Filosofía de Platón: Estado Ideal, Teoría de las Ideas y Educación

Platón: Estado Ideal, Teoría de las Ideas y Educación

El Proyecto Político de Platón

El tema central de la obra de Platón es un proyecto político: construir un Estado ideal basado en la justicia y gobernado por hombres sabios. Platón buscará un fundamento para su proyecto y lo encontrará en la teoría de las ideas. El medio para lograrlo será la educación. El Estado justo se caracterizará por el equilibrio de sus clases sociales y por la armonía entre las partes del alma y sus ciudadanos. Esta armonía se conseguirá cuando cada parte cumpla con su función, siendo esta la definición de justicia para el autor.

Los Sofistas y Sócrates

La teoría platónica de las ideas tiene una intención práctica, moral y política: poder definir conceptos generales como la justicia, bondad, virtud o belleza para poder construir una sociedad que las haga posibles. Los sofistas se presentarán como maestros capaces de enseñar a quien pueda pagarles una amplia cultura general y un conjunto de técnicas y recursos para poder hablar bien, persuadir y convencer, asegurándose así el éxito en las asambleas. A diferencia de los sofistas, Sócrates no cobra a sus discípulos y afirma la ignorancia. Rechazará la idea de que todas las opiniones son igualmente verdaderas. Según Sócrates, debes buscar definiciones de las cosas más allá de nuestras opiniones sobre ellas. Para ello utilizará un método: el diálogo. El diálogo socrático tendrá dos partes:

  1. La ironía o el arte de hacer preguntas que obliguen al interlocutor a descubrir su ignorancia.
  2. La mayéutica o el arte de hacer preguntas que permitan al interlocutor alcanzar la verdad.

La búsqueda de definiciones no tiene un sentido solo teórico sino práctico porque solo puede actuar bien aquel que conoce en qué consiste el bien. De esto se sigue que solo por ignorancia se obra mal. Platón, discípulo de Sócrates, escribirá su obra en forma de diálogos en los que Sócrates es el protagonista.

La Teoría de las Ideas

La teoría de las ideas de Platón sigue el objetivo socrático de alcanzar definiciones generales y tomará como modelo las matemáticas. Así como las figuras matemáticas son realidades con propiedades universales, lo mismo ha de suceder con conceptos como la virtud. Las definiciones generales tienen como referente realidades objetivas a la que denomina «eidos» (algo que se ve), esto son ideas. Las ideas tienen las siguientes características:

  1. No se conocen a simple vista, sino gracias a nuestra capacidad de argumentar y razonar.
  2. Las ideas están presentes en las cosas, pero no coinciden con ellas.
  3. Las cosas se relacionan con las ideas mediante la participación, imitación o copia.
  4. Las ideas son paradigma o modelo normativo de las cosas, no se describen como son, sino como deben ser.
  5. Las ideas están jerarquizadas y ordenadas. La idea suprema es aquella que define lo común a toda idea.

La Educación y el Conocimiento

Según Platón, el medio para crear un Estado basado en la justicia es la educación de los ciudadanos. La respuesta de Platón al problema ¿es posible aprender y conocer? se resume en tres puntos:

  • Conocer es recordar. En el diálogo «Menón», un esclavo sin formación es capaz, mediante preguntas de Sócrates, de realizar una demostración matemática. ¿Cómo es posible si jamás recibió educación? Es posible porque el alma del hombre ha habitado entre las ideas y las ha conocido antes de nacer. Al nacer las olvida. El conocimiento sensible es ocasión para el recuerdo (anamnesis). La teoría según la cual conocer es recordar recibe el nombre de teoría de la reminiscencia.
  • El cuerpo es cárcel del alma (dualismo antropológico). El hombre es, para Platón, resultado de la unión de cuerpo y alma. Pero mientras el alma eterna nos permite conocer las ideas y participar de su mundo, el cuerpo, que nace y perece, es un estorbo al apartarnos de ellas con sus continuas exigencias, deseos y pasiones. Platón afirma también la doctrina pitagórica de la reencarnación según la cual nuestra alma inmortal vive sucesivas vidas para perfeccionarse.
  • El diálogo como dialéctica. El conocimiento de las ideas no se logra por uno mismo sino por mediación del otro en el seno del diálogo. Este diálogo es una práctica rigurosa y recibe el nombre de dialéctica. El camino dialéctico del alma hacia la verdad es semejante a una línea dividida en cuatro partes. En la primera, el alma sólo conoce imágenes y reflejos de las cosas. Su conocimiento recibe el nombre de imaginación. En la segunda, se ocupa de las cosas sensibles. Su conocimiento es opinión o creencia. En la tercera, el alma se ocupa de las formas matemáticas y podemos hablar de pensamiento. Pero las matemáticas usan conceptos cuyas definiciones no cuestiona (hipótesis) y por ello no es el conocimiento último. En la cuarta parte, el alma asciende al conocimiento de las ideas y de la idea suprema (el Bien). El nivel de conocimiento alcanzado es la inteligencia o sabiduría. Pero el camino dialéctico no se detiene con el ascenso. El alma ha de descender desde el mundo inteligible (parte 3 y 4) al sensible (parte 1 y 2) para actuar en él desde el conocimiento pleno de las ideas. El alma debe descender porque el conocimiento del Bien es un saber no sólo teórico sino también práctico; al conocer el orden de las Ideas, el hombre sabio es el verdaderamente capacitado para plasmar ese orden en la sociedad, para ordenar la ciudad y el alma humana.

El Estado Justo y la Estructura del Alma

El proyecto político de Platón, que busca diseñar un Estado ideal basado en la justicia, tiene como fundamento la teoría de las Ideas y como medio principal la educación. Ahora bien, ¿en qué consiste el Estado justo? Para responder a esta pregunta es necesario, según Platón, conocer la estructura tanto de los Estados como de sus ciudadanos (temas planteados en el diálogo “La República”). La razón de ello se encuentra en que en la cultura griega el ser humano no es pensado de forma aislada, sino como animal comunitario.

Para analizar la estructura del Estado, Sócrates propone en el diálogo citado construir idealmente una polis para encontrar los elementos que han de integrarla. No se trata de describir cómo es una ciudad, sino cómo debe ser.

La ciudad surge de la incapacidad de cada individuo para satisfacer por sí mismo sus necesidades. Por tanto, son necesarias personas que atiendan a las necesidades elementales de la vida humana, como el alimento, la vivienda, el vestido. Esto da lugar a ciertos oficios y ocupaciones. El conjunto de personas que ejercen estos oficios forman la clase de los productores.

El desarrollo de la ciudad hace necesario el surgimiento de una nueva clase social dedicada a mantener la convivencia, la ampliación del territorio y la defensa de la ciudad frente a agresiones externas. Se necesita un ejército. Los miembros de este ejército, los guardianes, serán escogidos entre aquellos que posean fuerza, rapidez, valentía y habrán de ser entrenados cuidadosamente.

Las tareas de gobierno han de asignarse a un grupo específico de ciudadanos que serán los mejores de los guardianes, aquellos que destaquen por sus aptitudes dialécticas y el amor a su ciudad. Será la clase de los gobernantes.

De este modo, queda configurada la ciudad en tres clases, según las funciones necesarias para su existencia. Los productores se ocupan de la economía, los guardianes de la defensa y los gobernantes del gobierno de la ciudad.

Para analizar la estructura del alma, Platón parte de un dualismo radical que contrapone el alma al cuerpo. Pero en el diálogo “La República”, ese conflicto aparece trasladado al alma misma: es una parte del alma, la razón, la que se enfrenta a otra parte de ella, el apetito. Esta concepción plural del alma se justifica por la experiencia de los conflictos internos. Por ejemplo, la misma persona durante una enfermedad quiere beber agua y no quiere beberla porque sabe que le perjudica. De esto se concluye provisionalmente que son dos partes del alma las que están en conflicto.

Pero Platón añade una tercera parte: el ánimo, que representa la decisión y el coraje. El motivo es también la experiencia interna: cuando hay conflicto entre el apetito y la razón, hay algo así como una fuerza interior que a veces decide a favor de la razón o se encoleriza cuando la razón cede al apetito. Por tanto, tres son las partes del alma: razón, ánimo y apetito.

La Justicia en el Estado y en el Individuo

Una vez definidas las tres clases sociales, sus funciones y las tres partes del alma, hay que aclarar en qué consiste la justicia. Para ello, Platón parte de las 4 virtudes tradicionales que, para la cultura griega, hacen buena a una ciudad: la prudencia, la valentía, la moderación y la justicia misma. Definiendo las tres primeras quedará aclarada la naturaleza de la última (la cultura griega entendía por virtud el desarrollo pleno de una capacidad del individuo).

Pues bien, la prudencia es un saber cuyo objeto es el bien general de la ciudad y su cuidado. Es el saber político. La prudencia, como saber general por tanto, corresponderá a la clase de los gobernantes. Cuando éstos sean prudentes, la ciudad lo será.

La valentía es el conocimiento de lo que debe ser o no temido. Este conocimiento no ha de ser saber, sino que basta con que sea opinión correcta. Será la virtud específica de los guardianes.

La moderación es una forma de autocontrol y armonía. Implica una diversidad de elementos que han de concordar entre sí. Al contrario que las anteriores, no es una virtud propia de una clase social, sino que se extiende a todas ellas.

¿Dónde reside entonces la justicia y cuál es su naturaleza? La justicia tiene lugar con el cumplimiento por cada clase social de la función que le corresponde: que el gobernante gobierne con prudencia, el guardián defienda con valentía y los productores desarrollen ordenadamente la actividad económica.

En virtud de la relación entre el alma y el Estado, esta concepción de la justicia es también aplicable al individuo. A la razón le corresponde el gobierno prudente del alma. Al ánimo, la valentía puesta al servicio de la razón. Al alma en su conjunto, la moderación. La justicia consiste en que cada elemento del alma realice su función.

En resumen, el Estado justo será aquel en el que cada clase social y cada parte del alma cumplan su función correspondiente (principio de especialización funcional). Esto supone que para Platón la Justicia es una cualidad no sólo de los Estados sino también de los individuos y la razón de ello se encuentra en que el ser humano no es pensado como individuo aislado, sino como un ser comunitario.

Para Platón, este modelo de sociedad propuesto ¿era o no realizable? Esta cuestión no tiene una única respuesta para los comentaristas. Algunos textos de Platón indican que se trata de un mero ideal cuya finalidad es servir de orientación para aquellos que quieren gobernarse a sí mismos. Atendiendo a su biografía, cabe responder que lo consideraba realizable cuando escribió la República, pero no más tarde.

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