El Concepto Biológico de Vida
No existe un consenso universal sobre la definición biológica de la vida, debido a la complejidad del fenómeno. El biólogo Jacques Monod define a los seres vivos como «objetos dotados de un proyecto» o teleonomía. Además, se caracterizan por la morfogénesis autónoma (capacidad de autoconstrucción y desarrollo) y la invariancia reproductiva (transmisión fiel de la información genética).
El Concepto Filosófico de Vida
Desde la antigüedad griega, el concepto de «vida» ha trascendido lo meramente físico, abarcando la vida práctica o moral. En el siglo XIX, la vida como objeto de estudio filosófico cobra relevancia. Ortega y Gasset, exponente del vitalismo, define el vivir como encontrarse en el mundo, en una circunstancia. La vida humana implica la consciencia de sí misma, es la realidad primordial, un proceso continuo de autoconstrucción y realización.
La Muerte en el Existencialismo
El existencialismo prioriza la existencia sobre la esencia humana. Para Martin Heidegger, la muerte revela la finitud humana, nuestra limitación temporal e histórica. La muerte no es solo el final, sino una propiedad del existir humano: «ser para la muerte». Jean Paul Sartre distingue muerte y finitud; la finitud, incluso en la inmortalidad, implica la libertad de elección en cada circunstancia: «ser significa elegirse» porque «el ser humano es libertad».
Monismo vs. Dualismo Psicofísico
El monismo niega la composición en la realidad humana. El panteísmo considera la muerte como la disolución de la individualidad en la universalidad del cosmos. El monismo materialista niega cualquier dimensión no material, haciendo de la muerte el límite absoluto.
El dualismo, en sus diversas formas, postula una realidad humana compuesta por cuerpo (material) y alma (espiritual). La muerte se entiende como la separación de estos componentes. Esta concepción es defendida por filósofos como Platón, Aristóteles y Descartes, y por religiones como el cristianismo, el judaísmo y el islam.
La Justificación de un Dios Bueno ante el Mal
El dilema de Epicuro cuestiona la coexistencia de un Dios bueno y omnipotente con la existencia del mal: «Si Dios quiere y no puede quitar el mal, es impotente. Si puede y no quiere, no nos ama. Si no quiere ni puede, no es el Dios bueno y es impotente. Si puede y quiere, ¿de dónde viene el mal y por qué no lo elimina?». Las doctrinas emanantistas atribuyen el mal a la degradación de los seres emanados de la divinidad. En las doctrinas creacionistas, la pregunta se agudiza, requiriendo un análisis del mal para conciliar la bondad y omnipotencia divina.
Tipos de Mal
- Mal metafísico: Identificado con la finitud de las cosas.
- Mal físico: Derivado del funcionamiento de las leyes naturales.
- Mal moral: Originado en la libertad humana de elección.
Del Mal Metafísico al Mal Moral
Leibniz argumenta que el mal es inherente a la finitud del mundo, un problema previo al planteamiento de Epicuro. La cuestión del mal surge de la conciencia moral. La finitud no es un mal en sí, sino parte de la constitución del universo. La pregunta reside en si un Dios bondadoso y omnipotente controla las leyes naturales, o si el mal (físico o moral) puede ser superado en la historia.
El Mal como Injusticia
El sufrimiento del justo plantea la perplejidad ante el mal. Séneca atribuye la regulación del mundo a un logos inmanente, cuyo conocimiento conduce a la felicidad.
Dios como Garante de la Justicia
El absurdo no es la coexistencia de Dios y el mal, sino que el mal tenga la última palabra. La razón exige justicia, un Dios que repare las injusticias. Nietzsche, al proclamar la «muerte de Dios», abre un nuevo capítulo en la comprensión del mal. La humanidad, sola, se enfrenta a preguntas radicales sobre la moralidad y la justicia: ¿Por qué debo actuar éticamente? ¿Por qué debo preocuparme por el bienestar de los demás? Responder a estas preguntas es un desafío necesario.