Exploración del Conocimiento y la Causalidad desde la Perspectiva Empirista de Hume

La Conexión entre Causa y Efecto según Hume

Esta constante unión lleva a pensar que hay una conexión necesaria entre la causa y el efecto. Analizando la relación que hay entre la causa y el efecto, Hume descubre que sólo hay contigüidad y sucesión. Cuando se produce un choque y el movimiento de un cuerpo es considerado causa del movimiento del otro, ambos cuerpos están próximos y el movimiento del primero es anterior al del segundo. Pero la contigüidad y la sucesión no son causalidad. Cuando se admite el valor del principio de causalidad, se afirma que ese principio se basa en una intuición. Sin embargo, si se examina ese principio, se ve que no hay en él certeza intuitiva. La experiencia proporciona fenómenos que son contiguos y de los que uno precede al otro. Cuando chocan dos bolas de billar, se puede ver que la primera se mueve hacia la segunda y, al llegar a ella, se detiene y la segunda se pone en movimiento. Se piensa que el movimiento de la primera es causa del movimiento de la segunda, pero la experiencia sólo da indicios de que la primera bola se mueve y que, al llegar a la segunda, se para y empieza a moverse la segunda. Por lo tanto, no existe ninguna impresión de «conexión necesaria». Los seres humanos creen en la causalidad, esa creencia es fundamental en sus vidas. El orden de la creencia es la costumbre y el hábito.

La Creencia en un Mundo Externo

Los seres humanos creen en la existencia de un mundo externo, un mundo que está más allá de las impresiones y es distinto de ellas. Descartes recurría a un dios bueno que no consentía que el ser humano se engañara de forma continua. Hume, sin embargo, solo está dispuesto a aceptar aquello de lo que se posean impresiones o que se deduzcan de ellas.

La Existencia de Dios

Según Hume, de Dios no se poseen impresiones y tampoco se puede demostrar su existencia por medio del principio de causalidad. Racionalmente, no se puede saber nada de Dios. Para el ser humano, según Hume, Dios es una adivinanza, un enigma y un misterio.

El Criterio Empirista y la Noción del Yo

Hume trata de llevar a rajatabla el criterio empirista y está dispuesto a no aceptar nada de lo que no se tengan impresiones. Cualquier persona posee, pues, muchas impresiones. Se pregunta si hay alguna impresión en la que capte su yo como capta los colores o los sonidos. Hume afirma que no. Se tienen impresiones de cosas que pasan, pero no del propio yo. En el ser humano hay impresiones ligadas entre sí, esas impresiones son causadas por un yo que se mantiene idéntico. Se considera el yo como una colección de impresiones. Hume compara el yo con un Estado, vinculados entre sí por unas leyes y sometidos a un gobierno. Pueden cambiar los ciudadanos (las impresiones), pueden cambiar las leyes (las distintas relaciones entre impresiones), pero el Estado sigue existiendo.

El Conocimiento según Hume

Para Descartes, como para Locke, todos los conocimientos eran, en principio, ideas de la mente. Lo demás solo era conocido secundariamente a través de las ideas. Hume sustituye el término «idea» por «percepción». No todas las percepciones y los conocimientos son iguales. Hume se fija en que unos son más intensos que otros, en ellos se perciben más detalles y se imponen sin que el sujeto pueda evitarlo. La percepción de un objeto es intensa, vivaz y permite describir todos sus detalles de forma, color, etc. A este tipo de percepciones, Hume les llama «impresiones». Cuando esa persona abandona el objeto y se va a otro, recuerda el objeto anterior, su percepción ha perdido intensidad y vivacidad, es como una imagen debilitada. A este segundo tipo de percepciones las llama «ideas». Para el filósofo, las ideas son imágenes debilitadas de las impresiones. Toda idea deriva de una impresión y no existen ideas de las que no se haya tenido anteriormente una impresión. Locke, después de proclamar que todos los conocimientos tenían que venir de la experiencia, admitió la realidad de las cosas, la existencia de Dios y del yo sustancial.

Las Leyes de la Asociación

Todos los conocimientos del ser humano se le presentan con orden y regularidad. Las leyes de la asociación, Hume las reduce a tres:

  • La semejanza
  • La contigüidad espacio-temporal
  • La causalidad

De acuerdo con esta clasificación, distingue Hume dos tipos de conocimientos:

  • El conocimiento que establece relaciones de ideas: organizándolas según el principio de la semejanza y que se rigen por el principio de contradicción. Es el campo de los conocimientos matemáticos y de la lógica. Son conocimientos verdaderos, rigurosos y válidos.
  • El conocimiento de hechos: depende de las relaciones de contigüidad espacio-temporal y de la causalidad. El conocimiento que proporciona es siempre individual y está limitado al «aquí» y al «ahora».

La Causalidad y la Experiencia

Cuando se afirma que una cosa es causa de otra, no existe impresión alguna en que basar esa afirmación. La mente va más allá de lo que está inmediatamente presente. Para los filósofos clásicos y racionalistas, la relación causa y efecto era una relación necesaria. Todo lo que empieza tiene una causa, a la que se daba el nombre de principio de causalidad. Hume considera que el llamado principio de causalidad no tiene valor por sí mismo, a priori. Su validez sólo puede provenir de la experiencia, y no existe ninguna experiencia de la causalidad. Solo la experiencia permite inferir uno de otro, estableciendo la relación de causalidad.

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