VII. La Filosofía Política de Aristóteles
El Origen de la Sociedad Política: El Naturalismo Político
La tesis fundamental de Aristóteles es que el hombre es, por naturaleza, un animal político y que, por tanto, la polis o el Estado no son productos artificiales, sino un producto de la propia naturaleza humana. Fundamenta la inclinación humana a vivir en una sociedad política o polis en la precariedad humana. Además, hay un rasgo del hombre que revela de forma especial su capacitación natural para vivir en sociedad: la posesión del lenguaje, que impulsa al hombre espontáneamente a vivir en una polis. Existen otros animales sociales, como las abejas. El hombre posee una capacidad lingüística innata, que le posibilita comunicarse con los demás acerca de lo bueno y lo malo.
La Naturaleza de la Sociedad Política: Una Totalidad Orgánica y Funcional
Aristóteles mantiene la convicción de que la forma más adecuada o natural de sociedad política es la polis, y la define como una comunidad autosuficiente de ciudadanos y dotada de una constitución, la cual define quiénes son ciudadanos. De forma que quiénes sean ciudadanos depende de la constitución de cada polis, pero todas ellas concuerdan en excluir del derecho de ciudadanía a las mujeres y a los esclavos. La constitución es la clave de la unidad de la polis, por ello tienen un todo orgánico y funcional dotado de una unidad interna, en cuyo seno las funciones de todos sus miembros están integradas al servicio del todo.
La Clasificación de las Sociedades y Regímenes Políticos
Aristóteles trata de establecer cuál es la forma más adecuada de organizar la convivencia social y política de la polis. El enfoque aristotélico no adoptó un enfoque utopista y apriorista, cuyo objetivo máximo era determinar el mejor régimen político. Su enfoque es realista y empírico y, por ello, su objetivo primordial no es diseñar un modelo ideal de sociedad política, sino establecer el régimen político posible, el que es relativamente fácil de alcanzar.
Las Constituciones se Dividen en Seis Tipos de Regímenes Políticos
Se divide en tres regímenes rectos, según que uno, la minoría o la mayoría gobiernen mirando al bien común, y en los correspondientes regímenes desviados, según que se atienda al bien particular de uno solo:
- Monarquía: El gobierno de uno solo con el consentimiento del pueblo, el respeto a las leyes y en vistas del bien común.
- Tiranía: La forma desviada de la monarquía, que normalmente se ha hecho con el poder por la violencia y gobierna sin el consentimiento del pueblo y sin respetar las leyes.
- Aristocracia: El gobierno de los ciudadanos mejores o más virtuosos en vista del interés común, elegidos por el mejor linaje.
- Oligarquía: El gobierno de los ciudadanos ricos en vista del interés particular, elegido por los ciudadanos más ricos.
- Democracia: El gobierno de la mayoría mirando al bien común, sometidos a las leyes de la polis.
- Demagogia: El gobierno de la mayoría de los ciudadanos más pobres sin respeto de las leyes.
La Doctrina del Régimen Mixto como el Régimen Político Mejor
Aristóteles propone como modelo más factible una mezcla de oligarquía y democracia donde la mayoría de los ciudadanos gobiernen en vista del bien común, pero para participar en el gobierno se exigiría solo una riqueza moderada, la suficiente para poder disponer del tiempo necesario para atender a las tareas de gobierno y que será poseída por la gran mayoría de los ciudadanos pertenecientes a la clase media. Un régimen político asentado en una base social de clase media será estable, pues la clase media, al ser numéricamente superior al conjunto de los ricos y los pobres, sirve de equilibrio entre los dos extremos de los ciudadanos más ricos y los más pobres, y es, por tanto, la mejor garantía de la estabilidad y permanencia de un régimen político.