuesto por Cuvier. Esta teoría considera que todas las especies son independientes y permanecen inalterables a través del tiempo desde su creación.
Se entiende por evolucionismo la teoría según la cual el universo y la vida en todas sus manifestaciones son el producto de un desarrollo. La diversidad de las especies es el resultado del cambio y la adaptación. El evolucionismo se difundió a partir del siglo XIX, pero tuvo un antecedente próximo en el transformismo. Según el transformismo, la aparición de nuevas especies se debe a la transformación de las primitivas.
Inteligencia Humana
Aunque desde el siglo XIX es normal usar la expresión «inteligencia animal», sigue discutiéndose si la inteligencia es o no una facultad privativa del ser humano. Todo depende de qué se entienda por inteligencia.
Si por inteligencia entendemos la capacidad de modificar el medio o utilizar algún instrumento para satisfacer necesidades vitales, entonces se encuentra ya en algunos animales. Aunque tendríamos que distinguir entre las acciones fijadas en forma de instintos y las acciones ocasionalmente inventadas para resolver apremiantes necesidades vitales.
Pero si por inteligencia entendemos la capacidad de aprender las cosas como reales, o de convertir los signos en símbolos, o de concebir ideas universales y abstractas, entonces solo el ser humano tiene inteligencia.
Por otra parte, cabe preguntarse si la inteligencia humana es tan solo un desarrollo cuantitativo de lo que hace el chimpancé o existen diferencias cualitativas. Aunque la cuestión sigue siendo controvertida, la respuesta de los más significativos representantes de la filosofía contemporánea es que la inteligencia humana es cualitativa y esencialmente distinta a la animal. La diferencia entre ellas consiste en que el animal, incluso el más perfecto, no transciende el plano del esquema operativo estímulo-respuesta: puede responder a un estímulo mediante una modificación del medio, pero su respuesta se halla limitada a esa situación; mientras que ya el Homo habilis, que inventó la talla de piedras para fabricar hachas de sílex, las utilizaba no solo para resolver una situación, sino para cualquier situación semejante, más allá de ese tiempo y ese espacio.
Relativismo o Universalismo
El diálogo entre las culturas es una exigencia de nuestro tiempo, ya que necesitamos dar respuestas comunes a retos que se plantean a toda la humanidad. Según el relativismo, la comunicación entre culturas es casi imposible y no muy deseable. En cambio, el universalismo descubre unos valores compartidos ya, entre los cuales destaca el respeto a las diferencias culturales. El universalismo nos conduce a una actitud claramente intercultural que permite el diálogo real entre culturas, evitando que unas culturas se impongan a otras.
Los valores universales, que configuran un mínimo indispensable para llevar a cabo un diálogo fecundo, pueden concretarse en los siguientes:
- El respeto a los derechos humanos.
- El aprecio de valores como la libertad, la igualdad y la solidaridad.
- La actitud dialogante, posible por la tolerancia activa, no solo pasiva o indiferente, de la persona que quiere llegar a entenderse con los demás porque realmente está interesada en ese entendimiento.
Experiencia Estética
La experiencia estética presenta estos rasgos:
- Transforma nuestra visión de la realidad, haciendo que el mundo nos parezca más liviano y la vida más llevadera; a través de ella descubrimos un nuevo sentido en las cosas.
- Altera la vivencia del tiempo, que pasa casi sin sentir; nos permite superar la fugacidad del tiempo ordinario y saborear la eternidad, transitar del pasado al presente y al futuro sin solución de continuidad.
- Nos conduce al olvido de nosotros mismos en favor de la creación y de la contemplación de lo bello.
- Es intensa, pero breve: el gozo estético es precario, y la realidad a la que se vuelve después de la contemplación parece más dura.
El Animal que Tiene Lógos
Esta es una de las fórmulas que usó Aristóteles para definir a los seres humanos. Tener lógos es la diferencia específica que nos distingue de los demás animales. El término lógos se ha traducido, generalmente, como razón. Sin embargo, como no hay una equivalencia exacta entre las dos palabras, la diferencia entre animales y humanos que pretende establecer Aristóteles se puede entender de varias maneras, atendiendo a las distintas significaciones de este término griego:
- Poseer lógos puede entenderse como tener capacidad de decidir de forma inteligente, esto es, tener la facultad de usar un lenguaje conceptual para referirse a la realidad, para comprenderla y explicarla, para hablar de ella. Esta sería la dimensión argumentativa de la razón.
- Pero el animal que tiene lógos es también un ser capaz de vivir en sociedad, precisamente porque comparte un lenguaje con sus semejantes. En esto consiste la dimensión intersubjetiva de la racionalidad humana.
- Finalmente, tener lógos está también en relación con la capacidad de llevar a cabo un pensar razonable. Es decir, un saber orientarse en el mundo, un saber situarse, deliberando acerca de lo que es bueno para uno mismo y para todos en general, siendo prudentes. Esta sería la dimensión moral o práctica de la razón.
Razón Teórica y Razón Práctica
Los seres humanos podemos usar nuestra capacidad racional, el lógos, de dos formas: para alcanzar la verdad y para lograr la felicidad. La primera de estas formas suele denominarse razón teórica, mientras que a la segunda se la llama razón práctica.
Según Aristóteles, la razón teórica se ocupa de aquello que no puede ser de otra manera. Esta expresión se refiere a aquellos objetos o acontecimientos que son necesariamente. En estos casos no podemos más que buscar la mejor explicación posible para esos fenómenos, es decir, conocerlos con la máxima verdad.
La razón práctica, en cambio, se ocupa de aquello que puede ser de otra manera, es decir, del estudio de realidades que pueden ser o no ser, o que pueden ser de muchas maneras diferentes. Una persona puede ser generosa o no serlo, y en el primer caso puede ser generosa de muchas maneras diferentes. Aristóteles señala que la razón práctica se encarga de plantear qué fines debemos perseguir los seres humanos y entiende que cuando alguien realiza bien esta función es un hombre prudente. Por eso la razón práctica se puede llamar también razón prudencial, refiriéndose al equilibrio entre la razón y los deseos, esto es, al encauzamiento de los deseos para lograr la felicidad.
Libertad Externa e Interna
Para intentar aclarar en qué consiste la libertad es necesario distinguir, en primer lugar, entre dos formas de la misma:
- La libertad externa: Consiste en que nadie nos impida trasladarnos y actuar como nos parezca oportuno, dentro de lo que permitan las leyes y costumbres del propio país. Este tipo de libertad es el que pierde una persona cuando la conducen a prisión; pero también el que pierde casi toda la población cuando triunfa una dictadura y se anulan las libertades de expresión, asociación, manifestación, etc. La libertad externa puede ser más o menos amplia, según sea el marco jurídico y político de una sociedad.
- La libertad interna: Consiste en poder decidir por uno mismo sobre las cuestiones que nos afectan: es la libertad de querer una cosa u otra, también llamada libertad de la voluntad. Por ejemplo, la decisión de dormir o no dormir es cosa de cada uno, a pesar de que se nos pueda privar de diversos aspectos de la libertad de movimiento.
Si la libertad interna no existiera, no tendría sentido reclamar libertad política, puesto que la libertad interna es libertad moral, es decir, la capacidad para conducir la propia vida conforme a los propios criterios. Para privar a una persona de su libertad interna es preciso anular su voluntad, sea mediante sustancias estupefacientes, o con la hipnosis, o a través de las técnicas de control mental que suelen utilizar algunas sectas.