Fenómeno y Noúmeno: El Giro Copernicano de Kant y las Condiciones del Conocimiento Científico

Fenómeno y Noúmeno

Kant llama fenómeno a lo dado a la sensibilidad, y por tanto sometido a las condiciones espacio-tiempo. Lo «dado», es otra forma de decir lo «intuido». La intuición es la forma por la que la sensibilidad ve los objetos, la forma por la que los conoce, tiene noticias de ellos. Pero ya hemos dicho que la sensibilidad opera con leyes matemáticas; esto es, definiendo sus objetos a partir del espacio y del tiempo, recortándolos de éstos.

Kant llama noúmeno a la cosa-en-sí (esto es, en tanto que no nos es dada, y, por lo tanto, permanece fuera de las condiciones espacio-temporales). También dice del noúmeno que es lo inteligible puro (no sensible). En todo caso, este concepto queda como un concepto negativo, como aquello que limita la experiencia; aunque Kant va a descubrir un acceso a lo nouménico, no a través de la «razón especulativa», teórica, sino a través de la «razón práctica».


La filosofía de Kant es conocida como idealismo trascendental: esto quiere decir que espacio, tiempo y categorías son condiciones de posibilidad de la experiencia (de los fenómenos), y como tales algo que pone el sujeto, pero no propiedades reales de las cosas. Al mismo tiempo Kant dice que es un realista empírico: en su terminología esto quiere decir que la realidad viene dada sensiblemente (como en el empirismo).


Giro Copernicano

El giro copernicano, en términos de la filosofía de Kant, marca un cambio fundamental en la forma en que entendemos el conocimiento y su relación con el mundo. Para comprender este concepto, es esencial considerar las ideas de David Hume, cuestionador radical de la metafísica, y contrastarlas con la perspectiva de Kant.

Hume planteó que todo nuestro conocimiento proviene de la experiencia sensorial, negando la posibilidad de conocimiento a priori, es decir, conocimiento independiente de la experiencia. Este enfoque se asemeja al geocentrismo de la antigüedad, donde la Tierra estaba en el centro del cosmos y todo giraba en torno a ella. En esta analogía, la experiencia sensorial es el epicentro desde el cual se construye todo nuestro entendimiento.

Sin embargo, Kant introdujo un cambio radical, equiparable al heliocentrismo de Copérnico, al argumentar que el conocimiento no solo es derivado de la experiencia, sino que también está estructurado por las categorías y formas de la mente humana. Para Kant, existen ciertas condiciones a priori, como el espacio y el tiempo, que son necesarias para que la experiencia sea posible. Estas categorías no son simplemente derivadas de la experiencia, sino que son preexistentes en la mente humana y dan forma a cómo percibimos y comprendemos el mundo.

Así como Copérnico desplazó a la Tierra del centro del universo, Kant desplaza la experiencia sensorial como el único fundamento del conocimiento, reconociendo el papel activo de la mente humana en la construcción de la realidad. Este cambio de perspectiva implica un giro fundamental en la epistemología, donde el sujeto cognoscente ya no es un mero receptor pasivo de impresiones sensoriales, sino un participante activo en la creación y organización del conocimiento.


En resumen, el giro copernicano en la filosofía de Kant representa un cambio radical en nuestra comprensión del conocimiento, al reconocer el papel activo de la mente humana en la construcción de la realidad. Al igual que Copérnico revolucionó nuestra concepción del cosmos al situar al Sol en el centro, Kant revoluciona nuestra concepción del conocimiento al situar a la mente humana en el centro de la experiencia cognitiva.


Condiciones del Conocimiento Científico

La teoría del conocimiento de Immanuel Kant, expresada en su obra magna «Crítica de la razón pura», es un hito crucial en la historia de la filosofía, que proporciona un marco conceptual sólido para entender las condiciones del conocimiento científico. Kant sostiene que el conocimiento no es simplemente el resultado de la experiencia o la razón pura, sino más bien una síntesis compleja entre la sensibilidad y el entendimiento, un enfoque conocido como «trascendentalismo».

Para comprender esta síntesis, Kant distingue entre dos formas fundamentales de conocimiento: el conocimiento a priori y el conocimiento a posteriori. El conocimiento a priori es aquel que es independiente de la experiencia sensible, mientras que el conocimiento a posteriori se basa en la experiencia empírica. Estas formas de conocimiento están intrínsecamente relacionadas con los juicios, proposiciones que afirman o niegan algo acerca de un objeto o concepto.

Los juicios se dividen en dos tipos principales: analíticos y sintéticos. Los juicios analíticos son aquellos en los que el predicado está contenido en el concepto del sujeto y, por lo tanto, no añaden nada nuevo al conocimiento. Por ejemplo, «Todos los solteros son hombres» es un juicio analítico. Por otro lado, los juicios sintéticos son aquellos en los que el predicado agrega información nueva al concepto del sujeto. Por ejemplo, «La manzana es roja» es un juicio sintético, ya que la característica de ser «roja» no está contenida en el concepto de «manzana» por sí solo, sino que se agrega mediante la experiencia sensorial.


Kant también distingue entre dos formas de síntesis que operan en la mente humana: la síntesis estética y la síntesis analítica. La síntesis estética se refiere a la capacidad de la mente para organizar la información sensorial en una experiencia coherente y significativa. Es esta síntesis la que permite que percibamos el mundo de una manera estructurada y ordenada, fundamental para el conocimiento matemático y físico. La síntesis analítica, por otro lado, se refiere a la capacidad de la mente para organizar y relacionar conceptos de manera lógica y racional, crucial para la ciencia y la comprensión de las relaciones causales en el mundo natural.

En el caso de las matemáticas, Kant argumenta que el conocimiento es posible a priori debido a la naturaleza de nuestras facultades mentales. La geometría y la aritmética son ejemplos de disciplinas matemáticas que operan mediante juicios sintéticos a priori. Por ejemplo, en geometría, la proposición «La suma de los ángulos internos de un triángulo es igual a 180 grados» es un juicio sintético a priori, basado en la intuición pura del espacio y no en la experiencia empírica directa.

En el caso de la física, Kant sostiene que el conocimiento es posible a través de la síntesis entre la intuición sensible y los conceptos del entendimiento. La física newtoniana, por ejemplo, combina la intuición del espacio y el tiempo con conceptos como la fuerza y el movimiento para proporcionar una comprensión coherente del mundo natural.

En resumen, según la teoría de Kant, las condiciones del conocimiento científico implican una síntesis compleja entre la sensibilidad y el entendimiento, manifestada a través de juicios analíticos y sintéticos. Esta síntesis es fundamental para el desarrollo tanto de las matemáticas como de la física, y se basa en la capacidad humana para organizar la experiencia sensible de manera significativa y razonar de manera lógica y coherente. La distinción entre juicios analíticos y sintéticos, así como la síntesis estética y analítica, proporciona un marco conceptual valioso que sigue siendo relevante en la filosofía de la ciencia hasta el día de hoy.

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