La Filosofía en la Antigua Grecia
La reflexión filosófica de los griegos se centraba en la realidad. El conocimiento era la relación del ser humano con la realidad que le rodeaba.
Platón y los Dos Mundos
Platón consideraba que los sentidos no nos ofrecen un auténtico conocimiento de la realidad. Afirmaba la existencia de dos mundos: un mundo sensible y un mundo inteligible.
- El mundo sensible es el de las cosas particulares, que conocemos a través de los sentidos.
- El mundo inteligible es el de las ideas, formas o esencias de las cosas particulares.
Según Platón, el mundo inteligible es la causa del mundo sensible, siendo la auténtica realidad. El mundo sensible no es un mundo real, sino solo aparencial. Platón afirmaba que el conocimiento sensible no es episteme (ciencia), sino doxa (opinión).
Aristóteles y el Mundo Sensible
Aristóteles, al contrario que su maestro, afirmaba que el conocimiento privilegiado es a través de los sentidos, pues el único mundo que tiene existencia real es el mundo sensible. La auténtica realidad son los entes que habitan este mundo y que se constituyen como sustancias. Todos los entes tienen en común la existencia. Aristóteles consideraba que el objeto último de la filosofía ha de ser el conocimiento de aquello que hace posible tal existencia.
Esta idea es totalmente contraria a la de Platón, para quien el movimiento formaba parte del mundo sensible. La inexistencia del movimiento proviene ya de los primeros filósofos presocráticos, en concreto, de Parménides. Según Parménides, lo único que existe es el ser o la existencia, y el no ser no existe. Solo hay ser y no hay no ser. Parménides decía que el ser es y no puede ser no ser, y el no ser no es y no puede ser ser.
Aristóteles tendrá que explicar cómo es posible que se produzca el paso del ser al no ser y viceversa. Aristóteles parte de que el movimiento existe, y considera que los sentidos son los que otorgan el conocimiento del mundo real. Para ello, Aristóteles introduce entre el ser y el no-ser el ser en potencia, que es un no-ser relativo. Así explica el movimiento como el paso de la potencia al acto. La potencia es aquello que un ente no es aún, pero puede llegar a ser. El acto es aquello que un ente es efectivamente.
Aristóteles considera que para que se produzca un movimiento es necesario que exista una causa que lo provoque. De esta manera va a desarrollar su teoría de las causas, aquello por lo que es posible la existencia de los entes. Según Aristóteles, en la existencia de todo ente se dan cuatro causas distintas:
- Causa eficiente: Aquella que pone la existencia efectiva en el ente.
- Causa material: La materia de la que está compuesto un ente.
- Causa formal: La forma que adopta esa materia.
- Causa final: La finalidad a la que tiende el ente.
Para explicar su teoría utilizó el ejemplo de la estatua, según el cual la causa eficiente de una estatua sería el escultor que la realiza, la causa material, la materia de la que está hecha, la causa formal el modelo que sirve al escultor para realizar la estatua, y la causa final la finalidad por la que se ha realizado la estatua.
La Filosofía en la Época Moderna
En la época moderna, la reflexión se centra en saber cómo conocemos la realidad, se centra en el propio conocimiento. En esta época hay tres posturas: el racionalismo, que considera que todo nuestro conocimiento se origina en la razón; el empirismo, que considera que todo nuestro conocimiento tiene su origen en los sentidos; y el idealismo trascendental de Kant, que sintetiza las dos posturas anteriores.
El Racionalismo
El racionalismo aparece en el continente europeo y su idea central es que todo el conocimiento tiene su origen en la razón. El conocimiento humano no tiene límites: la razón es capaz de conocerlo todo siempre que siga un método adecuado. Si el conocimiento se fundamenta en la razón, lo que el ser humano conoce son ideas, no objetos.
René Descartes
El principal racionalista es René Descartes. Descartes va a partir de la idea de que para llegar a una verdad absoluta es necesario dudar de todo aquello de lo que sea posible dudar. Cuando hallemos algo de lo que no sea posible dudar, entonces estaremos ante una idea clara. De esta forma, Descartes va a establecer un proceso en el cual pone en duda todas las verdades que creía conocer. Es la llamada duda metódica, que se fundamenta en cuatro hipótesis:
- Duda de todo aquello que capta por medio de los sentidos. Con esto, Descartes se queda sin mundo.
- Establece la hipótesis de la no distinción entre la vigilia y el sueño. Piensa Descartes que, en principio, parece que no se puede dudar y son los estados internos del cuerpo que no se captan por medio de los sentidos. A veces ha ocurrido que estando soñando he sentido estas cosas con la misma fuerza que si estuviera despierto. ¿Cómo es posible suponer que no vivo en un continuo estado de sueño?
- Afirma que hay cosas que siguen siendo verdad, esté yo dormido o despierto, como las verdades matemáticas.
- Aun así, Descartes se plantea lo siguiente: puede ocurrir que Dios sea un ser malvado que se complace en engañarme y me haga creer que las verdades matemáticas son ciertas cuando no lo son. Esta es la hipótesis del dios engañador, que levantó una gran polémica en su época.
Descartes se ve obligado a introducir una cuarta hipótesis de duda. Si Dios existiera, no podría ser malo, por definición es un ser absolutamente perfecto. Ahora bien, eso no quita para que no exista un genio maligno (la hipótesis del genio maligno). Hay que tener en cuenta que la duda de Descartes no es una duda real. Viene exigida por su método, que exige a su vez encontrar una verdad de la que no pueda dudar. Es por ello una duda metódica.
Una vez llegado a este punto, Descartes se ha quedado sin ninguna verdad de las que hasta entonces consideraba ciertas y seguras. Aun así, Descartes se da cuenta de que hay algo de lo que no puede dudar: de que está dudando. Si duda, piensa, y si piensa, existe. Descartes intuye así su propia existencia: si pienso, necesariamente tengo que existir. Por lo tanto, la existencia consiste solo en pensamiento. Yo soy una cosa que piensa, la llamada sustancia pensante. A partir de aquí, Descartes va a deducir el resto de las verdades que la razón puede conocer.
Para Descartes, el contenido del pensamiento son las ideas, y pueden encontrarse tres tipos de ideas:
- Ideas adventicias: Aquellas que provienen de los sentidos. Sobre este tipo de ideas no se puede establecer ninguna verdad.
- Ideas facticias: Aquellas que la imaginación fabrica.
- Ideas innatas: Ideas que surgen en la propia razón sin necesidad de ayudas externas.
Descartes asegura que una de las ideas innatas es la idea de infinito. La mente humana es finita, por lo que no puede fabricarse ella sola la idea de infinito. Es necesario que exista, por lo tanto, un ser infinito. Ese ser es Dios, con lo cual Descartes asegura de esta forma su existencia. Es la llamada “res infinita” o sustancia infinita.
El Empirismo
El empirismo, a la misma vez que el racionalismo, lo hace en el continente europeo. Su idea central es que todo nuestro conocimiento procede de la experiencia sensible. La mente humana es un papel en blanco que es necesario ir llenando con los conocimientos que nos aportan los sentidos. No existen ideas innatas. Si todo el conocimiento se origina en la experiencia, significa que el conocimiento humano tiene unos límites, aquellos marcados por la propia experiencia sensible.
El iniciador oficial del empirismo es Locke, y su principal representante es David Hume. El pensamiento de Hume es que todo nuestro conocimiento se compone de percepciones, y que cualquier idea que podamos tener es una copia de una impresión. Partiendo de esta concepción, Hume va a emprender una crítica radical contra el principio de causalidad. Hume considera que este principio se fundamenta en la idea de conexión necesaria, idea que, como veremos, solo se basa en la costumbre. Creemos que entre una causa y su efecto existe una conexión que siempre se da y que, por eso, a la causa siempre le sigue el efecto.
Hume analiza el contenido de esta idea de conexión necesaria partiendo de su concepción de que toda idea es copia de una impresión. Puesto que tenemos esa idea de conexión necesaria, es necesario buscar la impresión de la que procede. Hume afirma que esa impresión es la costumbre. Estamos acostumbrados a que siempre que ocurre una causa le sigue un determinado efecto. Pero no podemos estar seguros de que ello vaya a ser así, porque no podemos tener impresiones de cosas que vayan a ocurrir en el futuro. El principio de causalidad queda reducido a una cuestión de costumbre y creencia, y todo el conocimiento basado en el mismo se convierte en solo probable.
El Idealismo Trascendental de Kant
En el siglo XVIII, Immanuel Kant, que empezó siendo racionalista, en su madurez aceptó muchas de las tesis del empirismo. Va a intentar establecer una síntesis entre racionalismo y empirismo. Kant establece una distinción entre conocimiento, pensamiento y entendimiento. El conocimiento es la síntesis entre la sensibilidad y el entendimiento. Es decir, para conocer algo es necesario captarlo a través de la sensibilidad y pensarlo por medio de las categorías del entendimiento. El pensamiento es la aplicación de las categorías del entendimiento, aplicación que se puede hacer tanto a objetos de los que se tenga experiencia sensible, como a objetos de los que no se tenga experiencia sensible. El entendimiento es aquella facultad humana que fabrica y almacena conceptos.
Kant está asegurando que es posible pensar objetos que no se conocen, puesto que no se tiene experiencia sensible de ellos. De esta forma, niega la postura racionalista, que considera que el pensamiento solo otorga conocimiento, y la postura empirista, que afirma que el conocimiento proviene exclusivamente de la experiencia sensible.
Uno de los objetivos fundamentales de Kant es establecer si la filosofía puede ser una ciencia. Kant había observado que, mientras que la ciencia había dado respuestas, la filosofía llevaba veintitrés siglos discutiendo los mismos problemas sin encontrar una solución. Por eso, si la filosofía quiere ser capaz de otorgar algún tipo de conocimiento, debe convertirse en ciencia. La conclusión a la que Kant va a llegar es la siguiente: la filosofía no puede ser una ciencia. Y ello porque desde siempre se ha ocupado de objetos de los que no se tiene experiencia sensible. Puesto que la filosofía es la disciplina de la razón, y la razón tiende siempre a lo incondicionado, a aquello que está más allá de los límites de la experiencia, la filosofía no podrá ser nunca una ciencia. El campo que le queda entonces a la filosofía es el de la investigación moral, pues la moral se fundamenta en el uso práctico de la razón y no en el uso teórico. La filosofía, por tanto, no puede ser una ciencia porque no tiene experiencia sensible de sus objetos: no los conoce.
Otro de los objetivos del pensamiento de Kant va a ser determinar las condiciones que hacen posible el conocimiento. El conocimiento es la síntesis entre la sensibilidad y el entendimiento. Según Kant, para conocer algo es necesario que ese algo se presente a la sensibilidad. Lo que se presenta a la sensibilidad son los fenómenos, y la existencia del fenómeno supone la existencia de algo que lo sustenta. Aunque todo nuestro conocimiento sea conocimiento de fenómenos, el ser humano no conoce estos tal y como se aparecen, sino que los transforma en objetos de conocimiento. Y lo hace porque, a la hora de conocer, el sujeto no percibe sin más los fenómenos, sino que además pone algo en ellos. Lo que el sujeto pone en los fenómenos son las condiciones trascendentales, tanto de la sensibilidad (el espacio y el tiempo) como del entendimiento (las categorías o conceptos puros del entendimiento). Kant dice que en la relación de conocimiento, el centro no es el objeto, sino el sujeto, que el conocimiento gira alrededor de este y no del objeto.