1- EL CONOCIMIENTO Y SUS LÍMITES
Hume parte de que todas las ciencias poseen relación en mayor o menor medida con la Naturaleza Humana, piensa que es necesario establecer una Ciencia del Hombre de fundamento sólido a las demás. Tal ciencia debe basarse en la observación y la experiencia. El proyecto humeano pretende investigar la naturaleza del entendimiento humano para averiguar sus poderes y capacidades, así se logrará cultivar una auténtica metafísica. Se considera a sí mismo: el «Newton de las Ciencias Sociales». Hume se mostró insatisfecho con el modo en que Locke utilizó la noción de idea, y llegó a la conclusión de que las ideas son una parte de nuestro conocimiento, al que en conjunto se denominó percepción. Existen dos clases de percepciones, por un lado, se da un conocimiento muy intenso de realidades que aprehendemos a través de los sentidos, lo que denomina impresión, mientras que también somos capaces de llevar a cabo representaciones a través de la sola actividad del pensamiento, lo que denominó ideas.
Las impresiones son el conocimiento por medio de los sentidos; son todas nuestras sensaciones. Son las percepciones vivas, intensas y fuertes; todo aquello que vivimos. Las impresiones pueden ser simples y complejas.
Las ideas son representaciones o copias de las representaciones de la mente. Son las imágenes débiles de las impresiones, y se corresponderían con aquello que decimos que pensamos. Las ideas también pueden ser simples y complejas.
Tras esto, Hume afirma que todas las ideas proceden necesariamente de las impresiones, son copias o imágenes suyas. Con esto está dejando muy claro: que no existen ideas innatas y que el origen de nuestros conocimientos está en los sentidos, en la experiencia.
Esta distinción va a permitir a Hume establecer un sencillo, pero muy importante criterio de verdad. Con las impresiones no tenemos problema, pues todas son reales y verdaderas, pero no pasa lo mismo con las ideas, pues unas son verdaderas y otras son falsas. Hemos de comprobar si tal idea procede de alguna impresión: si podemos señalar la impresión de la que procede una idea, esa idea será verdadera, en caso contrario será una ficción. De esta forma Hume está afirmando que las impresiones sensibles son el origen de nuestro conocimiento y también su límite.
1.1- DELIMITACIÓN DEL CONOCIMIENTO
Según Hume consiste en «ideas relacionadas entre sí». Conocer no es más que relacionar ideas. Este conocimiento se realiza de acuerdo con tres principios o leyes, que son:
- El principio de la semejanza: el parecido entre varias ideas (una pintura, nos hace recordar el original).
- El principio de la contigüidad: la proximidad entre ideas (la idea de un lugar me recuerda otro próximo a él).
- El principio de la causalidad: el origen de las ideas (un hijo nos lleva a formarnos una idea de su padre).
1.2 TIPOS DE CONOCIMIENTO
Para desarrollar su teoría del conocimiento (epistemología), Hume ofrece una clasificación de primera importancia en lo relativo al modo que alcanzamos cualquier conocimiento, ya que distingue entre dos formas de conocimiento:
- a) Conocimiento de las relaciones entre ideas. Este es un conocimiento que obtenemos independientemente de toda experiencia, y por ello se expresa en proposiciones analíticas, siendo un conocimiento necesariamente verdadero.
- b) Conocimiento de hechos. Además de un conocimiento analítico de las relaciones entre ideas, podemos también conocer hechos. A diferencia de la verdad necesaria de las proposiciones analíticas, las proposiciones que proporcionan un conocimiento de hecho son contingentes, esto es, pueden ser o no ciertas. Este conocimiento de hechos se realiza únicamente a través de las impresiones. Hume se dota de un criterio de verdad aplicable a sus ideas, de tal manera que, ante una idea cualquiera, sea posible asignarle un valor de verdad determinado. Una idea es verdadera sólo si procede de una impresión.
2. LA CRÍTICA A LA IDEA DE CAUSA
Hume conduce los presupuestos empiristas a sus implicaciones últimas, sin ser refrenado por miedo alguno al exterminio de todo lo que se había pensado verdadero y había fundado la totalidad del conocimiento científico y filosófico de las sociedades accidentales. Su crítica a las ideas aceptadas por todos como absolutamente fiables y verdaderas comienza por la demolición de la idea de causa, tan arraigada en el sentido común, para seguir después a través de un frenesí crítico y destructivo rigurosamente consecuente, por las ideas del mundo, Dios, e incluso, el aparentemente intocable yo que sacralizó como primera e indudable verdad.
2.1 – EL CONOCIMIENTO DE HECHOS Y LA IDEA DE CAUSA
Aplicando el estricto criterio de verdad que se propone Hume, podemos decir que nuestro conocimiento de los hechos queda limitado a nuestras impresiones actuales y a nuestros recuerdos de impresiones pasadas, nuestras ideas. No pudiendo haber conocimientos e ideas de hechos futuros, puesto que no tenemos impresiones de lo que sucederá en el futuro. Lo que acabamos de decir parece sencillo, pero es incuestionable que lo que en nuestra vida diaria continuamente damos por seguro, sabemos que en un futuro se producirán ciertos hechos. Hume observa que en todos estos casos nuestra certidumbre se produce en razón a una inferencia causal, en el uso del principio de causalidad. La causalidad es concebida por nosotros como una vía necesaria al futuro, esto es, una conexión necesaria entre dos hechos denominados causa y efecto. A partir de la certeza de tal vínculo, estamos seguros de que el efecto se producirá también necesariamente una vez dada la causa.
Hume enjuicia filosóficamente esta idea de causa, como todas, por su criterio de verdad: las únicas ideas verdaderas son aquellas que provienen de una impresión. Lo único que observó fue:
//a) Contigüidad entre la causa y el efecto que puede observar una cierta proximidad p cercanía, tanto en el espacio como en el tiempo; que siempre que lo he hecho he experimentado lo mismo. //b) hay siempre una prioridad temporal de la causa respecto al efecto, siempre se ha dado la causa y, como consecuencia, el efecto. //c) Y una sucesión constante en el pasado entre los dos hechos, entre la causa y el efecto se ha venido produciendo una unión continuamente repetido en el pasado. Estas tres ideas señaladas son válidas, en cuanto que se han formado a partir de impresiones sensibles. Pero cuando empleamos el principio de causalidad, añadimos una cuarta idea: la de “conexión necesaria”. Afirma que entre la causa y el efecto existe una unión o relación que se supone obligada. Aquí surgen los problemas, Hume concreta aún más y se pregunta ¿Cómo concebimos esa supuesta conexión necesaria entre causa y efecto? Y responde que la concebimos suponiendo que dentro de la causa existe algo así como una fuerza o energía (oculta) que une necesariamente a esa causa con su efecto. No nos queda más remedio que utilizar el criterio de verdad establecido y preguntar ¿Tenemos alguna impresión sensible de esa fuerza o energía que supuestamente une una causa con su efecto. La respuesta de Hume será el principio de causalidad se apoya en una idea falsa , por lo que no puede afirmarse su validez… Hume no niega la posibilidad de que el principio de causalidad sea válido, lo que hace es afirmar que en última instancia es indemostrable, que es incomprobable. Hablando con propiedad no “sabemos” que el agua nos mojará, simplemente lo “creemos”.Nuestros pretendidos conocimientos de los hechos futuros por inferencia causal no son rigurosos conocimientos, sino “creencias”, esa certeza que tenemos de los hechos futuros proviene sólo del hábito, de la costumbre, de haber observado en el pasado que siempre que sucedió la causa se produjo también el efecto. Hume afirma que la causalidad es una expresión de la constitución psicológica del hombre.
Convertimos siempre lo que nos ha sucedido en regla de lo que nos sucederá, instauramos lo pasado como ley de lo por venir. En conclusión, no puede afirmarse la validez del principio de causalidad, y esto por dos razones://1) porque nuestras impresiones son actuales o del pasado, pero no del futuro//2) porque no tenemos impresión sensible de una fuerza o energía que damos por supuesto une la causa con su efecto2.2CONSECUENCIAS ONTOLÓGICAS DE LA CRÍTICA A LA CAUSALIDAD. Hume se muestra aquí bastante realista, reconociendo que, si bien se ha demostrado que muchas de nuestras supuestas ·”certezas” no son realmente tales sino tan solo “creencias”, en la práctica esto no es realmente grave, pues tales creencias nos bastan y nos sobran para vivir. Las creencias son los útiles para los que disponemos para asegurarnos las funciones básicas de la vida. Hume dice que la inferencia causal solo es posible cuando se da entre impresiones, cuando se tiene impresión tanto de la causa como del efecto. La inferencia causal sólo es aceptable entre impresiones, ya que es la contigüidad constante entre impresiones la que la produce y ese hábito o costumbre de haber experimentado repetidamente en el pasado dichas causas y efectos es lo que nos llevará a inferirlo en el futuro.
3. COMPARACIÓN: Descartes y Hume son dos filósofos importantes de la historia de la filosofía. Descartes pertenece a la modernidad y Hume es un ilustrado. El francés fue un gran defensor del racionalismo, que se caracterizaba por la aceptación del método matemático y deductivo como la única forma de llegar a la verdad. Descartes intentó llegar a la verdad a través de la razón y su método de evidencia, y no se fiaba de los sentidos como vía de conocimiento. Por el contrario, David Hume se basó en que la única fuente de conocimiento es la experiencia de nuestros sentidos, el empirismo. Este dijo que única fuente de conocimiento verdadero son las impresiones (conocimiento por medio de los sentidos) y las ideas que está demostrado que provienen de las impresiones. En la edad moderna se trata de llegar a una verdad absoluta empezando de cero, esto es, poniendo en duda todo lo que se conocía para encontrar una verdad indudable. Esto es lo que va a hacer Descartes, siendo muy escéptico hasta el momento en el que descubre que esa verdad indudable se basa en que él es un ser que piensa y duda (“Cogito, ergo sum”). A partir de esta verdad intentó buscar otras universales. Por otra parte, Hume fue fenomenista, pues dijo que no conocemos las cosas como tal, sino sólo sus percepciones. También fue toda su vida un escéptico moderado, que ponía en duda los límites del conocimiento, pero lo consideraba un método bueno contra el dogmatismo, hasta el que había evolucionado Descartes. Descartes dividió las ideas en: adventicias, facticias e innatas. Para él, las más importantes eran las terceras, pues eran las más claras y distintas, provenientes del pensamiento en sí mismo. En cambio, Hume negó y rechazó las ideas innatas, puesto que él es un filósofo empirista que defiende que la verdad proviene de nuestras percepciones sensibles, y no de ideas que provienen del propio pensamiento. Para Hume, la existencia de un mundo físico, de un mundo formado por sustancias extensas, es una creencia generada por los hábitos de la razón. El hombre sólo tiene certeza de sus impresiones, y atribuir a esas impresiones una causa externa e independiente del mundo es un error. La idea de sustancia carece de una impresión correspondiente, por lo tanto, es una creencia. Ante el mundo externo sólo cabe el escepticismo. Descartes siempre defendió a las matemáticas como un método para hallar verdades absolutas sin lugar a errores, de hallar verdades universales. Hume seguía negando las matemáticas y se centró en las experiencias para
llegar a conocer las capacidades de los hombres. Se denominó a él mismo “El Newton de las ciencias sociales” y la física de Newton un método para hallar verdades. Descartes tiene la teoría de la sustancia para configurar la realidad, definiendo sustancia como algo existente y concreto que no necesita de otra cosa para existir. Dividió la sustancia en: sustancia pensable, sustancia infinita y sustancia extensa. Hume criticó esta teoría y también el principio de causalidad, ya que nuestras impresiones son actuales o del pasado, pero no del futuro; y porque no tenemos impresión sensible de una fuerza que una la causa con el efecto. Descartes había utilizado el “Cogito, ergo sum” para demostrar la existencia de Dios y del mundo, pues decía que era necesario un ser infinito que pusiera en su mente un pensamiento infinito ( Dios) y un lugar sobre el que se pudieran desarrollar sus pensamientos ( el mundo). Sin embargo, Hume no estaba de acuerdo con él, ya que no tenemos ninguna impresión de Dios, puesto que no es percibido por los sentidos y, por tanto, no niega su existencia, pero sí que esta sea demostrable por el principio de causalidad, por lo que no deja de ser una “creencia”. Para Descartes el ser humano es una sustancia cuya naturaleza o esencia consiste en pensar. El yo es una sustancia pensante.Para Hume, el yo, es una creencia de la razón. La idea no surge de ninguna impresión, por tanto, se está ante una idea falsa. El yo es simplemente un “haz de impresiones”, carece de entidad.