Explorando el Pensamiento de Nietzsche: Claves y Conceptos Fundamentales

Desde el mundo de la cultura, surge una ruptura con todo el orden establecido. Estos artistas demuestran un claro talante aristocrático y elitista. Es el modelo del bohemio, alguien que renuncia a vivir conforme a los valores de la sociedad, que se considera más allá del bien y del mal y que busca experiencias nuevas, ya sea en el alcohol, drogas, etc.

La música de Wagner alcanza la apoteosis con su concepción del drama musical como unión de todas las artes. Nuestro autor mantuvo una profunda admiración y amistad hacia este músico, para más tarde distanciarse de él por el cambio de música que hizo.

La filosofía nietzscheana la constituye la lectura del pensamiento griego (autores griegos). Esta lectura está guiada por la relación entre el ideal apolíneo. El pensamiento de Nietzsche se sitúa en pleno debate cultural del siglo XIX, entre el pensamiento de Kant y la criatura humana como voluntad. Schopenhauer, en su gran obra, contrapone dos ámbitos del ser: el ser en sí y el ser tal como el ser humano se lo representa. Pero el ser en sí, para este, es lo que él llama voluntad, el deseo humano y de poder sobre la naturaleza y el resto de humanos. La voluntad trata de expresar la idea de que el ser es una fuerza ciega, caótica, constructora y destructora a la vez, pero que se puede cambiar y se autoconsume en su incesante movimiento de autoafirmación y de crecimiento.

Recibe una importante influencia del pensamiento evolucionista de Darwin. Trata de redescubrir el componente biológico del ser humano y su parentesco con el resto de especies. Este pensamiento lleva a ofrecer una visión diferente de la historia de la humanidad, proporcionando la idea de una posible alternativa biológica a una criatura humana degenerada por la cultura.

Vocabulario Nietzscheano

  • Idiosincrasia:

    Lo utiliza con una intención peyorativa, tiene su significado habitual de peculiaridad, pero remarcando lo que hay en ella de idiota. Este término viene de dos palabras griegas que significan «propio» y «temperamento»; se trata del carácter propio, de lo que identifica y lo distingue de los demás.

  • Egipticismo:

    Es la concepción estática, la petrificación y la negación del tiempo. Esta es la crítica que hace a los filósofos dogmáticos, idealistas platónicos, que consideran la realidad como algo ya consumado, sin tener en cuenta que las cosas se están creando y destruyendo. Esta ceguera les lleva a afirmar que solo es lo que está quieto y no deviene. Lo que deviene no es.

  • Monótono-teísmo:

    Expresión irónica para referirse a la concepción estática cristiana, que es un tedioso y monótono teísmo.

  • «Mundo verdadero»:

    Es una ficción, es el resultado de las lucubraciones alejadas de la realidad que lleva a cabo la metafísica. Nietzsche lleva a cabo en el texto una reivindicación de los sentidos, el único mundo existente es el que nos muestran los sentidos. El mundo «verdadero» de la razón es una mentira.

  • Conceptos supremos:

    La filosofía no ha tratado tradicionalmente de las cosas concretas, sino de conceptos que engloban a una multiplicidad de individuos bajo una «unidad» ilusoria. Las diferencias quedan olvidadas en este modo de pensar. Los «conceptos supremos» son imágenes vacías, abstracciones que ocupan un lugar en el que antes había intuiciones.

  • «Causa de sí mismo» (causa sui):

    Es una expresión de la «filosofía escolástica». Hablando con propiedad, solo es aplicable a Dios, ya que es el único ser que tiene en sí su propia causa, los demás seres provienen de otros.

  • Valores:

    Se trata del punto de vista con el que la vida se afirma a sí misma. No hay actividad vital, desde la propia de las plantas a los seres superiores, que no consista en establecer, erigir, asegurar, etc., o en el peor de los casos, derribar valores. Vivir es valorar desde el protozoo o la ameba hasta el ser humano. El sentido más propiamente nietzscheano de lo que entiende por valor tiene que ver con el aumento o la disminución de la actividad vital.

  • «Devenido»:

    «Llegar a ser». Dios es el único ser no-devenido, ya que siempre ha existido y siempre existirá.

  • «Ens realissimum»:

    Dios es el único ser perfecto y necesario, frente al resto de los seres que son contingentes.

  • «Gramática»:

    La razón nos lleva a utilizar un lenguaje donde las palabras olvidan su carácter metafórico y quieren suplantar a las cosas, y nos vemos atrapados por su lógica, su regla, su gramática, a ver las cosas como las representa el lenguaje. Acabamos viendo causas, sustancias, sujetos, etc., y añadimos ser a entidades que solo son palabras. Mientras que el lenguaje esté teñido de las categorías de la razón, existirán instrumentos para engañarnos respecto a la realidad. Por eso, aunque nos deshagamos del concepto de Dios, va a ser difícil que volvamos al único mundo existente, porque continuaremos creyendo en la gramática, que es una verdadera «metafísica del pueblo».

  • Vida:

    La vida es uno de los conceptos claves del pensamiento de Nietzsche. Vida, tomando como modelo la humana y extendiendo el modelo a toda la escala de los seres naturales, es aumento o disminución de poder. Vida es así voluntad de querer, de poder, de crecer y afianzarse en los procesos propios de cada especie de seres. Vivir sería siempre querer vivir más, más intensa y profundamente. La vida no tiene tanto que ver con la biografía como con la biología. Tiene más que ver con cómo la vida vive en nosotros, que con cómo lo vivimos individualmente. Porque, de alguna manera, la vida vive en nosotros, atraviesa nuestra biografía, se desparrama más allá de un individuo que habita un espacio y un tiempo determinado, para ser vida común, colectiva, etc., con todo ser natural, compartida en un ámbito cósmico.

  • «Instinto de decadencia»:

    Es el nihilismo, el destino de la cultura europea. Designa el triunfo de una serie de valores, propios de la moral de los esclavos, del democratismo moderno, de la tendencia a la igualación por abajo, del desprecio de los que se esfuerzan por ser mejores, que llevan al desánimo y a la total vanidad de la cultura. Según el diagnóstico de Nietzsche, el final del siglo XIX es el momento en el que se agudiza esa ausencia de principios rectores de la vida cultural, social, política, de la humanidad en su conjunto. Desde determinado punto de vista, el fin de siglo en el que vivimos nosotros se parece mucho al que nuestro autor presintió como culminación de un siglo cuya confianza inicial fue definitivamente olvidada por los graves problemas que la humanidad tenía y tiene planteados.

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