Apolíneo y Dionisiaco
Para Nietzsche hay dos principios que componen la realidad. Lo apolíneo designa todo lo relacionado con el dios griego Apolo, que representa la razón: es el símbolo de la luz y el orden, de la armonía y el equilibrio, y se identifica con las artes figurativas. Lo dionisiaco tiene que ver con el dios Dionisos, que representa la vida: el caos, el instinto y la voluntad irracional. Se vincula a la música, la poesía y el teatro. En la época presocrática los griegos crearon una síntesis perfecta entre razón y vida, unidas en un único mundo en constante devenir (Heráclito) pero, a partir de Sócrates, lo apolíneo se impuso sobre lo dionisiaco, potenciando en exceso la razón.
Moral de Señores y Moral de Esclavos
La moral de señores es una moral de autoafirmación, que brota de una acción creadora que dice «sí» a la vida. Los señores se caracterizan por su voluntad de poder: un conjunto de fuerzas positivas y negativas que constituyen la vida; el impulso por exteriorizar su fuerza, por ser más y por crear valores. La moral de los esclavos es la propia del hombre vulgar, plebeyo y servil, fruto del resentimiento y la reacción frente a los valores nobles. Los esclavos se caracterizan por su voluntad de igualdad, formando parte del rebaño.
La Muerte de Dios y el Nihilismo
Cuando Nietzsche habla de la «muerte de Dios», se refiere no solo al Dios cristiano, sino a cualquiera de sus sustitutos (la razón, el progreso, la ciencia), junto con la pérdida de todos los valores morales y grandes verdades que se fundamentan en ellos y en un mundo suprasensible.
Esta pérdida de valores y del sentido de la vida produce en el hombre el nihilismo: el sentimiento de vacío. Nietzsche diferencia dos tipos de nihilismo:
- El nihilismo pasivo, que reduce la voluntad de poder del hombre y le provoca angustia y desorientación.
- El nihilismo activo, que consiste en asumir la muerte de Dios y los viejos valores, contribuyendo a su destrucción y creando nuevos valores para dar sentido a la vida.
El Superhombre
Frente al «último hombre», aquel incapaz de crear nuevos valores que cae en el nihilismo pasivo, surge el superhombre, un nuevo modelo humano, más elevado espiritualmente. El superhombre llevará a cabo la transvaloración de los valores, deshaciéndose de los valores que niegan la vida y situándose más allá del bien y del mal (de la moral). El espíritu debe pasar por 3 transformaciones para llegar al superhombre:
- En primer lugar es el camello, que acepta la carga del deber y de la moral.
- Después se transforma en el león, que se niega a aceptar dicha carga, buscando lo que quiere, aunque todavía no es capaz de crear sus propios valores.
- Finalmente el león se transforma en el niño, símbolo del «sí» a la vida y de la inocencia, que ve la vida como creación y juego (desarrolla su voluntad de poder).
El Eterno Retorno
El concepto de eterno retorno puede entenderse de dos maneras:
- Como una concepción cíclica del tiempo: en un tiempo infinito se dan combinaciones de fuerzas finitas, por lo que los sucesos de la realidad se repiten eternamente.
- Entendido no como realidad objetiva, sino como el modo en que el superhombre interpreta el devenir. Se trata entonces de la máxima afirmación de la vida, de la que se desprende la necesidad del amor fati (amor al destino): vivir cada momento deseando que se repita eternamente y no querer que nada sea distinto, ni en el pasado ni en el futuro.