Explorando la Filosofía Kantiana: Dios, Ética y Conocimiento

Dios y la Religión en la Filosofía de Kant

Dios y la religión: No se le puede conocer ya que nuestro conocimiento tiene un límite: la experiencia, y de Dios no podemos tener experiencia por estar fuera del espacio y del tiempo. Los argumentos para demostrar su existencia son de dos tipos:

  • Ontológicos: Pretenden demostrar la existencia de Dios a partir de una idea, lo cual es imposible porque solo podemos conocer la existencia de algo o alguien mediante la experiencia.
  • Teleológicos: Pretenden demostrar la existencia de Dios a partir de la idea de causa, pero tal idea solo produce conocimiento cuando se aplica a datos que proceden de la experiencia.

No podemos conocer a Dios, pero sí pensarlo porque se puede pensar todo lo que no es contradictorio. Resulta inevitable preguntarse por Dios. Como la razón teórica no nos dice nada de esta cuestión, Kant se lo plantea desde la razón práctica (que se ocupa de la moral). Dios es algo que no podemos conocer pero que podemos esperar, querer y desear. Debemos cumplir la ley moral sin ninguna otra motivación que el puro respeto a la misma. Si actúo de esta forma, puedo esperar, aun sin buscarlo, la felicidad que se alcanza cuando el placer y la virtud se identifican. Dios sería la garantía de que tal felicidad es posible y puede alcanzarse. El Dios kantiano es una consecuencia de su moral, subordinado a ella; no se trata de un Dios que da normas morales y reparte premios o castigos, es más bien un símbolo de un ideal al que todo ser humano debe aspirar. La religión que Kant defiende es una natural y racional, no revelada, cuyo precepto fundamental sería la ley moral.


La Ética Kantiana: Un Imperativo Categórico

Ética: Objetivo: Establecer una moral universal y necesaria (válida siempre) y solo es posible si es una ética formal (carece de contenidos, solo nos dice cómo debemos actuar. ‘’Trata a los demás como un fin en sí mismo y no como un medio’’) y a priori (la ley moral no puede venir de la experiencia, es impuesto por la razón pura práctica, que determina lo que es bueno y lo que no). Las éticas materiales, en cambio, son a posteriori porque consideran que el acto determina si una acción es buena o mala y lo sabemos después de realizarlo.

En la ética de Kant, la ley moral es un imperativo categórico (universal e incondicional) que exige que actuemos por puro respeto a la ley moral, no por las consecuencias. Para él, hay tres maneras de actuar: por deber (moralmente), conforme al deber y contrario a la ley. Hay una sola ley moral que se puede decir de tres formas:

  • Obra de manera que tu máxima pueda valer como ley universal.
  • Obra de manera que la voluntad pueda considerarse a sí misma mediante su máxima como legisladora universal.
  • Obra de manera que uses la humanidad en tu persona como en otro, siempre como un fin y no como un medio.

Para saber si el comportamiento se ajusta a esta ley, basta con preguntarnos si queremos que todos hicieran eso. Para poder cumplir esta ley es necesaria la autonomía y libertad de la voluntad (capacidad de la voluntad para actuar con independencia de toda inclinación natural e influencia exterior). Este es el supuesto en el que se basa su ética, porque más que una realidad es una meta a la que aspirar.


El Conocimiento en la Filosofía de Kant: La Revolución Copernicana

CONOCIMIENTO: Tratado en el libro CRP. Introduce una nueva concepción llamada revolución copernicana porque da un giro a la concepción que entonces tenían del conocimiento. Hasta entonces se creía que el objeto establecía las condiciones y a partir de ese sujeto el que las pone pasando a ser un elemento activo. El apriorismo kantiano considera que el conocimiento tiene dos elementos: formal, a priori, independiente de la experiencia y la pone el sujeto y material: procede del exterior. El objetivo es explicar cómo es posible la ciencia y si la metafísica es ciencia. Los juicios sintéticos a priori son universalmente válidos y necesariamente verdaderos y amplían nuestro conocimiento. Hume pensaba que estos eran a posteriori y los analíticos a priori. Se divide en 3 partes:

Estética Trascendental (E:T:)

Analiza la capacidad cognoscitiva de la sensibilidad donde se origina el conocimiento sensible. Explicará cómo este se produce y cómo son posibles los juicios sintéticos en aritmética y geometría. El conocimiento sensible se produce cuando los sentidos captan los estímulos del exterior y se agrupan bajo los a prioris de la sensibilidad (espacio y tiempo). El resultado es la intuición sensible por la que captamos las cualidades de los objetos. Los juicios sintéticos a priori son posibles en la ciencia porque ésta se fundamenta en el tiempo (a priori de la sensibilidad interna) y en la geometría porque se fundamenta en el espacio (a priori de la sensibilidad externa).

Analítica Trascendental (A:T:)

Analiza la facultad cognoscitiva del entendimiento donde se produce el conocimiento inteligible y cómo se forman los juicios sintéticos a priori en la física. El conocimiento inteligible se produce cuando las intuiciones sensibles se unifican bajo las categorías formando el objeto conocido. Las categorías son estructuras mentales a priori vacías de contenido, se dice que son las condiciones trascendentales que hacen posible el conocimiento. Hay 12 categorías, entre ellas la de sustancia y causa. Para Descartes era algo real y conocido, pero para Hume era una invención basada en la experiencia. Los juicios a priori son posibles en la física porque se basa en el principio de causalidad y es una categoría de relación.

Dialéctica Trascendental (D:T:)

Analiza la razón para ver cómo actúa y comprobar si la metafísica es ciencia. La razón parte de los vicios del entendimiento para formar juicios más generales. Mientras la tendencia se mantenga dentro de los límites de la experiencia resulta eficaz, pero cuando la razón pretende ir más allá aparecen las ideas de la razón: mundo (pretensión de la razón de conocer y unificar todos los fenómenos físicos), Alma (pretensión de la razón de unificar y explicar los fenómenos psíquicos), y Dios (pretensión de la razón de unificar y explicar todos los fenómenos bajo una única causa suprema).

Los juicios sintéticos a priori no son posibles en la metafísica porque las categorías no se aplican más que a los datos de la experiencia y no tenemos experiencia de los tres anteriores, por tanto, no es posible el conocimiento de la metafísica, no es ciencia. Las ideas de la razón son noumenos, no pueden conocerse, sin embargo, pueden pensarse, por ello hay una tendencia natural inevitable a preguntarse por ellas. Como la razón pura teórica no puede decirnos nada de ellas, es necesario afrontar su estudio desde la razón práctica.

Para Kant hay en la razón pura dos usos: uno teórico (para establecer las condiciones que hacen posibles el conocimiento) y otro práctico (cuya misión es decirnos cómo debemos actuar estableciendo la ley moral). Dios, el alma y la libertad son postulados de la razón práctica.

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