1.2. Los Filósofos Presocráticos
Se denominan filósofos presocráticos a los filósofos anteriores a Sócrates. Esta diferenciación se establece porque, mientras que los presocráticos se ocupan de la naturaleza y de la búsqueda del arjé (principio originario), Sócrates se preocupó por otros temas, como la situación del hombre y la moral.
Tales de Mileto
Considerado el padre de la filosofía por su frase: “Todo procede del agua”. Según Tales, la Tierra está sobre el agua (como un delgado disco flotante) y el agua es el elemento primero de todas las cosas. Plantea, por tanto, la cuestión de la unidad de todas las cosas, la cuestión acerca de cuál sea la naturaleza última y fundamental del mundo. Aquí radica la importancia de la doctrina de Tales al concebir las cosas como formas cambiantes de un primario y último elemento. Que designase el agua como este elemento es la característica histórica que lo distingue, pero lo que le otorga su rango de primer filósofo es el hecho de concebir la unidad en la diversidad.
Su afirmación de que “Todo procede del agua” es la clave de la filosofía occidental por lo siguiente:
- Por la amplitud con que se hace la pregunta (la filosofía se presenta como un saber en su totalidad). Se pregunta por el origen de todo, es decir, por la realidad una que da origen a todas las demás realidades. Esa realidad o principio (arjé) es el agua. Pero esta respuesta concreta no es lo más importante, sino la formulación de la pregunta en sí misma, pues abre el camino para plantear otras muchas cuestiones esenciales para el desarrollo filosófico.
- La pregunta de Tales contiene el siguiente supuesto: que el mundo puede tener una apariencia y, sin embargo, ser otra cosa en realidad.
- Tales, además, intenta razonar su respuesta; el argumento es pobre pero razonable: la versatilidad del agua (sólido, líquido y gaseoso) y que del agua nacen los seres vivos (el semen es húmedo, el ser vivo necesita el agua, etc.). Lo importante es que todo lo que ha llegado a ser lo atribuye a una causa natural de las cosas y no a fuerzas personales como hacía el pensamiento mítico.
Anaxímenes
Se plantea el mismo problema que Tales: ¿cuál es el principio real del que proceden las otras cosas? Su respuesta es: “Todo procede del aire”. Argumenta que el aire no tiene límites y que, al igual que el aliento del hombre llena su cuerpo, también es principio de animación de la naturaleza. También indica que todo surge de este elemento por un procedimiento de condensación o de expansión.
Anaximandro
De la misma escuela que Tales, se plantea el mismo problema, pero desde una perspectiva distinta, ya que piensa que el arjé no puede ser ninguna clase particular de material como el agua, puesto que el agua es uno de los “contrarios”. De esta forma, Anaximandro llega a concebir que el elemento primero era indeterminado, algo indefinido: “el apeiron”; una sustancia sin límites de la que procede todo. De esta Materia Infinita se generan todos los contrarios por separación: caliente-frío, húmedo-seco…; y por corrupción vuelven al apeiron.
Heráclito
Heráclito no ve en el mundo nada permanente, más bien parece que el cambio continuo de todas las cosas es lo verdaderamente esencial y característico. “Todo fluye, nada permanece”, todo está en un constante cambio. De este flujo incesante tampoco está excluido el hombre, ni su cuerpo ni su alma. Esta corriente incesante del devenir que siempre está en acción tiene como consecuencia el que percibamos cualidades contrarias en una misma cosa. Heráclito, por tanto, parte del dato de los sentidos y no de la razón. Para Heráclito, el arjé es el fuego, porque cree que es la sustancia que mejor representa el estado de cambio constante. El mundo es como un fuego eterno, y el fuego es la esencia de todas las cosas.
Los Sofistas
Relativismo y Escepticismo
Los sofistas estaban escarmentados de la anterior filosofía griega sobre la naturaleza, en la que cada cual había dicho una cosa casi incompatible con la de los otros. Ven la historia de la filosofía como un caos y llegaron a la conclusión de que el problema, en el fondo, es que no puede haber una verdad absoluta cognoscible y válida para todos los hombres. Un grupo de ellos profesa el relativismo, doctrina que dice que no hay verdad absoluta sino que la verdad depende del sujeto que la forma. Así, Protágoras nos dice: “Tal y como te parecen las cosas, así son para ti; tal y como me parecen las cosas, así son para mí”. Y también: “El hombre es la medida de todas las cosas” (lógicamente esta doctrina es radicalmente opuesta a lo mantenido por Sócrates y Platón). Otros sofistas fueron escépticos, doctrina que significa que no existe una verdad absoluta.
El Método Inductivo: La Dialéctica
Sócrates (que llamaba a su método “mayeútica”, que significa obstetricia) mantenía conversaciones y procuraba ir sacando las ideas que tuviese su interlocutor sobre algún tema, yendo de definiciones menos adecuadas a otras más adecuadas, o de la consideración de ejemplos particulares a una definición universal. De esta forma intentaba descubrir la verdad, no como materia de pura especulación, sino de tal modo que sirviese para vivir conforme es debido: para obrar bien, es preciso saber qué es lo recto, por lo tanto, hay que cuidar del alma.
En cuanto a su manera de enseñar, no es transmitiendo una doctrina sino haciendo filosofar a los demás. Su método tiene tres momentos:
- La ironía: consiste en llevar a su interlocutor a la convicción de que no sabe nada (hacer que descubra su propia ignorancia): “Sólo sé que no sé nada.” En realidad, sólo quien sabe que no sabe, procura saber.
- La mayeútica: (parto) consiste en dar a la luz a la verdad; el diálogo lleva a la verdad, que está en cada uno: “Conócete a ti mismo”. Este es el lema de Sócrates, haciendo del filosofar, por tanto, un examen incesante de sí mismo y de los demás.
- La definición: mediante la mayeútica se llega al fondo de las cosas; es formular con palabras la definición descubierta. Mientras, los sofistas rechazan las definiciones (doctrinas) necesarias y universalmente válidas; Sócrates piensa que se puede llegar a ellas y que mientras los ejemplos cambian, la definición se mantiene invariable. A Sócrates le interesaba la moral y buscaba la unanimidad de ideas sobre la moral, es decir, que intenta buscar los puntos en común que hay en las diferentes tendencias de la moral.
Platón: Ontología y Gnoseología
El platonismo ha sido interpretado tradicionalmente como una forma de dualismo metafísico, a veces referido como realismo platónico. De acuerdo a esto, la metafísica de Platón divide al mundo en dos aspectos distintos: el mundo inteligible (el mundo del auténtico ser) y el mundo perceptible (el mundo de la mera apariencia). El mundo perceptible consiste en una copia de las formas inteligibles o Ideas. Estas formas no cambian y sólo son comprensibles a través del intelecto o entendimiento, es decir, la capacidad de pensar las cosas abstrayéndolas de como se nos dan a los sentidos. En los Libros VI y VII de la República, Platón utiliza diversas metáforas para explicar sus ideas metafísicas y epistemológicas: las metáforas del sol, la “alegoría de la caverna” y la de la línea dividida.
En su conjunto, estas metáforas transmiten teorías complejas. Está, por ejemplo, la Idea del Bien, principio de todo ser y de todo conocer. La Idea de Bien realiza esto de manera similar a como el sol emana luz y permite la visión de las cosas y la generación de éstas en el mundo perceptivo.
En el mundo perceptivo, las cosas que vemos a nuestro alrededor no son sino una ligera resemblanza con las formas más reales y fundamentales que representa el mundo inteligible de Platón. Es como si viéramos una sombra de las cosas, sin ver las cosas mismas; estas sombras son una representación de la realidad, pero no la realidad misma.
A pesar de muchas críticas sobre su supuesto ‘dualismo’, Platón se refiere a un único universo. A modo pedagógico, desdobla el universo en dos y, como quien saca una foto de un paisaje, describe una realidad compleja en dos dimensiones: su línea donde asienta la parte del universo que el ser humano puede percibir por los sentidos y la parte del universo que actúa como causa del anterior y que el ser humano puede aprender por medio de la hipótesis de la hipótesis superior. Así, quien mira el paisaje se dará cuenta que es imposible que el paisaje ‘sea’ meramente lo que la fotografía muestra.
En el primer segmento de esta línea asienta los objetos perceptibles por los sentidos y los divide en dos clases, refiriendo para cada tipo de objeto una forma en que el alma los conoce. La primera son las imágenes o sombras que se desprenden de los objetos físicos, de las que se puede obtener un conocimiento casi nulo (el ser humano imagina qué pueden ser estas sombras). En la segunda división de este primer segmento asienta a los objetos físicos, que tienen un doble papel: son generados por lo que llamará seres inteligibles inferiores y superiores a la vez que con otros elementos (i.e. la luz) generan las sombras. A estos corresponde la operación de la creencia porque, al estar en constante cambio por estar sujetos al tiempo y al espacio, nunca ‘son’.
En el segundo segmento de la línea, Platón asienta los objetos que, sin poderse percibir por los sentidos, son percibidos por el alma y son los generadores de los que se encontraban en el primer segmento de la línea, dividiéndolo también en dos. En la primera parte de este segundo segmento asienta los seres inteligibles inferiores, los principios matemáticos y geométricos. Estos entes todavía guardan algún tipo de relación con la parte del universo sensible porque se los puede representar (i.e. un cuadrado, el número 4, lo impar respecto de lo par, etc.); la operación que realiza el alma para aprehender estos conceptos es el entendimiento. En la última parte, asienta los seres inteligibles superiores, aquellas ideas que solo pueden ser definidas por otras y que de ninguna manera pueden ser representadas para la percepción sensorial (i.e. la justicia, la virtud, el valor, etc.); para comprenderlos el alma se dispone hacia ellos utilizando la inteligencia.
Para la primera sección, Platón entendió que la imaginación y la creencia, es decir, la mera descripción de lo que se percibe, puede dar como resultado una opinión. Sin embargo, el entendimiento y la inteligencia son para Platón aquellas operaciones de las que se obtiene el conocimiento.
La metafísica de Platón, y particularmente el dualismo entre lo inteligible y lo perceptivo, inspiró posteriormente a los pensadores neoplatónicos, como Plotino, Porfirio y Proclo, y a otros realistas metafísicos. Padres del cristianismo, como Agustín de Hipona, y el Pseudo Dionisio también fueron muy influenciados por su filosofía.
Si bien las interpretaciones de las escrituras de Platón (particularmente la República) han tenido una inmensa popularidad en la historia de la filosofía occidental, también es posible interpretar sus ideas en una forma más conservadora que favorece la lectura desde un punto de vista epistemológico más que metafísico, como sería el caso de la metáfora de la Cueva y la Línea Dividida. Existen obvios paralelos entre la alegoría de la Cueva y la vida de Sócrates, quien fue ejecutado en su intención de abrir los ojos a los atenienses.