Metafísica Aristotélica: Un Estudio Profundo
Teoría de la Sustancia
El término Metafísica se atribuye a Andrónico de Rodas, peripatético del siglo I a.C., quien denominó así a los libros que colocó después de los de física. Para Aristóteles, la Metafísica constituye la sabiduría o Filosofía Primera, con un carácter especulativo. Puede ser estudiada como una Teología o ciencia por excelencia que tiene por objeto el estudio del ser por excelencia, Dios, o como una Ontología o estudio del ser en cuanto a ser y sus características esenciales.
La teoría de la sustancia constituye el núcleo de la filosofía de Aristóteles. Se encuentra desarrollada en los libros de Metafísica y también, en parte, en los de Física.
Distinción entre Sustancia Primera y Sustancia Segunda
El concepto de sustancia o Ousía es la noción central de la metafísica de Aristóteles. De los múltiples sentidos en que cabe entender el término ser, hay uno que constituye su sentido originario: El ser como sustancia. La sustancia no es única: existen muchas sustancias o muchos seres, y a su vez las sustancias o seres pueden tener modificaciones o accidentes tales como cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, estado, acción y pasión.
Aristóteles distingue dos tipos de sustancia:
- Sustancia Primera: el individuo concreto, como Sócrates, este caballo, este árbol. La sustancia tiene entidad por sí misma, es el soporte real sobre el que descansan todas las demás cualidades cambiantes de las cosas. Estas cualidades cambiantes son los accidentes o modificaciones a la sustancia. Los accidentes existen sobre una base proporcionada por la sustancia. Así, por ejemplo, no existe el frío en sí mismo, sino cuerpos fríos, etc. Mientras la sustancia es un ser por sí mismo, ens in se; el accidente es un ser que necesita de otro para existir, ens in alio.
- Sustancia Segunda: la especie y el género: humano, animal, vegetal.
Solo los individuos concretos deben ser considerados sustancias, pero puesto que las especies y géneros son también algo real, no meros conceptos, también deben ser considerados sustancias, aunque no existen separados de la sustancia primera sino en ella.
Por lo tanto, la sustancia primera es lo verdaderamente real, la sustancia en sentido estricto, es el sujeto último o sustrato en el que tienen su existencia la especie y género; la esencia y la forma.
Hilemorfismo (Hile: materia; Morfe: forma)
La sustancia primera es realidad de desarrollo y devenir. La sustancia primera nace, crece, perfecciona y muere. Dos propiedades conforman la sustancia: Materia y Forma.
La Materia es aquello de lo que está hecho algo; la Forma es lo que hace que algo sea lo que es. Ambas, Materia y Forma, constituyen la sustancia primera o individuo concreto.
En cuanto a la Materia, Aristóteles distingue una Materia Primera: carente de forma, no existe independientemente, imperceptible por los sentidos y solamente perceptible por la inteligencia; y una Materia Segunda: perceptible por los sentidos y condicionada por la forma.
En cuanto a la Forma, solo existe en la materia y define al individuo.
El ser humano es para Aristóteles un compuesto de materia y forma. La materia se identifica con el cuerpo y la forma, con el alma. Aplicando la teoría hilemórfica, el alma es mortal en cuanto a la sustancia primera, pero cuando es referido a la sustancia segunda, es la especie, y es eterna.
El Problema del Movimiento en la Teoría de la Sustancia
El Movimiento y la Dualidad Ser en Acto/Ser en Potencia
La explicación o respuesta dada al problema del movimiento es la teoría de la potencia y el acto. Anteriormente, Parménides había concebido al ser como un ser estático: entre el ser y el no ser no hay nada. Heráclito ya introducía el movimiento en el ser: un movimiento constante. Platón veía el movimiento en el mundo sensible: un mundo aparente, en continuo movimiento, aparente y de engaño, en cambio distinguía un mundo inteligible, estático, donde se hallaban las ideas.
Aristóteles da un paso más: entre el ser y el no ser hay algo intermedio: el ser en potencia: “aquello que tiene la capacidad de llegar a ser lo que aún no es”. El movimiento es el paso del ser en potencia al ser en acto: lo que ya es. Por lo tanto, el ser en acto no procede del no ser sino del ser en potencia.
A juicio de Aristóteles, Parménides cometía un error en su argumentación: el error de utilizar las nociones de “ser” y de “no-ser” como si tuvieran un único sentido, cuando en realidad cabe distinguir dos. Tomemos un ejemplo sencillo. Una piedra no es un árbol, una semilla tampoco es un árbol, pero entre ambos casos existe una gran diferencia: la piedra no es ni puede llegar a ser un árbol (negación de la condición de árbol); la semilla no lo es, pero puede llegar a serlo (privación de la condición de árbol). Esta distinción nos muestra que hay dos maneras de no ser algo: hay un no-ser absoluto (ni se es ni se puede ser), y hay un no-ser relativo (no se es, pero se puede llegar a ser). El movimiento es imposible en el primer caso, pero no en el segundo. Y como lo que no es, pero puede ser, se halla en potencia (la semilla es un árbol en potencia), y aquello que es actualmente se halla en acto (el árbol es árbol en acto, actualmente, efectivamente), Aristóteles explica y define el movimiento como paso o tránsito de la potencia al acto, o más concretamente, como “el acto de lo que está en potencia en cuanto tal” (es decir, en cuanto está en potencia). De este modo, el movimiento queda explicado como una transformación (potencia-privación-acto) que acontece en el ser; si la semilla puede moverse hacia la condición de árbol es porque la semilla ya es árbol, solo que no de forma actual, sino potencial; o de otro modo: a la semilla no le está negada la condición de árbol, sino que se halla temporalmente privada de tal condición, aunque le corresponde alcanzarla en un futuro, en virtud de su propia naturaleza. En definitiva, en todo movimiento, ya sea intelectual, ya sea físico, se llega a ser lo que ya se es; el movimiento tiende a realizar, pues, una finalidad (telos) ya prevista.
Las Causas del Movimiento
Otra explicación de Aristóteles al problema del movimiento es la Teoría de las Causas: el porqué de las cosas físicas tiene una causa o explicación; definiendo Causa como principio del cual algo procede.
En la Metafísica lleva a cabo una enumeración exhaustiva de las diversas acepciones de “causa”, llegando a la conclusión de que todas ellas se reducen a cuatro fundamentales. Las reexposiciones escolásticas suelen subdividirlas en dos tipos genéricos: 1) las intrínsecas, meramente posibilitadoras, etiquetadas bajo los nombres de “causa material” y “causa formal”, y 2) las extrínsecas, de mayor eficacia, llamadas “causa eficiente” y “final”, respectivamente.
Así pues, Aristóteles distingue cuatro causas:
- La causa material: el sustrato indeterminado que tiene la posibilidad de ser y se identifica con Potencia.
- La causa formal: la materia pasa a ser, se identifica con acto. Estas dos causas son intrínsecas.
- Causa Eficiente: la que provoca los cambios o transformaciones con un sentido dinámico.
- La causa final: el fin por el que se hace algo. Estas causas son extrínsecas.
Clases de Movimientos
Una vez garantizada la posibilidad del movimiento, Aristóteles procede a su clasificación, distinguiendo:
- El movimiento sustancial, por generación, paso del no ser al ser; cuyo resultado es la generación de una sustancia nueva; o por corrupción, paso del ser al no ser; la destrucción de una sustancia existente.
- El movimiento accidental, en el que no se generan ni se destruyen sustancias, sino que estas -sin resultar afectadas en su persistencia sustancial- sufren modificaciones en aspectos no esenciales de su ser; es decir, soportan modificaciones accidentales. El movimiento accidental puede ser de tres clases: cualitativo (alteración), cuantitativo (aumento o disminución de tamaño) y local (desplazamiento, traslación).