Filosofía de David Hume
1. Propósito de la filosofía de Hume
La finalidad de su filosofía es indicar a los hombres el conjunto de cuestiones sobre las que el entendimiento humano está capacitado para alcanzar conocimientos verdaderos. Para lograrlos, es necesario elaborar la ciencia de la naturaleza humana. La filosofía como ciencia de la naturaleza humana es la única fundamentación sólida de las restantes disciplinas científicas que son producto de las capacidades del mismo entendimiento humano. Esta fundamentación solo puede llevarse a cabo si se introduce para la resolución de las cuestiones filosóficas la metodología experimental. El método experimental es aquel que ordena a partir de la observación y somete nuestras teorías así elaboradas a comprobaciones empíricas.
2. Impresiones e ideas
Hume hace derivar los contenidos de la mente de la experiencia. La base de nuestro conocimiento son las percepciones. Hay 2 tipos: impresiones (producidas en la mente por la actuación sobre ella de los objetos) e ideas (copias o representaciones de las impresiones en el pensamiento). La distinción está en su distinta viveza o intensidad. Pueden ser simples (no admiten descomposición en otras) o complejas (admiten la posibilidad de descomponerse en otras simples). Los materiales con los que cuenta el entendimiento a la hora de conocer se reducen a ideas e impresiones. La mente combina estos materiales y los reproduce con la memoria o establece relaciones entre ellos. Estas operaciones se basan en las leyes de asociación de ideas que Hume reduce a 3 factores: semejanza, contigüedad y causalidad. Cualquier afirmación que no podíamos apoyar en lo que nos muestra la experiencia carecerá en absoluto de sentido. Las verdades que se refieren a cuestiones de hecho pueden descubrirse a partir de la experiencia y su consideración como verdaderas descansa en que podamos comprobarlo empíricamente.
3. Relación causal
En todos los razonamientos sobre cuestiones de hecho está involucrado el establecimiento de una relación causa-efecto. Las causas y sus efectos no pueden descubrirse por la razón sino únicamente por la experiencia. La idea de causación se deriva de relaciones que el entendimiento establece entre impresiones. Lo que consideramos como causas y efectos guardan entre sí una relación de sucesión temporal y una conjunción constante. La creencia de que una causa produce un efecto tiene como base la experiencia. Solemos concebir la relación causal incluyendo la idea de que entre causa y efecto se da una conexión necesaria. La experiencia solo nos muestra cómo a un hecho sigue de modo habitual el otro. La experiencia muestra solo una sucesión entre acontecimientos. Nosotros añadimos la idea de que entre ellos se da una conexión necesaria. Esta suposición deriva de la costumbre. Entre dos hechos no podemos nunca observar una conexión necesaria. Considerados los hechos en sí mismos, no hay nada en cualquiera de ellos que implique por sí mismo la existencia de cualquier otro. Hume afirma que la costumbre juega un papel primordial en la vida de los hombres por encima de la razón. En el ámbito de las cuestiones de hecho no podemos hablar de certeza sino de creencia.
4. El escepticismo de Hume
La filosofía de Hume representa un escepticismo moderado en cuanto subraya la fragilidad de la razón y pretende delimitar el campo de las investigaciones provechosas reduciéndolas a aquellas cuestiones que se adaptan a las capacidades de la razón humana. Este escepticismo es una consecuencia del análisis que hace de las posibilidades de la razón y se proyecta sobre la metafísica. Toda investigación que no contenga un razonamiento abstracto relativo a relaciones de ideas o un razonamiento acerca de cuestiones de hecho solo puede proporcionarnos ilusiones y enredos. Considera a la metafísica como la presunta ciencia que pretende ofrecernos un conocimiento no basado en la experiencia. En su crítica a la metafísica se basa en la afirmación de que solo conocemos nuestras percepciones y no las cosas mismas y que la idea de sustancia no podemos derivarla de ningún tipo de impresión.
- La idea de sustancia no se deriva de ningún tipo de impresión. Sólo tenemos impresiones de cualidades o percibimos cualidades y no percibimos sustancia alguna que les sirva de soporte. No percibimos la sustancia como algo simple y aparte de cualidades, solo suponemos que las cualidades están vinculadas entre sí a través de un supuesto soporte oculto. Solo percibimos cualidades que no podemos afirmar que a ellas correspondan sustancias materiales u objetos. Lo que llamamos cosas se componen de cualidades pero no podemos afirmar que las cualidades pertenezcan a las cosas.
- La idea de yo, alma o mente: percibimos una serie de estados mentales y no una sustancia simple o yo que les sirva de soporte. Atribuimos identidad a una multiplicidad de estados mentales unidos a través de la memoria.
- La idea de Dios no se deriva de ningún tipo de impresión. Es imposible demostrar su existencia. La razón no puede descubrir que la afirmación «Dios existe» sea contradictoria. La postura más racional es el agnosticismo.
Hume admite que se dé la certeza en el campo de las ciencias que se ocupen de establecer relaciones de ideas. Su escepticismo es moderado: no puede dudar de todo. La razón es frágil convirtiendo en simples creencias aquello que de modo cotidiano tenemos por más evidente. Para Hume podemos afirmar que solo conocemos nuestras percepciones no las cosas mismas. A esta postura se la denomina fenomenismo. No conocemos las cosas mismas, sino nuestras representaciones de ellas y no hay un modo de determinar si entre esos dos elementos se da algún tipo de correspondencia.
5. Emotivismo moral
La actitud escéptica y crítica respecto al conocimiento la aplica también en el ámbito de la moral, situando en el sentimiento el fundamento de los juicios morales acerca de lo bueno/malo justo/injusto. Establecemos distinciones morales: consideramos unas acciones como estimables y otras como condenables. ¿En qué nos basamos para formular juicios sobre la moralidad de las acciones? La tradición filosófica anterior había establecido que el fundamento de los juicios morales descansaría en la razón. La moral, según Hume, tiene como objetivo el inculcarnos cierta inclinación hacia las acciones virtuosas y cierto rechazo hacia las contrarias. La razón por sí sola no puede conseguir esto. Las pasiones o sentimientos morales son los motores de nuestras acciones. La razón se limita a formular juicios acerca de cuestiones de hecho o acerca de relaciones de ideas. Al reflexionar encontramos los sentimientos que dan lugar a la aprobación de ciertas acciones y la desaprobación de otras. En la naturaleza del hombre existe la capacidad de ponernos en el lugar de los demás y comprender sus sentimientos: la simpatía. Hume califica como buena toda acción que produce en nosotros el sentimiento placentero de la aprobación y mala aquella que produce el sentimiento de la desaprobación. Para Hume esto no conduce al egoísmo porque la simpatía despierta en el hombre sentimientos como la compasión que nos llevan a reaccionar frente al sufrimiento de los demás.