René Descartes y el Racionalismo
El racionalismo es un movimiento filosófico que se desarrolla en el siglo XVII y se caracteriza por la absoluta confianza en la razón humana. Según esta corriente, el conocimiento tiene su origen y fundamento en la razón, siendo esta la única fuente válida de conocimiento. Se une el conocimiento racional con el científico, rechazando los sentidos por ofrecer una información confusa que no puede considerarse verdadero conocimiento.
El racionalismo plantea un conocimiento deductivo, donde a partir de ideas o principios innatos se deducen otras verdades. Estas ideas innatas son principios desde los que se deriva todo el cuerpo del saber y no provienen de la experiencia. El ser humano tiene una predisposición a creer en estas ideas. Los racionalistas defendían la existencia de una única sabiduría humana o conocimiento universal, válida para todo el mundo, y mostraban una gran admiración por el conocimiento matemático. Dos filósofos racionalistas importantes fueron Leibniz y Spinoza. Dos conceptos clave en el racionalismo son Dios y la sustancia, y se preocuparon especialmente por el método.
El Método Cartesiano
Descartes realiza una crítica al saber escolástico. Considera que, dado que las demás ciencias han tomado sus principios de la filosofía, estas también deben ser consideradas dudosas debido al carácter unitario del saber. El edificio del saber es un todo unitario y orgánico, en el cual la metafísica constituye los cimientos. Descartes se propone, por tanto, sanear estos cimientos, realizando un análisis previo de las razones que han llevado a la filosofía a la desconfianza. Identifica dos causas para este problema: la incapacidad de la razón o un método inadecuado. Concluye que el fallo reside en el método y propone aplicar el método matemático para reformar la filosofía. En este método, se distinguen dos formas de conocimiento:
- La intuición: Es la luz natural que permite a la razón captar conceptos simples sin posibilidad de duda o error. Son los axiomas.
- La deducción: Funciona a partir de estos axiomas, obteniendo unas verdades a partir de otras.
Las Cuatro Reglas del Método
Descartes define el método como un conjunto de reglas ciertas y fáciles que hacen imposible para quien las observa tomar lo falso por verdadero, y que, aumentando gradualmente su ciencia, le llevarán al conocimiento verdadero de todo lo que es capaz de conocer. El método cartesiano se compone de cuatro pasos:
- Evidencia: Aceptar como verdadero solo aquello que se presente con claridad y distinción a la mente, es decir, aquello que es objeto de una intuición intelectual y no de los sentidos. Un concepto de la mente pura, sin mezcla de elementos externos y libre de dudas.
- Análisis: Dividir cada uno de los problemas en el mayor número de partes posibles para resolverlas mejor.
- Síntesis: Conducir ordenadamente los pensamientos, desde los más simples a los más complejos.
- Comprobación: Revisar los análisis y síntesis realizadas mediante el recuento, asegurando que no se ha omitido nada.
La Duda Metódica y la Primera Verdad
Descartes inicia una búsqueda de una verdad indubitable, objeto de intuición. Para ello, duda de todo lo que sea posible dudar, con el objetivo de encontrar verdades incuestionables. Establece los siguientes motivos de duda:
- Falacia de los sentidos: Los sentidos nos engañan a veces, por lo que se duda de la apariencia de las cosas, pero no de su existencia.
- Dificultad para distinguir entre la vigilia y el sueño: Cabe pensar que las percepciones que parecen más reales no sean más que ilusiones. Se duda de la existencia de las cosas, pero no de las entidades matemáticas.
- Hipótesis del Dios engañador o genio maligno: Se plantea la posibilidad de que exista un ser maligno que nos induce a error en nuestros razonamientos.
Cogito, Ergo Sum: Pienso, Luego Existo
La duda metódica no desemboca en el escepticismo, sino en la famosa afirmación: «Pienso, luego existo» (Cogito, ergo sum). Si dudo, estoy persuadido de que existo. Esta es la primera certeza capaz de resistir cualquier motivo de duda, y se percibe con claridad y distinción. Descartes sabe que es, pero no sabe qué es. Concluye: «Yo soy una cosa que piensa».
Las Ideas en Descartes
El único material con el que Descartes cuenta son las ideas. En un primer sentido, todas las ideas son iguales, ya que proceden del sujeto. Sin embargo, en cuanto a su contenido representativo, unas contienen más realidad objetiva que otras. Descartes distingue tres tipos de realidades:
- Realidad objetiva: Realidad conceptual (idea).
- Realidad formal: Es el objeto (realidad propia).
- Realidad eminente: La realidad más real que la formal y que la incluye (el todo).
Tipos de Ideas
Descartes clasifica las ideas en tres tipos:
- Ideas adventicias: Proceden del mundo exterior, de la experiencia.
- Ideas facticias o ficticias: Son creadas por la mente a partir de ideas del mundo exterior.
- Ideas innatas: No provienen del mundo exterior ni se crean a partir de este. Sobrepasan la realidad formal y son dos: Dios y la sustancia. Descartes argumenta que, siendo un ser limitado y finito, no puede ser la causa de la idea de un ser infinito como Dios.
La Existencia de Dios y del Mundo
Descartes argumenta que no puede ser la causa de la idea de un ser infinito. La idea, como realidad objetiva, requiere una causa real proporcionada, y la idea de un ser infinito requiere una causa infinita. Por lo tanto, el ser infinito, Dios, existe.
Descartes presenta otros dos argumentos para la existencia de Dios:
- Argumento ontológico: La idea del ser más perfecto debe incluir la existencia, por lo tanto, Dios existe.
- Dios como causa de la propia existencia: Descartes se reconoce como un ser imperfecto, por lo que no puede ser su propio creador.
Una vez afirmada la veracidad divina, se puede superar la duda del genio maligno. Pretender engañar es símbolo de debilidad, por lo que no cabe en Dios, que se convierte en garante de toda verdad. Las cosas claras y distintas son verdaderas. Para probar la existencia de las cosas corpóreas del mundo, Descartes concluye que, si Dios no es engañador, las cosas que percibimos no son ilusiones. Sin embargo, solo se puede afirmar aquello que tiene que ver con la geometría, no las cualidades secundarias como el sonido, la luz y el color.
El Mecanicismo Cartesiano
Según Descartes, Dios crea inicialmente la materia inerte e inyecta una cantidad de movimiento que permanece constante. Esta materia, como extensión geométrica, se divide en innumerables átomos materiales que chocan entre sí, produciendo los diversos cuerpos. Estos movimientos se explican mediante las siguientes leyes:
- Principio de inercia: Los cuerpos tienden a mantener su estado de reposo o movimiento.
- Movimiento rectilíneo: Los cuerpos tienden a moverse en línea recta.
- Principio de conservación del movimiento: La cantidad total de movimiento en el universo permanece constante. Niega la existencia del vacío.
El mecanicismo no solo se aplica a los objetos inanimados, sino también a los cuerpos orgánicos como plantas y animales, e incluso al ser humano.
La Sustancia en Descartes
Descartes distingue tres ámbitos de la realidad, o tres tipos de sustancias:
- Dios o la sustancia infinita.
- El yo o la sustancia pensante (alma).
- Los cuerpos o la sustancia extensa (cuerpo).
Define la sustancia como aquello que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir. En sentido estricto, esta definición solo se aplica a Dios, la sustancia infinita. La sustancia extensa está sujeta a las leyes físicas, mientras que la sustancia pensante no. No percibimos las sustancias como tales, solo conocemos sus atributos. De esto se derivan dos consecuencias: la libertad del ser humano (el alma, al ser independiente del cuerpo, es inmortal y está excluida del mecanicismo) y la localización del alma en un punto del cuerpo, la glándula pineal.