Relativismo y Racionalismo
En El tema de nuestro tiempo (1923), Ortega y Gasset afirma que cada época tiene dos actitudes filosóficas: una conservadora (que mantiene lo viejo) y otra innovadora (que propone ideas nuevas). Él se considera parte de esta última. Rechaza tanto el realismo antiguo como el idealismo moderno y propone el raciovitalismo, una filosofía que une razón y vida.
Para Ortega, la verdad no está solo en el pensamiento, sino en la relación entre el individuo y su entorno. También defiende el perspectivismo: no hay una verdad absoluta, sino muchas verdades desde distintos puntos de vista. La realidad se forma con la suma de todas esas perspectivas.
Ortega reflexiona sobre la relación entre la verdad, la ciencia y la historia. Señala que tanto la filosofía como la ciencia son propias de una época, por lo que sus verdades son transitorias. Advierte sobre el riesgo del relativismo, que al considerar todas las verdades como fruto de su tiempo, acaba negando la posibilidad de una verdad universal. Lo llama una teoría “suicida” porque necesita la idea de verdad para sostenerse, pero al mismo tiempo la niega.
Frente al relativismo, Ortega también critica el racionalismo, que defiende una verdad única y fija, pero ignora la vida concreta y cambiante del ser humano. Para Ortega, ese racionalismo, desde Descartes, comete el error de separar la verdad de la vida. Su propuesta es unir razón y vida, situando la vida como realidad radical, es decir, el punto de partida de toda verdad. Así, supera tanto el relativismo como el racionalismo.
Doctrina del Punto de Vista
En El tema de nuestro tiempo (1923), Ortega y Gasset afirma que cada época tiene dos actitudes filosóficas: una conservadora (que mantiene lo viejo) y otra innovadora (que propone ideas nuevas). Él se considera parte de esta última. Rechaza tanto el realismo antiguo como el idealismo moderno y propone el raciovitalismo, una filosofía que une razón y vida. Para Ortega, la verdad no está solo en el pensamiento, sino en la relación entre el individuo y su entorno. También defiende el perspectivismo: no hay una verdad absoluta, sino muchas verdades desde distintos puntos de vista. La realidad se forma con la suma de todas esas perspectivas.
En Doctrina del punto de vista, Ortega plantea su teoría del perspectivismo, como alternativa al racionalismo y al relativismo. Critica al racionalismo por separar el conocimiento de la vida, buscando una verdad absoluta desde un “yo puro” y sin historia. También rechaza el relativismo, que niega la posibilidad de conocer la verdad, al considerar que todo depende del punto de vista.
Frente a estas posturas, Ortega propone que la realidad solo puede entenderse desde múltiples perspectivas individuales. Cada persona, época o cultura tiene su punto de vista, y ninguna visión agota la realidad. La verdad no es única ni relativa, sino complementaria: se construye sumando distintas visiones.
La vida es la realidad radical desde la que se parte, y cada vida es una forma única de ver el mundo.
La verdad, para Ortega, no está en un punto de vista absoluto, como pretendía el racionalismo (ej. Malebranche), sino en la integración de todas las perspectivas posibles, como si viéramos el mundo desde el punto de vista de Dios.
«Sobre la Historia del Ser»
En este texto de 1946, Ortega parte del Banquete de Platón, pero desarrolla ideas clave de su propia filosofía: existencia, mundo, circunstancia y lenguaje.
Define la existencia como estar “aquí y ahora”, en un tiempo y lugar concretos. Las circunstancias no se eligen, pero forman parte de nuestra realidad y nos afectan directamente. Ortega llama al ser humano un “ser-nos”, para destacar que el mundo influye en nosotros y nosotros también influimos en él.
Frente al idealismo, afirma que la relación entre el yo y el mundo es doble: no solo el mundo está para mí, yo también estoy para el mundo. La realidad está formada por nuestras circunstancias y por cómo actuamos frente a ellas.
Ortega define al ser humano desde su posición existencial: existimos “aquí y ahora”, en un mundo que no elegimos y que nos afecta. Ese mundo no es solo físico, sino todo lo que nos rodea y nos condiciona: lo que él llama circunstancia.
El ser humano, según Ortega, es un ser raciovital, es decir, una unión de razón y vida. No solo vive en el mundo, sino que es en el mundo: no puede existir fuera de él. La circunstancia es clave porque muestra la vida concreta de cada persona, con sus problemas y decisiones. No la elegimos, pero debemos actuar en ella.
Con esta idea, Ortega supera la metafísica clásica y redefine la realidad desde la vida vivida y la acción concreta en el mundo que nos toca vivir.
Filosofía de Ortega
Para Ortega, la filosofía no es algo secundario, sino una actividad esencial. Él la define como el estudio profundo (radical) del universo entero, no solo de partes como hacen las ciencias. La filosofía busca entender todo lo que existe desde la razón, usando conceptos claros y bien pensados.
Dos ideas clave que menciona:
- Autonomía: El filósofo debe pensar por sí mismo, aceptar solo lo que le parece evidente, no repetir lo que otros dicen sin cuestionarlo.
- Pantonomía: La filosofía debe tratar de entender la realidad completa, no solo fragmentos.
Su pensamiento está influido por corrientes como el existencialismo, el vitalismo irracionalista y el historicismo. Ortega quiere renovar la filosofía tomando lo mejor del pasado sin quedarse estancado en él.
Etapa del Objetivismo (1902-1914)
Durante esta etapa, Ortega se preocupa por el atraso de España frente a Europa. Habla del “problema de España” junto con otros intelectuales.
Se plantean dos soluciones:
- Adoptar la técnica y el progreso europeo.
- O bien, como proponía Unamuno, “hispanizar Europa” para mantener la identidad española.
Ortega apoya una apertura hacia Europa, impulsando el pensamiento racional y el desarrollo científico.
En esta etapa defiende tres principios:
- Precisión y método
- Hábito crítico
- Racionalidad
Quiere que los españoles conecten con el mundo real a través del pensamiento crítico.
Circunstancia y Perspectiva (desde 1914)
Con la publicación de Meditaciones del Quijote, inicia su segunda etapa: el perspectivismo.
Aquí aparece su frase más famosa: “yo soy yo y mi circunstancia”.
Esto significa que el ser humano no puede entenderse sin su entorno. Las personas no son solo individuos aislados, sino que están marcadas por lo que las rodea: su cultura, su época, su sociedad.
Distingue dos tipos de circunstancias:
- Mayúsculas: lo que compartimos (como ser occidental, vivir en cierta época).
- Minúsculas: lo que nos hace únicos (nuestra historia personal).
Para Ortega, la vida no es algo estático, sino una combinación de:
- El yo consciente (nuestra parte pensante)
- La circunstancia (el mundo en que vivimos)
Rechaza tanto el idealismo puro (todo es mente) como el realismo absoluto (todo es materia), y propone el perspectivismo:
Cada uno ve la realidad desde su punto de vista. No existe una verdad única, pero distintas perspectivas pueden complementarse para acercarnos a una verdad más rica.
Además, habla de:
- Razón vital: una forma de pensar que parte de la vida misma, no de ideas abstractas.
- Vida como realidad radical: la vida es lo más básico y real que tenemos; es el punto de partida.
Raciovitalismo (tercera etapa)
En esta fase, Ortega quiere unir razón y vida.
Critica:
- Al racionalismo idealista, que valora la razón y olvida la vida.
- Al vitalismo irracionalista, que exalta la vida pero desprecia la razón.
Su propuesta es el raciovitalismo: La razón debe estar al servicio de la vida, debe ayudarnos a entender y orientar nuestro proyecto vital.
Para Ortega, vivir significa:
- Ser consciente de uno mismo
- Estar en el mundo (con circunstancias concretas)
- Tener libertad para decidir
- Aceptar ciertos límites (fatalidad)
- Proyectarse hacia el futuro (futurición)
Habla de vida como proyecto: no somos solo lo que somos ahora, sino lo que decidimos ser.
El ser humano es historia viva, no una cosa fija. No tenemos naturaleza, tenemos historia.
Razón Histórica y Narrativa
Aquí Ortega introduce la idea de razón histórica, inspirada en el filósofo Dilthey.
La razón ya no es algo abstracto y eterno, sino concreta, personal y cambiante, como la historia de cada uno.
También habla de razón narrativa: la forma más humana de entendernos es contar nuestra propia historia.
No somos solo seres que razonan, sino que vivimos una historia que se va construyendo.
Distingue entre:
- Ideas: pensamientos que podemos cambiar y cuestionar.
- Creencias: cosas que damos por hechas, que asumimos sin pensar.
Para avanzar en el conocimiento, debemos dudar de nuestras creencias y convertirlas en ideas conscientes.