Explorando el Empirismo, Fenomenismo y Escepticismo de Hume: Una Mirada a su Epistemología y Doctrina Moral

David Hume: Empirismo, Fenomenismo y Escepticismo

Autor contemporáneo a Locke, Hume compartía con este el rechazo del dogmatismo de quienes hacían un uso inapropiado de la razón para demostrar una seguridad absoluta en el conocimiento. Asimismo, respetaba la figura de Newton, de quien tomaba el método experimental basado en la experiencia y en la observación para aplicarlo al análisis del conocimiento. Desde estas posiciones, Hume desarrolla su filosofía moral, que concluirá en una crítica radical de la metafísica y moral tradicionales, y una defensa de la tolerancia fundamentada en la creencia y la probabilidad frente al dogmatismo. En base a esto, distinguimos tres caracteres que se repetirán a lo largo de la filosofía del autor escocés: empirismo, fenomenismo y escepticismo.

Epistemología de Hume: Impresiones e Ideas

Partiendo de un punto común con los racionalistas, las ideas, Hume, como empirista, entiende que todas las representaciones auténticas tienen su origen en la experiencia y no en la razón. Así, el filósofo comenzará su epistemología estableciendo una diferencia entre las impresiones, como conocimiento por medio de los sentidos, más vivas e inmediatas; y las ideas, representaciones de las impresiones en el pensamiento, débiles y mediatas. De forma recíproca, Hume establece relaciones entre las impresiones y las ideas, basadas en la imposibilidad de tener ideas que no se hayan originado en una impresión. Estas relaciones son: semejanza, correspondencia, representación, pensamiento y origen. Siendo esta última la que atribuye a las impresiones el criterio y límite de nuestro conocimiento.

A diferencia de Descartes, y partiendo de esta evidencia, Hume, influenciado por Leibniz, clasifica el conocimiento en uno basado en la lógica y otro en la experiencia. El primero, un conocimiento por relación entre ideas, delimita un conocimiento a priori y necesario. Por otro lado, las cuestiones de hecho definen un conocimiento a posteriori y contingente, carente de la certeza del primero, pero con capacidad de ampliar nuestro conocer. Así pues, la epistemología de Hume va a confluir en la idea de que nuestro conocimiento queda reducido a las impresiones actuales y pasadas, determinando el conocimiento de hechos futuros a una simple creencia u opinión fundada en el hábito.

Crítica al Principio de Causalidad

Afirmando esto, Hume se ve en la obligación de exponer una crítica argumentativa al principio de causalidad de autores opuestos a él, como lo fue Descartes. Hume procura en el término causalidad una dependencia al nexo causal, pero se pregunta: ¿tenemos nosotros la impresión del nexo causal? No podemos afirmar el principio de causalidad porque, además de que nuestras impresiones son del pasado y no del futuro, no tenemos impresiones de la causalidad necesaria. Hume dará solución a este problema estableciendo una sucesión temporal de impresiones, una unión de impresión a impresión. Esta sucesión actuará como garante del hábito, y este a la vez como garante de la certeza.

Negación de la Sustancia y Fenomenismo

Una de las consecuencias que se sigue del análisis de Hume es la negación del conocimiento de toda realidad que vaya más allá de nuestras impresiones e ideas. Al igual que los conceptos de Mundo y Dios, sustancia es un concepto al que no corresponde ninguna impresión. La creencia en la existencia de los cuerpos no puede basarse en los sentidos, ya que estos nos transmiten solo discontinuidad y apariencia: no percibimos de manera continua los objetos, ni podemos percibirlos de otro modo que como un conjunto de cualidades. Gracias a la memoria apreciamos la constancia y la coherencia de algunas impresiones que, siendo cada una de ellas intermitente, mentalmente se conectan como si fuesen continuas. La memoria es, pues, la causa de la creencia en la existencia de los objetos. Así, la idea de Yo, Mundo y Dios implica la idea de sustancia como algo constante e idéntico. Las impresiones no son constantes, estas solo se suceden. Por tanto, solo podemos clasificar a estas tres ideas como hábito de conocimiento.

El hecho de que Hume establezca en su filosofía a las impresiones como criterio y límite de conocimiento hace que la realidad sea puramente fenoménica, marcando en el filósofo una destacada actitud escéptica, objeto de una duda destructiva.

Doctrina Moral de Hume: Emotivismo

La intención de Hume es construir una ciencia del hombre, de ahí que su obra más importante reciba el nombre de “Tratado acerca de la naturaleza humana”. Es aquí donde el escocés establece su doctrina moral, dividida en dos partes fundamentales. En la primera, critica el racionalismo moral, doctrina que defiende que lo que va conforme a la naturaleza es bueno, y lo que no, es malo. Hume se opone a ella por el hecho de que la razón, a diferencia de los juicios morales, no puede determinar nuestro comportamiento. En la segunda, establece una nueva opción a la doctrina anteriormente rechazada, el llamado emotivismo moral, que será la base de la ética del escocés. Esta doctrina afirma que la moralidad es más propiamente sentida que juzgada, basándose en que el hombre no se mueve por la razón, sino por impulsos. Por tanto, será bueno lo que nos produzca un sentimiento agradable y malo aquello que nos produzca remordimiento.

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