David Hume (Siglo XVIII)
Hume distingue entre impresiones e ideas.
Como empirista, sostiene que todo conocimiento deriva de la percepción.
En ética, critica la moral racionalista, afirmando que el bien y el mal no dependen de la razón. Considera que la razón es incapaz de influir en el comportamiento y que la moral es objeto del sentimiento.
El agrado define lo bueno, mientras que el desagrado define lo malo, lo que da lugar a los juicios morales, que no son cambiantes ni relativos.
Su postura es el emotivismo, según el cual los juicios morales dependen de la simpatía, una cualidad común a la humanidad.
La utilidad marca la moralidad, ya que se aprueba lo útil. Aquí la razón juega un papel en la valoración en función de la sociedad.
René Descartes (Siglo XVIII)
El racionalismo cartesiano prioriza el conocimiento sobre la realidad y busca lo verdadero a través de la razón. Su objetivo es unificar todas las ciencias mediante un método basado en la deducción, tomando como modelo la matemática. Este método se fundamenta en cuatro reglas:
- La evidencia, que considera verdadero solo lo claro y distinto.
- El análisis, que implica dividir los problemas en partes.
- La síntesis, que reconstruye el conocimiento a través de la deducción.
- La enumeración, que revisa y comprueba el proceso.
Estas reglas deben ser claras y fáciles para evitar errores, llegar a lo verdadero y concluir aquello que es capaz de conocer.
En las *Meditaciones metafísicas*, Descartes aplica estas reglas para examinar su conocimiento. Plantea motivos de duda, como los sentidos que pueden engañar, los errores de razonamiento y la hipótesis de un genio maligno. Finalmente concluye que el yo pensante es lo único que podemos reconocer como verdadero, de ahí la fórmula «yo existo», que se convierte en la primera verdad clara y distinta y sirve como criterio de certeza.
Establece tres tipos de ideas:
- Las adventicias provienen del exterior mediante la experiencia sensible.
- Las facticias se originan en nosotros mismos.
- Las innatas no proceden de la percepción sensible ni de otros seres, como la idea de Dios, y nacen con nosotros.
Descartes afirma que la noción de infinito imperfecto se relaciona con la extensión y la sustancia, mientras que el infinito perfecto se identifica con Dios, cuya existencia garantiza la realidad de las ideas claras y distintas. Su argumento ontológico sostiene que el infinito perfecto debe existir, pues la finitud del yo no pudo crearse a sí misma. Con la demostración de la existencia de Dios, se anulan los motivos de duda.
Rousseau (Siglo XVIII)
Ilustrador atípico, establece las bases de que la sociedad corrompe al individuo. Considera que el ser humano es bueno por naturaleza.
Describe el Estado de naturaleza, en el que el hombre es pacífico, libre y solitario.
Existen dificultades para sobrevivir, lo que lleva a la formación de sociedades y con ello caen los males humanos. Surgen la propiedad privada, la individualización y la desigualdad. El poder legítimo se vuelve arbitrario.
No se puede volver al estado de naturaleza, pero sí restaurarlo si se formula bien el Pacto social, que constituye el fundamento de la convivencia mediante la ley soberana, basada en la voluntad general.
El bien común (interés de todos) se alcanza mediante la voluntad general.
Al obedecer a la democracia directa, el individuo obedece a sí mismo y actúa sometiéndose a la ley dictada por la voluntad general, lo que lo hace libre. Defiende una democracia directa, donde el pueblo es quien debe elaborar las leyes.
El sistema tradicional anula la libertad. La educación natural permite el desarrollo de la intuición y sentimiento, formando la moral. En su obra *El Emilio*, critica la educación tradicional y señala que esta está reservada a mujeres.
Immanuel Kant (Siglo XVIII)
El pensamiento de Kant se basa en el estructurismo kantiano o idealismo trascendental. Su teoría del conocimiento es una síntesis entre el empirismo, que sostiene que el conocimiento viene de la experiencia, y el racionalismo, que afirma que la razón posee estructuras a priori. Kant señala que «sin las intuiciones son vacías, sin a priori la experiencia es ciega».
Los sentidos captan percepciones y la razón las ordena en categorías a priori (12).
Distingue entre fenómeno y noúmeno. El fenómeno es lo que podemos conocer, ya que el conocimiento proviene de la experiencia, pero no todo. El noúmeno es lo que no podemos conocer.
En la *Crítica de la razón pura*, Kant establece tipos de juicios:
- Los juicios a priori no necesitan de la experiencia para comprobar su validez y son universales. Dentro de estos, los juicios analíticos no añaden información, mientras que los juicios sintéticos amplían información.
- Los juicios a posteriori necesitan la experiencia.
La Estética trascendental analiza cómo es posible el juicio sintético a priori en las matemáticas.
Los sentidos captan percepciones y el entendimiento las organiza. Existen estructuras a priori como el tiempo y el espacio, que no existen fuera de nosotros y constituyen una manera de percibir subjetiva.
La Analítica trascendental explica cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la física. El entendimiento hace que los elementos a priori estructuren las percepciones.
Unifica conceptos, por lo que al ser trascendental el conocimiento no es subjetivo.
La Dialéctica trascendental explica cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la metafísica. Se divide en:
- Psicología, que estudia el yo y el hombre y no pertenece al mundo sensible.
- Cosmología, que estudia el mundo y donde la razón tiende a buscar explicaciones.
- Teología natural, que estudia a Dios y donde los conocimientos van más allá de la experiencia.
Existen antinomias, contradicciones que no podemos resolver.