Mundo Inteligible
El concepto de mundo inteligible pertenece a la ontología de Platón, a sus apreciaciones acerca de la realidad. Para Platón existen dos realidades diferentes y separadas: una realidad visible (perceptible por los sentidos) que está sujeta siempre al cambio; y una realidad invisible (no perceptible por los sentidos) siempre inmutable. A estas realidades las llama mundo sensible y mundo inteligible respectivamente.
El mundo sensible es la realidad material que perciben nuestros sentidos. Ahora bien, la materia de la que se compone este mundo es tan eterna como las Ideas, pero es una materia informe y caótica que será ordenada por el Demiurgo para establecer este mundo sensible. El mundo sensible, pues, es un mundo aparente, un mundo de sombras, de variedad y cambio, como expone Platón en Crátilo siguiendo los planteamientos de Heráclito. Este mundo está compuesto de cosas singulares, sometidas a variación, que nacen y mueren, en continuo devenir y contingentes. En este mundo sensible destacan las opiniones y no las verdades absolutas.
Por el contrario, tal y como aparece expresado en el mito de la caverna, el mundo inteligible es el mundo de las formas (Ideas) que constituyen la auténtica realidad, siguiendo Platón, para ello, las consideraciones de Parménides. En este mundo todo es uno, inmutable, perfecto y eterno. Sus componentes, las formas, son seres universales, invariables, imperecederos, lo que en realidad es el ser. El mundo inteligible se representa en el mito como la luz del sol, que da origen al conocimiento verdadero, a la ciencia verdadera.
El Demiurgo construye el mundo sensible a imagen de las Ideas, a partir de la materia inicial informe y caótica. Se trata, por tanto, de una inteligencia ordenadora, no es un creador, sino un constructor. Actuó sobre la materia, sacándola de su primitivo estado de confusión y desorden, tomando como modelo las Ideas, que él proyectó sobre la materia al igual que un escultor infunde sobre el mármol la imagen de la persona que le sirve de modelo. De este modo, del caos primitivo material formó este cosmos visible, que es un reflejo ordenado del supramundo de las ideas.
Dialéctica
Está relacionada con el diálogo. En Crátilo, Platón la define como el saber preguntar y responder. Consiste en un conocimiento superior para ascender cognoscitivamente del mundo sensible al mundo inteligible. Es, por tanto, el camino de ascenso desde la multiplicidad del mundo sensible hasta la cumbre del mundo de las Ideas donde está la Idea de Bien. Y como las Ideas están jerarquizadas, ascendiendo de idea en idea se llega hasta la Idea del Bien.
Así pues, la Dialéctica es el método que va desde la imaginación al conocimiento, desde la visión de las sombras en el interior de la caverna a la contemplación de la luz del sol. Y, una vez que se ha completado el sol, una vez que el hombre ha descubierto el principio de todas las ideas, de todas las realidades, es el camino que ha de seguir para informar a los que todavía se encuentran encadenados sobre cómo es la auténtica realidad, el camino que ha de seguir para señalar a los demás hombres cómo hay que vivir para hacerlo justamente.
Idea de Bien
Tal y como defiende Platón, las ideas supremas son tres: el Bien, la Belleza y la Justicia, aunque la primera y principal es la Idea del Bien, que fundamenta a todas las demás, que reciben de ella su consistencia. Se trata, por tanto, de la idea suprema, la causa de todas las cosas, el principio del ser y de la inteligibilidad de todas las ideas, de ella depende toda la realidad. Según Platón, es la idea que se encuentra en la cúspide jerárquica del mundo de las ideas, siendo la causa de que todas las demás posean esencia y existencia; corresponde a la visión que los liberados de la caverna tienen directamente del sol cuando ya se han acostumbrado a la luz. Aquellos que llegan al conocimiento de la Idea del Bien, mediante la dialéctica, llegarán a ser gobernantes ideales, pues sabrán distinguir perfectamente entre lo bueno y lo malo, entre lo correcto y lo incorrecto. El Bien es, igualmente, la causa de todas las cosas rectas y bellas.
Opinión
Platón, al establecer una diferencia entre el mundo inteligible y el mundo sensible, también establece una diferencia en la forma de conocerlos, pues los elementos que los constituyen (cosas e ideas) no pueden ser conocidos de igual manera. Distingue, pues, dos niveles de conocimiento en función del objeto conocido: la doxa u opinión, que es un conocimiento de segundo orden, en cuanto que nos permite el conocimiento de los objetos; y la Episteme o ciencia, que es un conocimiento de primer orden que versa sobre el mundo inteligible, el auténticamente real.
La doxa u opinión es inferior a la ciencia (o Episteme), puede ser verdadera o falsa, su objeto de estudio es el mundo físico, en continuo devenir; tiene un nivel más bajo, la simple opinión, la imaginación, y tiene por objeto la comprensión ordenada de las cosas naturales.
Por otro lado, la ciencia o Episteme es una forma de conocimiento superior a la opinión, es el conocimiento verdadero, sus enunciados son inmutables, igual que su objetivo de estudio, que no es otro que las formas o ideas. Es el saber que tiene por objeto el mundo inteligible; se distingue del pensamiento discursivo, cuyo objeto son los entes matemáticos. El conocimiento supremo pretende captar las ideas en sí mismas.
Rey-Filósofo
Platón defendía en su utopía política la existencia de tres grupos sociales: el rey-filósofo (encargado del gobierno de la polis), los guardianes (quienes debían defender la polis) y los trabajadores (responsables de producir los bienes necesarios para todos los miembros de la polis). En la ciudad ideal diseñada en La República, el rey-filósofo es el que debe gobernar el Estado. Platón encomienda a los filósofos (o a los reyes con formación filosófica) la tarea de gobernar porque son ellos los que están en contacto con el mundo de las ideas, del verdadero ser, del auténtico conocer y de los valores supremos. Por eso, porque conocen mejor que nadie el Bien y la Justicia, son los que están mejor preparados para gobernar. Estos gobernantes serán preparados a través de la enseñanza para ser competentes en su misión de dirigir el Estado. Las disciplinas que deben cursar van desde la gimnasia y la música, hasta la matemática y la dialéctica. Los futuros gobernantes deben estudiar estas dos últimas disciplinas hasta los treinta y cinco años, después se dedicarán totalmente a la dialéctica para así llegar al conocimiento del Bien.
Apuntar, por último, que para Platón tanto los reyes-filósofos como los guerreros no deben poseer propiedad privada alguna, para quedar a salvo de los peligros de la ambición personal; ni tampoco han de tener mujer e hijos, porque su interés máximo debe consistir en lograr la mayor sabiduría para gobernar o defender el Estado.
Reminiscencia
Enseñar equivale a ayudar a recordar lo olvidado. Platón, con esta reflexión, está afirmando que conocer es recordar, es decir, antes de venir a este mundo, el alma existió en el mundo inteligible y contempló las ideas. Al unirse al cuerpo de una manera accidental, el alma olvida lo conocido en la anterior existencia, pero este conocimiento no desaparece, sino que es conservado en el alma en forma de ideas innatas. El contacto con el mundo sensible hace que el alma recuerde lo visto en el mundo ideal, ya que las cosas sensibles son copias —aunque imperfectas— de las ideas. Así, por ejemplo, cuando en el mundo sensible nos encontramos con árboles más o menos perfectos, nos acordamos del auténtico árbol que nuestra alma observó en el mundo inteligible.