La Ilustración y la Libertad según Kant
Este fragmento de texto pertenece a la obra Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?, escrita por uno de los filósofos más grandes de todos los tiempos, Immanuel Kant. Para él, la Ilustración es el proceso en el que las personas dejan atrás su minoría de edad, es decir, la dependencia de otros para pensar y tomar decisiones. No es que la gente no tenga inteligencia, sino que muchas veces prefieren seguir lo que dicen los demás, en lugar de atreverse a pensar por sí misma. Kant deja claro que la libertad verdadera solo se logra cuando cada uno toma el control de sus propias ideas en vez de aceptar todo sin cuestionarlo.
Uso Público y Privado de la Razón
Aun así, Kant sabe que no siempre podemos decir y hacer lo que queramos en cualquier situación, porque vivimos en una sociedad y hay normas que seguir. Por eso, hace una distinción entre el uso privado y el uso público de la razón. El uso privado se da cuando una persona tiene que cumplir con ciertas reglas en su trabajo o en su rol dentro de una institución; es decir, cumplir con las responsabilidades que nos tocan para que todo funcione bien.
Por otro lado, el uso público de la razón es la libertad que todos tenemos para expresar nuestras ideas y debatir sobre cómo mejorar la sociedad. Un ciudadano no puede dejar de cumplir con su trabajo, pero sí puede hablar o escribir sobre lo que le parece injusto y proponer cambios.
Kant no dice que haya que desobedecer las normas sin más, sino que el cambio debe hacerse de manera ordenada: primero cumpliendo con nuestras obligaciones y luego expresando nuestras ideas para mejorar las cosas.
En conclusión, todavía no vivimos en un mundo totalmente ilustrado, pero vamos en camino. Para que la sociedad avance, es necesario cumplir con nuestras responsabilidades, pero también usar nuestra voz para reflexionar y proponer cambios.
La Libertad y el Pensamiento Individual
Atendiendo a nuestro fragmento, nos preguntamos: ¿Cuándo podemos ser totalmente libres y pensar por nosotros mismos? Kant realiza la distinción entre dos usos de la razón: el privado y el público.
Nuestra vida está llena de personas que no solo guían, sino que condicionan, e incluso determinan, nuestro pensamiento, como los profesores, la familia… La sociedad nos obliga a pensar de una forma muy concreta, nos obliga a tener “tutores” y, por comodidad, nosotros no oponemos ninguna resistencia.
Iniciativas Educativas que Promueven la Autonomía
Existen ciertas iniciativas que incentivan las ideas de Kant.
- Dentro del ámbito de la educación, un referente es el método educativo Montessori, cuya idea clave es crear un ambiente individualizado en el que existe mucha libertad. El fin de este método es guiar al alumnado hacia la autonomía, la confianza y la disciplina.
- Otro ejemplo sería el método Waldorf, que respeta cada etapa del desarrollo del niño, en un ambiente con elementos comunes como el arte, la música y el contacto con la naturaleza.
Progreso Colectivo e Individual
Y ahora nos preguntamos: ¿Nuestro progreso lo debemos ver de forma colectiva o individual? Si lo hacemos de forma colectiva, es evidente que se ha evolucionado en el ámbito cultural, aceptando y normalizando las diferentes orientaciones e identidades sexuales.
Pero aún existen varios aspectos negativos, como el bullying escolar, la desintegración de nuestros valores éticos y cívicos.
En el progreso individual, podemos decir que aprendemos de nuestros errores y, con el paso del tiempo, nos cultivamos más.
También es cierto que el auge de la psicología ha sido de gran ayuda en este proceso, ya que muchas personas recurren a terapia no solo por necesidad, sino también por interés personal o curiosidad, con el objetivo de comprenderse mejor a sí mismas.
La Maldad, el Caos y la Teoría de Hobbes
El fragmento habla sobre cómo la maldad y el caos han sido una constante en la historia de la humanidad, reflejando una visión pesimista de la naturaleza humana.
Esta idea se puede relacionar con la teoría de Thomas Hobbes, quien argumentaba que, sin un poder que controle la sociedad, las personas vivirían en un estado de guerra constante, donde cada uno buscaría su propio interés, causando desorden y violencia.
Hobbes proponía el contrato social, en el que los individuos ceden parte de su libertad a un gobernante fuerte, el cual impone orden y seguridad. Así, la idea del fragmento de que la maldad se extiende sin fin coincide con la visión de Hobbes de que, sin un control adecuado, la humanidad se vería atrapada en el caos.
Hoy en día, podemos ver cómo la falta de orden en algunos países genera violencia e inseguridad. También la división social y política en muchos lugares muestra cómo los intereses personales pueden causar desorden, algo que Hobbes temía. Esto demuestra que, aunque han pasado siglos, los problemas de desorden y violencia siguen siendo relevantes.
La Dualidad del Ser Humano y la Ética Formal de Kant
El hombre es el único ser de la creación que posee dos maneras de actuar.
Como fenómeno de la naturaleza, tiene inclinaciones y deseos sensibles; pero como ser racional, se declara libre de toda influencia de esas inclinaciones y deseos. El hecho de que el hombre no solo sea naturaleza, sino también libertad, nos lleva a enfrentarnos con la dimensión moral, y solo el hombre es capaz de sentir el imperativo del deber.
La razón debe ser criticada para mostrar sus limitaciones y finitud. Una vez ejercida la crítica, se comprenderá que es la moral, y no la ciencia, la que ha de enfrentarse a los interrogantes últimos de nuestra razón.
Solo una ética formal, que no diga lo que tienes que hacer, puede responder debidamente a la segunda de las preguntas cruciales: ¿Qué debo hacer?
Kant afirma que la única cosa que merece la denominación de “bueno” es la voluntad. Es buena voluntad en cuanto es determinada por la razón. La moralidad, así entendida, ha de valer para todos los hombres y ha de valer de un modo necesario. Según cómo actúe el hombre, hablaremos de dos tipos de mandatos: imperativos hipotéticos, que solo existen si alguien se decide a obtener los objetivos que procuran, mientras que los categóricos obligan incondicionalmente. Libertad y ley moral se condicionan una a otra, existiendo esta ley moral en el interior del hombre. Kant insiste en que la moralidad de una acción reside en la autonomía de la voluntad. Para desgracia de Kant, en este ámbito práctico, la razón experimenta su ilusión inevitable y necesaria: el bien supremo. No podemos concebir la virtud sin la felicidad. En el mundo de la naturaleza, la virtud no siempre lleva a la felicidad, pero sí en el mundo inteligible. La moralidad tiene tres condiciones necesarias de la razón práctica, que son la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. La completa identidad entre la actuación moral y la felicidad solo puede alcanzarla el hombre existiendo, y le alcanzaría mediante Dios. Entonces, la moralidad coloca al hombre en el umbral de la religión.