Los Criterios de Verdad
No basta con saber qué entendemos por verdad. Como vamos a ver, no existirá un criterio único para definirla. En primer lugar, atenderemos a las verdades formales y las verdades empíricas. Esta distinción nos abrirá el camino a las dos grandes teorías de la verdad: la de la correspondencia y la de la coherencia. A estas dos, hay que añadir otras como la teoría pragmatista o la relativista.
Verdad Empírica y Verdad Formal
A partir de la época moderna, el problema del conocimiento se centra en el conocimiento científico. Al hablar de la verdad se tendrá en cuenta que hay dos tipos de proposiciones: empíricas y formales.
En las proposiciones empíricas la verdad depende de la correspondencia entre lo que se afirma y la realidad. Solo puede confirmarse si podemos contrastarla con la realidad. Por ejemplo, “Hoy está soleado” será verdadero si podemos comprobarlo.
Por su parte, en las proposiciones formales la verdad depende de la coherencia y no contradicción del enunciado o proposición con el resto de enunciados que compondrán el sistema argumentativo al que pertenezcan.
La Verdad como Correspondencia o Adecuación
Se corresponde con la verdad empírica. Esta teoría fue expuesta por Aristóteles y tiene la virtud de coincidir con lo que entendemos por sentido común. Sin embargo, se vuelve problemática ya que sitúa la verdad en el acuerdo entre el pensamiento y la realidad. Ante esto podemos plantear dos cuestiones:
- ¿Existe una realidad objetiva?
- ¿Puede acceder nuestro pensamiento a esa realidad que es externa a él y conocerla?
Si contestamos afirmativamente a estas dos preguntas sobre la realidad, estamos adoptando una postura realista. Si las negamos, estaremos manteniendo una posición idealista. En cualquier caso, no podemos afirmar que la realidad sea eso que percibimos a través de los sentidos.
La Verdad como Coherencia o No Contradicción
Esta perspectiva se corresponde con la verdad formal. La verdad se entiende aquí como la coherencia de una proposición con el resto de enunciados del sistema en el que se incluye.
Definir el concepto de verdad sin necesidad de hacer referencia a una realidad exterior es lo que propone esta manera de entender el concepto de verdad. Basta con que aquello que afirmemos no entre en contradicción con el resto de lo que se enuncia.
Este es el criterio de verdad de las ciencias formales: un enunciado será verdadero si se puede deducir de los axiomas y principios de dicho sistema.
La Verdad como Evidencia
Este criterio de verdad fue expuesto por Descartes, para quien solo son verdaderas aquellas proposiciones que no contengan duda. Es decir, serán verdaderas aquellas ideas que se presentan en nuestra mente de forma clara y distinta. Es lo que sucede con los axiomas científicos y los principios de la lógica como, por ejemplo: no es posible que X y no X sucedan al mismo tiempo.
La Verdad como Utilidad
La verdad aquí va a coincidir con lo útil, por lo que un enunciado para ser verdadero tiene que ser verificado en la práctica. La proposición “la democracia es mejor sistema político que la dictadura” se considerará verdadera si se observa que se obtienen beneficios cuando la democracia está implantada.
Otras teorías de la verdad son la teoría relativista, según la cual lo que sea verdadero o falso va a depender de las circunstancias históricas. También tenemos la teoría del consenso que entenderá la verdad como un acuerdo entre los participantes en un diálogo.
La Síntesis Kantiana
Immanuel Kant tiene en cuenta tanto las ideas racionalistas como las empiristas. De esta manera, formulará el problema de los orígenes y los límites del conocimiento, preguntándose cómo el individuo construye eso que cree conocer.
El objeto de conocimiento es el resultado de una síntesis entre el conjunto de impresiones sensibles que captamos y otro conjunto de estructuras mentales que ordenan dichas impresiones.
La cosa conocida (fenómeno) es el resultado de los datos de los sentidos. Como vemos, aquí la experiencia y la razón se necesitan mutuamente.
Por otro lado, Kant establece límites al conocimiento dado por la experiencia y que está determinado por nuestra subjetividad. Solo vamos a conocer fenómenos de la realidad, es decir: aquello que yo percibo, según yo lo percibo.
Sin embargo, lo que la realidad sea en sí misma (noúmeno), es para nosotros un completo misterio. No podemos despojarnos de nuestra subjetividad para captar las cosas-en-sí o noúmenos. Por esto, tendremos que conformarnos con un conocimiento limitado por nuestra propia forma de percibir (fenómenos).
A partir de Kant, ha quedado establecida la necesidad de tener en cuenta que el conocimiento posee límites relacionados con la forma de ser del ser humano, cuyos conocimientos elabora usando la razón.