Filosofía de Aristóteles
1. La Naturaleza
La física (o naturaleza) fue el principal objeto de estudio de los filósofos jonios. Fue Aristóteles quien dio a la naturaleza su auténtico valor de fuente para el conocimiento científico. La naturaleza nos muestra seres compuestos de materia y forma, en movimiento. Es una fuente de conocimiento valiosa por sí misma, tanto como puedan serlo las matemáticas o la teología.
Hilemorfismo y Teleologismo
Las sustancias naturales son compuestos de materia y forma: la forma es la esencia, lo que hace que cada cosa sea lo que es a partir de la materia indeterminada y también la naturaleza propia de cada cosa. Esta teoría se conoce como hilemorfismo (materia y forma). Es decir, todo ser natural se compone de materia y forma, siendo la materia común a todos y la forma aquello que hace que cada cosa sea lo que es.
Toda realidad natural está sujeta a cambio o movimiento. El movimiento natural tiene su origen en el interior del individuo. De manera que la naturaleza (physis) no es otra cosa que un principio interno de movimiento. La naturaleza de cada ser es alcanzar la perfección que le sea propia. Se trata, pues, de un modelo teleológico en el que el telos es la finalidad interna que tienen todos los entes naturales. Este es el sentido del bien en Aristóteles: es inmanente, es decir, la esencia está en el objeto.
Para explicar el movimiento, recurre a la distinción potencia-acto. Hay dos tipos de movimiento:
- Sustancial: generación de una nueva sustancia.
- Accidental: modificaciones accidentales de una sustancia. Este último puede ser a su vez:
- Cuantitativo: si hay un aumento o disminución.
- Cualitativo: si hay alteración.
- Local: si hay desplazamiento.
¿Qué es lo que permanece en un cambio sustancial? Dice Aristóteles que se trata de una materia prima indeterminada que, sin ser ningún ser particular, puede ser potencialmente cualquiera dependiendo de la forma.
Para que el cambio se produzca debe haber una causa que lo origine. La materia y la forma son causas intrínsecas (están “dentro” de la cosa) de las sustancias naturales, es decir, la materia y la forma son causas del movimiento porque este no se podría dar si no existieran. Aristóteles añade además causas extrínsecas: la causa agente (o eficiente) y la causa final. En otras palabras, la causa agente o externa que inicia el cambio y la final como meta que persigue el cambio. Cabe observar que en los procesos naturales el fin, la forma y la causa agente coinciden y además la finalidad no es más que la actualización de las formas propias. Hay, pues, cuatro causas: material, formal, agente y final.
2. De los Sentidos al Entendimiento
Aristóteles plantea una epistemología que tiene su principio en los sentidos y no en la razón, lo que le convierte en un filósofo empirista. El conocimiento sensible (aisthesis) es el primero que entra en juego y éste proviene de la sensación (de los sentidos, se debe entender), pero ésta es efímera y desaparece en seguida. Así es en muchos animales, pero en el ser humano entran en juego facultades como la imaginación (phantasía) y la memoria, que logran que este conocimiento sea más duradero.
La ciencia o conocimiento verdadero deberá provenir de los sentidos. En otras palabras, todo conocimiento tiene su punto de partida en los sentidos y, en el ser humano, tiene como objetivo alcanzar la episteme o conocimiento verdadero. Gracias a los sentidos estamos en contacto con la realidad de las cosas físicas, pero no nos podemos quedar ahí. “Conocer”, para el filósofo, es saber las causas de las cosas y, más en concreto, la causa formal, es decir, su esencia (eidos). Sé qué es algo cuando conozco su esencia. Aristóteles considera que esa forma está en la cosa (es inmanente a la cosa física), por lo tanto, necesito los sentidos para conocerla. Pero el paso siguiente es el que nos eleva al conocimiento propiamente dicho, un conocimiento universal que va más allá de los sentidos, y aquí es donde entra en juego el entendimiento (nous).
Cuando llegamos al mundo no tenemos nada en el entendimiento; gracias a la experiencia vamos dotándole de contenidos para que lleve a cabo sus razonamientos. El principal mecanismo del entendimiento consiste en separar los elementos materiales (hyle) de los formales (morphé o eidos), es decir, en discernir qué parte de lo captado por los sentidos es particular y qué universal. Aristóteles distingue dos tipos de entendimiento (nous):
- Entendimiento paciente: el que se limita a recibir la información de los sentidos.
- Entendimiento agente: el que propiamente separa los elementos formales, es decir, abstrae el concepto o forma de la imagen sensible captada por el entendimiento paciente.
En Aristóteles, el aprendizaje va a ser fundamental, de manera que en el entendimiento no había nada previamente (a diferencia de Sócrates y Platón, que lo consideraban un “recuerdo”) y, a partir de los sentidos, por inducción, vamos a ser capaces de abstraer los elementos universales. Esta teoría pone en valor las ciencias.
3. Alma y Cuerpo
El alma es un principio vital. El alma en los seres vivos no es más que la forma del cuerpo, que es la materia, es decir, la actualización de ese organismo. La unión del cuerpo y el alma es natural, lo que explica la vida; así que el alma individual es mortal. Aristóteles considera (a diferencia de Platón) que el alma es unitaria y no se localiza en ninguna parte concreta del cuerpo, aunque sí le asigna funciones que sirven para diferenciar el alma de los animales y plantas de la de los humanos (función vegetativa, sensitiva y pensante).
Todo ser vivo tiene alma y cuerpo, como todo ser natural tiene forma y materia. Del mismo modo que ninguna cosa es sólo materia o sólo forma, el ser humano tampoco puede existir sin cuerpo o sin alma.
Sin embargo, hay diferencias entre el alma de un animal o una planta y la de un ser humano. Aristóteles postula la existencia de otro género de alma general para todos los seres humanos, que sí es inmortal e incorruptible.
- Alma vegetativa: ejerce las funciones para el mantenimiento de la vida: asimilación, reproducción, etc. Pertenece por igual a todos los seres vivos.
- Alma sensitiva: es superior a la anterior y está en los animales. Tiene que ver con los sentidos, el movimiento, la memoria, etc.
- Alma racional o pensante: es superior a las dos anteriores y sólo se da en el ser humano. Tiene que ver con el entendimiento, el discernimiento, el juicio, etc. A diferencia de Platón, no es un alma inmortal, sino que es parte de la “forma” del ser humano.
4. Felicidad y Virtud: La Ética
La ética se ocupa de estudiar la justificación racional de las normas morales que rigen la conducta humana. La ética «eudemonista» es una ética de la felicidad. Pero es también una ética de la virtud, el medio por excelencia para alcanzar la felicidad.
La Felicidad
El planteamiento inicial de Aristóteles en relación con la ética era el mismo que se hacía en la Academia de Platón. Además, considera que la ética debe partir de los hechos en lugar de ser tratada exclusivamente desde un punto de vista teórico. La finalidad de la vida es la felicidad (eudaimonía). La felicidad, para Aristóteles, es la realización de aquello que en cada ser le es propio y natural, por lo tanto, es principal estudiar la naturaleza humana. Según Aristóteles, la felicidad no necesita ningún bien exterior; consiste en el ejercicio perfecto de la actividad propia del ser humano. Aristóteles afirma que la actividad más propia del ser humano y la que mayor felicidad le proporciona es la sabiduría. Por eso Aristóteles llega a un pensamiento: la felicidad consiste en unir sabiamente la virtud, la contemplación y los bienes exteriores. Será buena toda acción que conduzca al fin del ser humano, y mala toda la que lo obstaculice o se oponga a él. Bien es aquello a lo que tienden todas las cosas por naturaleza. Por lo tanto, el Bien en Aristóteles es inmanente. El ser humano será feliz si se realiza, es decir, si deja de ser potencia de lo que debe ser y se convierte en acto.
Aristóteles afirma que la virtud consiste en un término medio, un equilibrio entre dos extremos igualmente viciosos y alejados de la virtud. La virtud se adquiere mediante el ejercicio (poniéndola en práctica) y el hábito (éthos): «para que un hombre se haga justo es necesario que practique la justicia». De esta manera, Aristóteles rechaza que seamos virtuosos por naturaleza (de nacimiento). La virtud es el modo de ser de una persona, expresado a través de sus acciones («praxis»). Cuando se convierte en hábito, la virtud expresa la manera de ser de una persona en relación con la realidad que le rodea: es su modo de estar en el mundo, en la política, en la economía, en la cultura y en el Estado. Es su actitud ante el dinero, la familia, el Estado y la felicidad.
Aristóteles distingue, además, dos clases de virtudes:
- Morales (éticas).
- Intelectuales (dianoéticas), entre las que cita la prudencia (phrónesis), la virtud propia de una persona sensata, y la sabiduría (sophía), culminación de la vida moral. En este sentido, la virtud es el cultivo de todas las cualidades personales, una huida de la mediocridad. No es simplemente la repetición mecánica de actos o prácticas virtuosos.
5. El Ser Humano como Animal Político
La ética aristotélica apunta a la política y parece subordinarse a ella, porque los griegos no entendían al ser humano en aislamiento, sino inserto en una sociedad civil para poder conseguir su propia perfección individual. Ética y política se ocupan de averiguar cuál es el bien del ser humano. Además, nadie puede ser virtuoso si no ha sido educado, y es al Estado a quien compete, en último término, la tarea educativa.
Organicismo Social
Aristóteles sostiene que el Estado es anterior, por naturaleza, a la familia y a cada individuo humano. El todo es anterior a cada una de las partes. Y si cada individuo no es autosuficiente es porque debe ser puesto en relación con la totalidad de la sociedad. Por esta razón, Aristóteles afirma que el ser humano es, esencialmente, un animal político o cívico. Gracias al lenguaje, dado a esto, el ser humano puede comunicarse con sus semejantes acerca «del bien y el mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la participación y comunidad en estas cosas lo que hace a una familia y a un Estado».
Origen del Estado
Desde un punto de vista originario, es el individuo el que física y biológicamente engendra a la familia; ésta se instala en una casa y después aparece la tribu, la aldea y, finalmente, la ciudad, la pólis o Estado. El Estado, pues, es fruto de una larga evolución. Desde un punto de vista metafísico, la constitución natural del ser humano le inclina a vivir en sociedad, en la pólis. La vida en soledad es algo antinatural en los humanos, porque en soledad y aislamiento no puede conseguir perfeccionar todas las capacidades para las que está dotado de forma natural. El lenguaje y la palabra, el gusto por el diálogo y la comunicación, son el indicio de que está hecho para la comunicación con sus semejantes. Eso explica su naturaleza social.
Prioridad del Estado
Sólo el Estado puede bastarse a sí mismo, pero el individuo y la familia no. No se trata de autosuficiencia económica la del Estado, sino fundamentalmente ética y humana: sólo en el Estado puede conseguirse que reine el bien y la justicia, y sólo el Estado hace posible la perfección última del ser humano. Por eso el Estado no es un fin en sí mismo, ni la convivencia es su principal objetivo. Se trata de que el Estado permita desarrollar todas sus facultades humanas a lo largo de una vida regida por la virtud y la razón. Por lo tanto, la actividad política no tiene sentido si no está regida por la ética, por la virtud. El Estado no surge simplemente para que la comunidad viva en sentido biológico, sino para que viva bien, en sentido moral, para que todos sus individuos alcancen la felicidad. Si no consigue su objetivo, carece de justificación.
Teoría de las Formas Políticas
Aristóteles entendió la política como una ciencia empírica, aunque no exacta. Aristóteles mantuvo siempre el ideal de la pequeña ciudad-estado. Si para Platón el ideal era una ciudad justa, para Aristóteles era una ciudad feliz. En cuanto a la preferencia por las distintas formas de gobierno, muestra la misma clasificación que los sofistas: monarquía, aristocracia y democracia. En las tres primeras gobiernan los mejores y más virtuosos, teniendo como objetivo el bien común. Sólo cuando optan por el provecho particular derivan hacia las formas degeneradas de gobierno. En realidad, Aristóteles no mostró preferencia por ninguna forma de gobierno.
Los Diferentes Grupos Sociales
Sólo los ciudadanos libres pueden alcanzar la felicidad. La igualdad y la felicidad no están al alcance de los esclavos y las mujeres. Excluye también a los artesanos, los labradores y mercaderes, de los que dice que sería preferible que fueran esclavos. En la categoría de hombres libres entran sólo las tres clases superiores: los guerreros, los sacerdotes y los magistrados.
Por lo tanto, para Aristóteles, unos hombres son libres por naturaleza y otros esclavos, y para estos últimos la esclavitud es algo justo y conveniente. Ellos tienen que trabajar para que los ciudadanos libres estén desocupados de tareas penosas y puedan dedicarse al pensamiento, a la filosofía. La felicidad y la perfección no son algo a lo que todos puedan aspirar. A decir verdad, la mayor parte de los ciudadanos están excluidos de ella. Se trata, pues, de un ideal aristocrático, reservado en su plenitud a una élite privilegiada.