Filosofía Clásica: Sócrates, Platón y los Sofistas

Los Sofistas

Los sofistas fueron un grupo de filósofos y profesores itinerantes que llegaron a la conclusión de que no podemos conocer la verdad absoluta, por lo que comenzaron a investigar cómo se podía alcanzar el poder. Los sofistas recorrían las plazas de los pueblos enseñando a la gente cómo obtener el poder. Creían saber de todo, pero en realidad, según ellos, no sabían nada. A diferencia de Sócrates, cobraban por sus enseñanzas.

Los sofistas argumentaban que no podemos alcanzar la verdad absoluta del hombre:

  • Esto se debe a que todo cambia; lo que hoy puede ser verdad, mañana podría no serlo.
  • Si no somos capaces de alcanzar la verdad, es porque el conocimiento que tenemos de la realidad no cambia, pero la realidad sí lo hace.

La voluntad del hombre es libre, no está precedida por ninguna ley; por lo tanto, no podemos predecir el futuro y, en consecuencia, no podemos conocer el pasado. En esto se basan los sofistas para afirmar que no podemos alcanzar la verdad absoluta del hombre.

Los sofistas aseguraban que, al no existir una verdad absoluta, toda acción era lícita y no podía ser juzgada por una verdad universal. Como esta realidad es imposible de llevar a cabo en una sociedad, porque no habría control, proponen pactar las leyes, que no se basan en ninguna verdad, sino en un convencionalismo. Así, se puede pactar lo que se debe permitir y lo que no, llegando a un acuerdo. Estos pactos son revisables y permiten dirigir la sociedad, sin embargo, no se basan en una verdad absoluta.

Sócrates

Antirrelativismo Moral

Sócrates sostenía que sí podemos alcanzar la verdad, ya que hay una parte del hombre (conciencia-alma) que no está sometida al cambio; por eso, podemos alcanzar la verdad según Sócrates. El hombre tiene algo intemporal, que no tiene la naturaleza, es característico del ser humano.

El antirrelativismo es lo contrario al relativismo moral que defendían los sofistas, por lo que Sócrates estaba de acuerdo en que, investigando en nuestra propia conciencia, podemos saber lo que está bien y lo que está mal, ya que dentro de nosotros existe esa capacidad a la que él llama verdad.

Las Definiciones Universales

Sócrates es el primer filósofo en tratar el problema de los universales, es decir, en la naturaleza hay un montón de trozos de materia distintos que responden al mismo nombre. Sócrates decía que la realidad de un caballo es igual para todos los demás, ya que responden a una misma denominación. En el caso del hombre, si todos somos hombres, el fin para todos es el mismo. Existe algo entre todos nosotros que hace que seamos hombres. Las leyes que rigen el comportamiento de cada hombre son iguales para todos. Todos tenemos algo en común y no es nuestra materia. Sócrates dice que hay algo físico no común, percibido intelectualmente.

La Mayéutica

Sócrates usó el diálogo con el fin de lograr, entre otras cosas, alcanzar ciertos conocimientos que sin el diálogo no se pueden alcanzar. El hombre tiene dentro de sí los conocimientos, pero hay que ayudar a que los encuentre, y la mayéutica propuesta por Sócrates es la única forma de conseguirlo. A esto se le llama mayéutica, que etimológicamente quiere decir “ayudar a generar, a nacer ideas”.

Intelectualismo Moral

Según esta doctrina, las malas acciones son producto de la ignorancia o el desconocimiento; por tanto, no son voluntarias, ya que el conocimiento de lo justo sería suficiente para obrar virtuosamente.

Platón

Platón fue un filósofo que nació en el año 426 a.C. en Atenas. Nació en una época complicada en su tierra, ya que la situación política y social estaba en decadencia. Esto hizo que Platón se adentrara en la filosofía, ya que él pensaba que los filósofos eran los únicos con capacidad para gobernar debido a su entrega total y a su sabiduría sobre el bien. En este adentramiento, Platón fundó la Academia en el año 380 a.C. y eso, acompañado de sus teorías, le hicieron convertirse en uno de los filósofos más importantes de todos los tiempos.

Teoría del Conocimiento: Ciencia y Opinión. La Dialéctica

Se trata de una dialéctica ascendente porque, primeramente, se debe conocer lo sensible, analizando los datos que vemos, y más tarde se debe aspirar a lo más alto, que es el conocimiento de lo inteligible. Esto segundo no se puede dar sin lo primero; por lo tanto, la dialéctica es ascendente, necesitando una base del mundo sensible para entender lo inteligible.

  1. Conocimiento sensible: Imágenes (Conocimiento más imperfecto) y la creencia (visión directa y sensible).
  2. Conocimiento inteligible: Ciencia (si nos educamos, podremos trabajar solo con el entendimiento). Dos tipos: Discursivo (conceptos, exige razonamiento) e Intuitivo (percibe con clarividencia sin necesidad de entendimiento).

La Noción del Bien

Platón compara el bien con el sol porque, igual que la vista necesita de luz (dada por el sol) para poder ver y que funcione correctamente, así el bien ilumina y gobierna nuestra alma-entendimiento para que pueda aplicar las ideas con acierto a las cosas sensibles.

El bien representa el origen y principio de la verdad y de los bienes sensibles; por lo tanto, cuando conocemos algo nuevo, es el bien el que gobierna nuestra capacidad de asociar la idea correcta a lo sensible. Es decir, da la garantía para obrar con sabiduría.

Cuerpo y Alma

El alma y el cuerpo no forman una unidad substancial; simplemente, el alma cae en un cuerpo accidentalmente y busca su propia purificación. Es por ello que el alma se ayuda del cuerpo para buscar lo que desea, igual que un barquero se sube a su barca para navegar.

EntendimientoSabiduríaCabeza
SentimientoFortalezaPecho
Impulso pasionalTemplanzaVientre

Las relaciones entre estos casos son sencillas. El entendimiento requiere y mejora la virtud de la sabiduría, y está ubicado en la cabeza porque es el centro de mandos del cuerpo, igual que el entendimiento es el que manda en la vida.

Los sentimientos van ligados al corazón y requieren de fortaleza para ser fiel a lo que debemos sentir.

Por último, las pasiones representadas por el vientre, ya que es donde se siente el vértigo y las llamadas mariposas, y la virtud es la templanza, porque debemos controlarnos aunque nuestros impulsos hacia la vida sean los que nos dictan las pasiones.

Las Virtudes y la Ciudad Ideal

La virtud es un hábito del alma que impulsa a actuar y obrar con la mayor perfección posible. Esta virtud se puede dividir en cuatro tipos: La sabiduría o prudencia (parte más divina del ser humano, hacer lo conveniente en cada situación), fortaleza (capacidad para sobreponerse al trabajo, esfuerzo), templanza (austeridad y control de uno mismo) y justicia (armoniza todas las demás virtudes, es el resultado del funcionamiento de todas las virtudes.

En la ciudad ideal, el régimen sería una monarquía aristocrática, en la cual el mando lo tiene el más sabio, honrado y prudente de los ciudadanos. Platón dice que, ya que es difícil encontrar a ese rey ideal, el poder se debe sustituir por la dictadura de la ley, en la cual se exige una ley básica o constitución como norma fundamental.

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