Explorando el Contrato Social, el Idealismo Trascendental y la Ética Kantiana

El Contrato Social según Kant

El contrato social es una hipótesis que considera a la sociedad como el resultado de un pacto entre individuos. Estos individuos acuerdan un sistema de convivencia que sirve a sus intereses. Para Kant, el contrato originario es un acuerdo por el cual los individuos dejan atrás el estado de naturaleza para garantizarse legalmente lo que cada uno considera como suyo. Es una idea de la razón que lleva a un estado civil y determina cómo debe ser administrado el Estado.

A diferencia de Rousseau, Kant distingue entre soberano y pueblo. El contrato social, como voluntad unida del pueblo, es una idea que contiene un deber del soberano: actuar en nombre de la voluntad popular y dictar leyes, siendo imparcial y legislando atendiendo al punto de vista de la voluntad común.

Racionalismo y Empirismo

Estas corrientes de pensamiento se inician con la filosofía occidental. Parménides distingue entre la vía de la opinión y la vía de la verdad, siendo él mismo un filósofo racionalista al defender la vía de la verdad. Platón es un representante del racionalismo y Aristóteles del empirismo, aunque apegado a la metafísica.

Son dos corrientes filosóficas del siglo XVII con visiones contrapuestas:

  • Racionalistas (Descartes, Spinoza): La razón es el instrumento válido para acceder al conocimiento de la realidad. Aceptan las ideas innatas a partir de las cuales, por deducción, se descubren las demás ideas. Las matemáticas son un modelo científico y la razón es una fuente infinita de conocimiento.
  • Empiristas (Bacon, Hume): El origen del conocimiento es la experiencia. Niegan que el conocimiento sea ilimitado, pues la propia experiencia es un límite. Aunque aceptan la deducción para las matemáticas y la lógica, defienden la inducción para el resto de las ciencias.

El punto de encuentro es que ambas corrientes son idealistas, ya que entienden el conocimiento como conocimiento de ideas.

El Giro Copernicano en la Filosofía de Kant

El giro copernicano es una expresión metafórica que Kant emplea para explicar el cambio metodológico necesario para entender cómo es posible el conocimiento científico.

Kant establece una analogía con Copérnico, quien propuso que para entender el movimiento de los objetos celestes era necesario situar al sol en el centro y la Tierra girando a su alrededor. De la misma manera, Kant argumenta que la filosofía tradicional suponía que, en el conocimiento, el sujeto es pasivo y se dedica a captar leyes.

Según Kant, el objeto debe someterse al sujeto, pues el sujeto al conocer es activo. El objeto se adapta, al ser conocido, a las leyes impuestas por el sujeto. En conclusión, solo conocemos de las cosas aquello que nosotros mismos hemos colocado en ellas.

La Ilusión Trascendental

Al preguntarse por los fines últimos de la razón y sus realidades más generales, Kant engloba la razón en tres ideas que considera trascendentales: Dios, alma y mundo. Estas ideas no aumentan nuestro conocimiento.

Kant afirma que, si bien estas son las respuestas más generales y universales de la razón, no proporcionan conocimiento alguno. Preguntarse por estas ideas trascendentales es inútil, y Kant lo cataloga como ilusión trascendental. Por lo tanto, la metafísica no es una ciencia para Kant, porque se pregunta por ideas que no ofrecen conocimiento, aunque considera inevitable hacer un uso regulativo de la razón, como preguntarse por Dios.

Los Imperativos Kantianos

Los imperativos son normas o pautas de comportamiento que nos imponemos para realizar nuestras acciones. Kant habla de dos clases de imperativos en ética:

Imperativos Hipotéticos

Propios de las éticas materiales, en las que un individuo se impone a sí mismo, de manera voluntaria, una serie de mandatos y normas.

Imperativos Categóricos

Propios de las éticas formales. Son aceptados por cada uno, no de manera voluntaria, sino por necesidad. No actuamos de acuerdo a unas normas o deber, sino por amor a ese deber.

Kant critica las religiones o éticas que se basan en algún fin, como la felicidad. Para Kant, una ética formal por amor al deber es la que proporciona dignidad.

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