Explorando los Orígenes de la Filosofía: Un Viaje a la Grecia Presocrática

El Origen de la Filosofía: La Filosofía Presocrática

Introducción

La filosofía nace en Grecia en el siglo VI a.C., concretamente en la península de Anatolia (la actual Turquía, que en aquella época estaba colonizada por los griegos). Esta primera filosofía, que se da en las colonias griegas, corresponde al periodo presocrático, es decir, anterior a Sócrates. Con Sócrates nacerá la filosofía “socrática” cultivada en Atenas (siglos V-IV a.C.) y que tendrá como máximos representantes a Platón y Aristóteles. Son diversos los factores que dieron lugar a la aparición de la filosofía en Grecia:

  • La ausencia de casta sacerdotal: Facilita la libertad de pensamiento, pues no hay sacerdote que se presente ante el pueblo como poseedor de una verdad única que solo él conoce.
  • Ausencia de un libro sagrado: Estos se definen por ser palabra de Dios, por lo que nadie puede contradecir lo que en ellos se afirma, lo cual supone una limitación a la libertad de pensamiento y un obstáculo para que la filosofía nazca.
  • La dedicación al comercio exterior: El comercio implica el contacto con otros pueblos, es decir, conocer otras verdades que no sean la propia, por lo que se empieza a dudar de cuál es la auténtica verdad. En efecto, la filosofía se caracteriza por un escéptico planteamiento inicial, para a partir de él, iniciar la búsqueda de la verdad.

El Nacimiento de la Filosofía

El nacimiento de la filosofía como un saber específico occidental proporcionó el poderío que llevó a una superioridad de esta civilización sobre las demás; superioridad tanto científica (la técnica y la ciencia son hijas de la filosofía) como moral (es en Occidente donde acabarán por formularse los Derechos Humanos, resultado también de la reflexión filosófica).

Del Mito al Logos

Los griegos carecían de un libro sagrado, pues utilizaban los mitos para explicar el origen del mundo. Los mitos son un conjunto de narraciones fantásticas en las que se explican el porqué de todos los acontecimientos naturales e históricos, siendo sus protagonistas dioses, semidioses y hombres. En los mitos la realidad depende de la voluntad de los dioses, que es arbitraria y, por lo tanto, impredecible, lo que lleva a un tipo de saber inexacto. El paso del mito al logos expresa el nacimiento de la filosofía como un intento de algunos hombres por encontrar un saber exacto y demostrable. La palabra “logos” significa en griego “razón”, que será la nueva facultad que va a utilizar la filosofía para explicar la realidad. Este nuevo saber racional tiene ciertas características que son:

  • La necesidad: Frente a la arbitrariedad del mito, la filosofía busca un saber necesario donde las cosas sean como son y no puedan ser de otra manera, lo cual facilita su conocimiento.
  • La permanencia: Aquella necesidad radica en lo que en las cosas permanece (que la filosofía llamará esencia, substancia o naturaleza de las cosas) y no en lo que en las cosas cambia (su aspecto sensible).
  • La realidad: Frente a la apariencia que muestra solo la superficie de las cosas, la realidad muestra lo que las cosas verdaderamente son y se halla en lo más profundo de ellas. De ahí que la filosofía se presente como un saber difícil, pues para llegar a lo profundo se requiere esfuerzo.
  • La razón o inteligencia: La filosofía defiende el uso de la razón para conocer la auténtica realidad de las cosas y desconfía de los sentidos. Los sentidos solo muestran la apariencia de las cosas, ellos nos conducen al error.
  • Unicidad frente a multiplicidad: La filosofía busca un único principio explicativo de todas las cosas y huye por tanto de la multiplicidad, la cual complica hasta tal punto toda explicación que la hace imposible.

La Naturaleza como Principio Único de la Realidad

Los primeros filósofos presocráticos identificaron el principio explicativo de todas las cosas con una naturaleza a la que llamaban «physis«, palabra que tenía dos acepciones:

  • Lo que algo es: responde a la pregunta acerca de qué está hecho algo y así decimos “¿cuál será su naturaleza?”
  • La totalidad de lo real: En el sentido de que todo lo real pertenece a la naturaleza.

Al unir el significado de ambas acepciones los griegos deducían que todas las cosas pertenecían a una misma naturaleza y ésta a su vez les indicaba de lo que estaban hechas todas las cosas. Las cosas nos parecen distintas unas de otras, pero solo en apariencia, porque si todas pertenecen a la misma naturaleza es porque todas tienen algo en común. Eso que tienen todas las cosas en común los griegos lo identificaban con un único elemento natural (al que llamaban arjé). El arjé era:

  • El origen y final de todo.
  • El substrato último de todas las cosas.
  • La fuerza constitutiva de todas las cosas.

Los Primeros Filósofos: Los Naturalistas

Se llaman naturalistas porque identificaban todas las cosas con un único elemento natural (por ser único también se llaman monistas, de “mono”, en griego, uno).

  • Tales de Mileto: Es el primer filósofo conocido. Identificaba el agua con el «arjé» (término que hace referencia al principio único explicativo de toda la realidad). Señaló al agua observando que era el único elemento que adoptaba todos los estados de la materia. También porque, al entender la naturaleza como un ser vivo (hilozoísmo), éste precisaba del agua para poder subsistir, pues donde no hay humedad no hay vida.
  • Anaximandro: Le parecía incorrecto identificar el arjé con un elemento concreto, por lo que lo identificó con el «apeiron«, es decir, con un elemento natural primigenio indeterminado a partir del cual surgirían los múltiples elementos concretos que conocemos.
  • Anaxímenes: Volvió a identificar el arjé con un elemento concreto: el aire, porque como Tales de Mileto, también pensaba que la naturaleza era un ser vivo, cuya función principal para subsistir es la respiración, o sea, tomar aire.

El Problema del Movimiento: Heráclito y Parménides

Estos filósofos abordaron el problema del movimiento y, en relación con él, el de la definición del logos.

En cuanto a la definición del logos, entendían por tal aquello que da razón de las cosas, lo que hace que sean así necesariamente. El logos sería pues lo que hace del universo un cosmos (es decir, un todo ordenado) frente al movimiento impredecible, es decir, frente al caos inexplicable. El logos se concibe como un proyecto ideal a partir del cual el universo material ha sido ordenado. Proyecto ideal que manifiesta la lógica subyacente a ese orden cósmico. Así, el arjé que los filósofos anteriores identificaban con algo material (un elemento natural), ahora se identificará con algo inmaterial o formal (un proyecto ideal). Ambos filósofos coincidían respecto a esta definición de logos, diferían sin embargo a la hora de entender el movimiento.

  • Heráclito: Siguiendo un planteamiento naturalista, decía que el arjé era el fuego. La naturaleza se movería en un proceso circular: fuego-agua-tierra-aire-fuego…, de manera que todo surgiría del fuego y retornaría a él. Así, la naturaleza está en continuo movimiento según su célebre expresión: «Todo fluye», que quiere decir que todo cambia hasta el extremo de que es muy difícil conocer nada en ella (lo que ilustra diciendo que «una persona no puede bañarse dos veces en el mismo río”).

Además descubre que la lógica que está presente en el movimiento de todo lo real es la de la «lucha de contrarios», por la que todo está en una tensión entre lo que es y su contrario, y que es esa tensión la causa del movimiento dinámico de lo real. Esa tensión la ejemplifica con la que existe entre un arco tensado y su flecha. Así pues, en Heráclito aparece algo que permanece siempre en el cambio: la lucha de contrarios (ella sería el Logos explicativo del movimiento de todas las cosas). Y por otro lado aparece algo que siempre está cambiando: la realidad material.


  • Parménides: Este filósofo ya se aleja totalmente del naturalismo anterior pues no identifica el arjé con un elemento natural. En Parménides aparece por primera vez el logos en su completa formalidad, como palabra o razón. La palabra que es el substrato último de todas las cosas es “Ser», porque de todas las cosas se puede decir «que son». Luego la palabra «ser» es lo que todas tienen en común, por lo que el filósofo deberá investigar qué implica el concepto “ser” para entender las cosas. Se tratará de una investigación lógica o racional, en la que lo primero que se descubre es que «el ser es y el no ser no es». Quiere decir que el Ser se caracteriza por su inmutabilidad, dado que es imposible el paso del ser al no ser y viceversa, negando así la existencia de movimiento. El Ser es la esencia de las cosas, lo que ellas son, lo que en ellas es permanente y no cambia nunca.

El movimiento pertenece a la apariencia de las cosas y no a su realidad, por lo que Parménides distingue entre dos tipos de conocimiento:

  • La vía de la opinión: Es el conocimiento sensible, el que nos hace creer que el movimiento existe, conduciéndonos al error.
  • La vía de la verdad: Es el conocimiento racional, el que nos muestra cómo son en realidad las cosas, en su permanencia e inmutabilidad. Nos conduce a la verdad.

Los Filósofos Pluralistas

Estos filósofos heredan la discusión entre Heráclito, que defiende el movimiento de la naturaleza, y Parménides, que defiende su inmutabilidad. Los pluralistas pretenden afirmar ambas teorías (que todo se mueve y que en realidad nada cambia) y para ello sustituyen el arjé único por uno plural. Veamos cómo.

  • Empédocles: Decía que el arjé estaba compuesto por los cuatro elementos (agua, fuego, tierra y aire) que en sí mismos eran inmutables pero que, arrastrados por las dos fuerzas básicas del cosmos (el amor y el odio) se mezclaban entre sí dando lugar a todos los seres naturales.
  • Anaxágoras: Este filósofo identifica el arjé con unas partículas a las que llamaba «homeomerías» o «semillas». Cada una de estas partículas estaría compuesta por partes de todas las demás, de forma que todo está en todo. A su vez, estas semillas se unirían entre sí impulsadas por una fuerza transcendente (“transcendente” significa que está fuera, en este caso del mundo; “inmanente”, dentro) a la que llama «Nous«, una inteligencia ordenadora del cosmos.
  • Demócrito: El arjé está compuesto por infinitos átomos que chocan entre sí en el espacio vacío, lo que hace que se unan y se separen dando lugar a los distintos cuerpos naturales. Esos choques entre átomos se producen al azar, por lo que el orden del cosmos es resultado de la casualidad. Así, Demócrito rechaza el nous transcendente de Anaxágoras y propone un logos inmanente, porque la ley que explica el orden cósmico se encuentra en el interior del propio cosmos. Más aún, Demócrito es el primer filósofo materialista de la historia en el sentido de que para él todo lo real es material y la materia se explica a partir de sí misma.
  • Pitágoras: Para este filósofo y matemático los números son el arjé de la realidad, que al ser infinitos dan lugar a un arjé plural. Y también dan lugar a un arjé formal, puesto que los números son entidades inmateriales. Así, a cada cosa le correspondería un número, el cual sería la razón última o esencia de esa cosa (logos numérico).

Es importante señalar que Pitágoras estaba influido por la religión órfica oriental, y de ella extrajo la teoría de la transmigración de las almas, por la que el alma, al morir el cuerpo, migraba a otro cuerpo por ser el alma inmortal. Es importante porque esta teoría tendrá gran influencia en Platón.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *