PRESOCRÁTICOS:
Pitágoras, fue el primero en afirmar que era filósofo, nació en la isla de Samos y por razones políticas emigró al sur de Italia, donde fundó un movimiento intelectual, religioso, moral y político: una secta con el objetivo de la purificación del alma. La secta hizo una reflexión religiosa sobre el alma, y defendió su inmortalidad y la doctrina ótica de su transmigración.
Heráclito
propuso una visión del mundo basada en el constante cambio. Utilizó el fuego como símbolo de la transformación universal. Sostuvo que la realidad está en continua mutación, y que nada permanece excepto el cambio mismo. Este cambio sigue una ley, el Logos universal. Heráclito afirmaba que la lucha de opuestos era necesaria para mantener el equilibrio y la justicia. Sus aforismos, como «Los que entran en los mismos ríos, cada vez se bañan en aguas diferentes», destacan la idea de la constante variabilidad de la realidad.
Parménides
en contraposición a Heráclito, desarrolló su filosofía en torno al ser, y es considerado uno de los precursores de la Metafísica y la Ontología. Su obra poética «Sobre la naturaleza» proclama la radical inmutabilidad de la realidad, refutando los cambios propuestos por Heráclito como meras apariencias sensoriales. Parménides niega la existencia del movimiento, argumentando que la percepción engañosa de los sentidos contrasta con la verdad accesible a través de la razón. Da prioridad a la lógica sobre la experiencia sensorial, creyendo que el razonamiento lógico revela la verdadera realidad.
Empédocles
recoge la consideración del agua como principio que formuló Tales, la del aire de Anaxímenes y la del fuego unificador de Heráclito, y establece la famosa teoría de los cuatro principios no reducibles unos a otros; está sería la realidad que nunca cambia. Las cosas naturales son combinaciones en proporción matemática de estos elementos. Y estas, están regidas por dos fuerzas: el amor y el odio. El ser no es Uno, sino una pluralidad.
Demócrito
junto con Leucipo, propuso la teoría de los átomos. Estos átomos, según ellos, son partículas eternas e indivisibles que componen la realidad básica. Creían que los átomos se mueven aleatoriamente en el vacío, negando la idea eleática de que el vacío no puede existir. Sostenían que todo en nuestro mundo es un conjunto de átomos, y los cambios observados son reconfiguraciones de este conjunto, posibles gracias al vacío entre átomos.
Anaxágoras
sostuvo que los átomos se distinguen por su forma, orden o lugar, y posición. A diferencia de los atomistas, él atribuyó la causa de todo a la necesidad en lugar del azar. Mientras que el azar explicaría lo que está fuera de los átomos y permite el movimiento (el vacío), la necesidad afirma que los átomos son absolutos, no remitibles a ningún principio anterior, siendo el principio o arché de todas las cosas según su perspectiva.
SOFISTAS:
Protágoras
fue un filósofo griego. Se destacó en Atenas, pero tras ser acusado de impiedad y blasfemia, huyó a Sicilia. Se le atribuye la frase «Hacer más fuerte el argumento más débil», resaltando el poder persuasivo de la oratoria. Su doctrina sostiene que el ser humano es la medida de todas las cosas, definiendo la realidad según la percepción humana. Destaca la importancia del nomos, el conocimiento político, la justicia y la moral, como elementos que frenan las actitudes naturales y contribuyen a la convivencia. Este enfoque implica relativismo, ya que la ley se basa en convenciones humanas y es modificable, aunque aboga por mantener la estabilidad legal.
Gorgias de Leontinos
en Sicilia opina que entre opiniones diferentes sólo una podría ser verdadera; por tanto, al afirmar que todas son verdaderas, afirmamos que todas las opiniones son falsas. Son conocidas sus tres tesis: 1. Que nada es. 2. Que si algo es, no es cognoscible. 3. Que sí es cognoscible, no es comunicable. De este modo rompe la identidad de la filosofía arcaica entre el ser, el conocimiento y el lenguaje. Esto lo lleva a la oratoria.
Trasímaco
afirma que el nomos es el interés del más fuerte. Justo es lo que interesa a los poderosos y justicia es plegarse a los intereses de los gobernantes. En una situación en la que no existe control, las desventajas serían aún mayores si no existiese la ley, por eso la gente acepta la ley, no por amor a la justicia sino por miedo a ser perjudicado en mayor medida.
Calicles
la dicotomía entre nomos (ley) y physis (naturaleza) es irreconciliable. Argumenta que la naturaleza crea desigualdades entre los humanos, favoreciendo el derecho del más fuerte como lo justo. En contraste, la ley busca igualar a los ciudadanos, beneficiando a los más débiles, lo cual va en contra de la naturaleza. Calicles aboga por la supremacía de los fuertes en la vida de la polis, donde el discurso y la oratoria juegan un papel crucial al presentar como bueno lo que satisface a cada individuo.
EL MÉTODO SOCRÁTICO: LA IRONÍA Y LA MAYEÚTICA
Sócrates
a diferencia de los sofistas, no cobraba por sus enseñanzas y prefería el diálogo al discurso, oponiéndose al relativismo y escepticismo sofístico. En su búsqueda por el cuidado del alma y la vida en la pólis, reconocía la propia ignorancia como el primer paso para el conocimiento. Utilizando la ironía socrática, interrogaba a los sabios para demostrar su ignorancia, buscando que descubrieran su falta de conocimiento.
La mayéutica socrática
o arte de dar a luz la verdad, consistía en hacer preguntas para que otros descubrieran la verdad por sí mismos. Esta fase incluía la definición, el desvelamiento de la verdad, y el «conócete a ti mismo», ya que la verdad reside en el interior de cada individuo. Para combatir el relativismo sofístico, Sócrates empleaba razonamientos inductivos y definiciones universales, buscando construir la esencia de las cosas.
Un discípulo consultó al Oráculo de Delfos sobre si existía alguien más sabio que Sócrates, y la respuesta fue negativa. Sócrates, al investigar, descubrió que la verdadera sabiduría es reconocer la propia ignorancia, demostrando que aquellos considerados sabios eran ignorantes de su propia ignorancia.
EL INTELECTUALISMO ÉTICO-MORAL DE SÓCRATES
Sócrates se preocupaba por las costumbres y la vida social, cuestionando sobre las virtudes cívicas. Inspirado por el lema «conócete a ti mismo», creía que los seres humanos, guiados por la razón, podían alcanzar la verdad, y el bien de la ciudad dependía del buen carácter y virtud de sus ciudadanos. La voz interior a la que apelaba, un «demonio» desde niño, servía como base para su intelectualismo ético-moral.
Según la doctrina socrática, saber y virtud coinciden; conocer el bien implica actuar en consecuencia. La virtud es conocimiento, y nadie actúa mal a sabiendas, ya que el mal siempre resulta de la ignorancia. Sócrates abogaba por definiciones universales de conceptos morales para restablecer la comunicación y permitir el diálogo sobre temas éticos y políticos. Creía que el conocimiento, como búsqueda individual, era común a todos, y por ende, la virtud podía ser enseñada y aprendida. Esto resuena en planteamientos actuales sobre la importancia de determinar criterios éticos y normas para guiar nuestras acciones.
PLATÓN
El contexto cultural destaca el clasicismo griego con tres elementos cruciales: el auge de la literatura dramática ateniense con Sófocles y Eurípides, expresando inquietudes personales y políticas; el florecimiento impresionante de la plástica y arquitectura griegas como manifestación del sentido de pertenencia colectiva; y la culminación de géneros literarios, incluyendo la retórica de Lisias, la comedia ática de Aristófanes que cuestiona instituciones con humor sofisticado, y el género histórico de Heródoto y Tucídides, estableciendo el saber histórico como identidad colectiva.
El contexto filosófico de la obra de Platón
se caracteriza por tres aspectos fundamentales. En primer lugar, critica el pensamiento de Heráclito y los filósofos naturalistas, optando por la vía de la identidad del pensar y ser, influenciado por Parménides. Aunque comparte la concepción del mundo sensible como un fluir perpetuo con Heráclito, Platón lo ve como irreal. Parménides ejerce una fuerte influencia, reflejándose en las Ideas platónicas con rasgos como la eternidad e inmovilidad. La epistemología de Platón se basa en Parménides, con la Vía de la Verdad y la Vía de la Opinión.
LA REALIDAD SEGÚN PLATÓN
En el Mito de la Caverna, expuesto por Platón en el libro VII de la «República», se refleja su concepción dual de la realidad. Identifica dos mundos: el sensible, que es aparente y compuesto por sombras, y el inteligible, el mundo de las ideas que constituye la verdadera realidad. Influenciado inicialmente por Heráclito, quien destacaba la variación y cambio constantes en todo, Platón equilibra esta filosofía con las ideas de Parménides sobre la inmutabilidad y perfección del ser.
LA TEORÍA DE LAS IDEAS
La teoría de las ideas de Platón, central en su filosofía, sustenta aspectos como la Ontología, Epistemología, Psicología, Ética y Política. Aunque se originó en diálogos de transición como el Menón, evolucionó a lo largo de su obra, destacando en diálogos clave como el Banquete, Fedón, República y Fedro. No obstante, nunca alcanzó una elaboración definitiva según el propio Platón, desarrollándose con añadidos y correcciones continuas, siendo revisada incluso en sus últimos diálogos.
CARACTERÍSTICAS DE LAS IDEAS
Según Platón, las ideas representan la verdadera realidad, superando cualquier otra forma de existencia. Son inengendradas, imperecederas, e inmutables, trascendiendo el tiempo y el espacio en el mundo inteligible más allá del cielo. Estas entidades objetivas son fundamentales para el conocimiento científico, siendo realidades ideales auténticas, universales y jerarquizadas, destacando la Idea de Bien que abarca todas las demás. En contraste, las cosas sensibles son consideradas materiales, mutables y divisibles.
RELACIÓN DE LAS IDEAS ENTRE SÍ
En síntesis, el mundo de las ideas sigue una estructura piramidal donde diferentes niveles de ser están interconectados. Algunas ideas son inferiores y dependen de otras superiores, creando una comunidad de ideas. La cúspide de esta pirámide es la Idea de Bien, la realidad suprema de la cual depende en última instancia toda otra realidad.
CLASES DE CONOCIMIENTOS
Platón clasifica el conocimiento en cuatro partes: ciencia, pensamiento discursivo, creencia y conjetura. La ciencia y el pensamiento discursivo se agrupan como inteligencia, mientras que la creencia y la conjetura se consideran opinión. La calidad del conocimiento depende de la naturaleza de los objetos conocidos: la ciencia se relaciona con el mundo inteligible y la creencia con el mundo sensible. Platón destaca la importancia de trascender las realidades sensibles para alcanzar el verdadero conocimiento (epistéme), que se refiere a los seres inmutables del mundo inteligible.
En el “simil de la línea” Platón lo representa de la siguiente manera: A———–D———-C————E————–B. En la clasificación de Platón, el segmento A D representa la imaginación (Eikasía), que incluye opiniones, prejuicios y errores. Es un conocimiento sensible lleno de imprecisiones y confusiones, comparado con las sombras en la «alegoría de la caverna». El segmento D C corresponde a la creencia (pistis), basada en los sentidos y en constante cambio, generando enunciados que carecen de estabilidad y verdad. El segmento C B representa el conocimiento intelectual de las ideas, dividido en pensamiento discursivo (dianoia) y conocimiento supremo (nóesis). Este último se refiere a la comprensión pura de las Ideas, como la idea de Bien, y se compara con la visión directa de los objetos liberados de la caverna a la luz del día.