Realidad según Platón
Para ilustrar cómo el mundo sensible depende del mundo inteligible, Platón recurre a la figura del demiurgo en su obra «Timeo». Este demiurgo es un arquitecto divino que crea el mundo sensible a partir de la materia, inspirándose en las ideas eternas que contempla en el mundo inteligible. Tomando las ideas como prototipos de orden, belleza y armonía, el demiurgo da forma a la materia, pero al hacerlo crea algo imperfecto y mutable. Así, mientras el mundo de las ideas es eterno y perfecto, el mundo sensible es solo un reflejo transitorio e inexacto de esa perfección.
Platón establece también una jerarquía entre las ideas, situando en la cúspide la idea de Bien, que es la más elevada y la que da sentido a las demás. En el mito de la caverna, Platón compara la idea de Bien con el sol, pues así como el sol permite que las cosas materiales existan y sean conocidas en el mundo sensible, la idea de Bien ilumina el mundo inteligible, haciendo posible el conocimiento verdadero. Este conocimiento del Bien es el fin último de la filosofía, la cual Platón considera la ciencia más elevada, ya que, a través de ella, se alcanza una comprensión profunda de la realidad. Finalmente, la idea de Bien no solo guía el conocimiento, sino que también fundamenta la ética y la política, ya que orienta la reflexión sobre la buena vida y la organización de una sociedad justa. Para Platón, la auténtica realización del ser humano reside en conocer el Bien y vivir de acuerdo con este conocimiento, lo que se traduce en una vida ética y en la construcción de una comunidad basada en la justicia y la armonía. El dualismo ontológico de Platón no es solo una explicación de la realidad, sino también una guía para el conocimiento y la vida moral.
El Problema del Ser Humano según Platón
Para Platón, el alma es inmortal, ya que, al pertenecer al mundo inteligible, existe antes y después del cuerpo. La teoría de la reminiscencia refuerza esta inmortalidad: dado que las ideas no se conocen a través de los sentidos, sino que se recuerdan, el alma ha tenido que existir antes del nacimiento y haber contemplado esas ideas en el mundo inteligible. Además, Platón sostiene que el alma reencarna tras la muerte, encarnándose en distintos cuerpos en función de la vida que haya llevado.
El alma se divide en tres partes, cada una asociada a una virtud:
- La parte racional, que es inmortal, se identifica con la razón y su virtud es la sabiduría; esta parte busca el conocimiento superior y guía al individuo hacia el bien y la justicia.
- La parte irascible, fuente de las pasiones nobles como el valor y la ambición, tiene como virtud la fortaleza.
- La parte concupiscible, origen de los deseos y apetitos que atan al ser humano a los placeres materiales, tiene como virtud la templanza.
Para Platón, la justicia en el ser humano surge cuando estas tres partes del alma están en armonía, es decir, cuando la razón, ayudada por el alma irascible, logra controlar los deseos del alma concupiscible.
Conocimiento según Platón
Para explicar esta distinción, Platón utiliza el símil de la línea dividida, que muestra cuatro niveles de conocimiento:
- Los dos primeros niveles corresponden al mundo sensible: las sombras e imágenes (conjetura) y los objetos materiales (creencia).
- Los otros dos niveles corresponden al mundo inteligible: las entidades matemáticas (pensamiento discursivo) y las ideas (intuición intelectual), siendo estas últimas el conocimiento más elevado.
El mito de la caverna ilustra este proceso de conocimiento como una liberación. Los prisioneros en la caverna representan a los seres humanos atrapados en el mundo sensible, y el prisionero que escapa hacia la luz exterior simboliza al filósofo que alcanza el conocimiento de las ideas.
Además, Platón sostiene la teoría de la reminiscencia, según la cual el conocimiento es un proceso de recordar las ideas que el alma conoció en una existencia previa en el mundo inteligible. El propósito de la vida es liberar al alma del cuerpo y ayudarla a recordar y alcanzar la sabiduría, logrando así la verdadera comprensión de la realidad.
Política según Platón
- Los gobernantes (filósofos) representan la parte racional y buscan la sabiduría para guiar la ciudad.
- Los soldados (guardianes) representan la parte irascible y su virtud es la fortaleza, encargándose de la defensa.
- Los productores (artesanos, agricultores) representan la parte concupiscible y cultivan la templanza, suministrando los bienes necesarios.
Platón sostiene que la justicia en el Estado se logra cuando cada clase cumple su función sin interferir con las demás. El Bien, que gobierna el mundo de las ideas, debe reflejarse en la organización social para lograr este equilibrio. Los gobernantes deben ser filósofos, elegidos por mérito intelectual y filosófico, no por su origen social.
El sistema educativo de Platón es riguroso y se divide en etapas para identificar las aptitudes de los individuos y asignarles una función en la sociedad. Los futuros filósofos-reyes reciben una formación extensa, que incluye matemáticas, astronomía, dialéctica y filosofía, hasta llegar a gobernar a los 50 años.
Platón también propone una política de eugenesia, controlando las uniones sexuales para crear individuos fuertes y sumisos, y suprime la familia tradicional, ya que el Estado asume la educación de los hijos. Además, defiende una **censura estricta* del arte, pues considera que las obras artísticas son copias imperfectas que desvían al pueblo del conocimiento verdadero.Finalmente, Platón propone la abolición de la propiedad privada para los gobernantes y guardianes, asegurando que solo reciban lo necesario para vivir, mientras que los productores controlan los medios de producción. En resumen, el Estado ideal platónico busca una sociedad ordenada, justa y armoniosa, en la que cada clase cumpla su función de acuerdo con el Bien.
Esta reinterpretación se integra en la doctrina cristiana de la creación ex nihilo, donde Dios, al crear el mundo desde la nada, sigue los patrones ideales en su mente eterna. Aunque el mundo material sea imperfecto en comparación con estos arquetipos, refleja la perfección y el orden divinos. Así, los seres creados adquieren su valor y perfección en la medida en que participan de esos arquetipos, siendo Cristo la manifestación suprema y perfecta de la humanidad en unión con Dios.A este marco de ejemplarismo se suma la influencia estoica de las razones seminales o logoi spermatikoi, que explican cómo las verdades divinas están presentes de manera germinal en la creación y se despliegan en la historia. De este modo, el plan divino ya estaba latente en el Antiguo Testamento, como en las profecías que anticipan la vida, muerte y resurrección de Cristo, y se revela plenamente en la venida de Jesús. Según esta teoría, los principios racionales, o “semillas de la razón”, están presentes en el cosmos, guiando su desarrollo y permitiendo que el conocimiento humano participe de la verdad divina.De esta manera, los filósofos paganos, como Sócrates, Platón o Aristóteles, llegaron a verdades compatibles con el cristianismo porque participaron de estas razones divinas dispersas en el universo. Sin embargo, con la revelación de Cristo, el acceso a la verdad es total, y el propósito de la filosofía se reorienta hacia la comprensión plena de la verdad revelada. Así, el conocimiento humano se entiende como un proceso de acercamiento a la verdad divina, contenida en los arquetipos de la mente de Dios y manifestada plenamente en Cristo.
San Agustín también enfrenta el escepticismo, defendiendo que, aunque nuestros juicios puedan ser erróneos, nuestra *existencia* es una certeza indubitable, como expresa con «Si fallor, sum» (si me equivoco, existo). A partir de esta certeza, podemos conocer otras verdades.Influenciado por Platón, San Agustín adopta un *dualismo ontológico: el mundo material refleja los **modelos ideales* en la mente de Dios, pero nuestra percepción de estos es imperfecta. Sin embargo, a diferencia de Platón, San Agustín rechaza la idea de la *reminiscencia* y propone la *teoría de la iluminación*. Según esta, Dios ilumina nuestra mente, permitiéndonos acceder parcialmente a las ideas divinas, las cuales están presentes en nosotros debido a que fuimos creados a su imagen y semejanza. Así, para San Agustín, *Dios* es la fuente del conocimiento y la verdad, y es el fin último del entendimiento humano, similar al papel que Platón atribuye a la idea del Bien. Sin Dios, nada puede ser conocido ni concebido.
En cuanto al *origen del alma* y la transmisión del *pecado original, San Agustín explora dos teorías: el **creacionismo* (cada alma es creada directamente por Dios) y el *traducianismo* (el alma se transmite de padres a hijos). Se inclina por el traducianismo por su coherencia con el pecado original, aunque reconoce sus dificultades teóricas.San Agustín también reflexiona sobre el propósito de la vida humana, entendida como un camino hacia la unión eterna con Dios, alcanzando la *visión beatífica, la contemplación directa de Dios en el cielo. Para ello, el ser humano debe vivir según las virtudes de Cristo, incluyendo el **autocontrol* y el dominio de las pasiones.
El *amor* es central en la vida cristiana para San Agustín, destacando la *charidad* o amor sacrificial, que pone el bienestar del prójimo por encima del propio. Este amor, reflejo del sacrificio de Cristo, es lo que permite al ser humano acercarse a Dios y participar de su bondad.En resumen, la visión de San Agustín integra el *dualismo* cuerpo-alma con su concepción de la *salvación, el **pecado* y el *amor cristiano*, entendiendo la vida como un viaje espiritual hacia la comunión eterna con Dios.