Agustín de Hipona (Problema de Dios, Realidad y Conocimiento)
San Agustín defiende el Creacionismo: el mundo y el tiempo han sido creados por Dios desde la nada. Esta creación se explica a partir de la teoría del Ejemplarismo: Dios ha realizado en la materia los seres concretos a partir de las ideas eternas, los arquetipos, que están en su mente divina. Además, Dios depositó en la materia los gérmenes, las razones seminales, de todos los seres futuros para que fueran apareciendo progresivamente en el tiempo. Todo ser creado se constituye de materia, que puede ser corpórea o espiritual, y forma, la esencia que hace ser a un ser lo que es.
Esta creación es cuidada y gobernada por Dios una vez creada, y para ello ha concebido un plan para el mundo que se expresa en la ley eterna. San Agustín considerara que todo lo creado por Dios es bueno, siendo el mal la carencia de ser. Además, el mal sólo lo es desde un punto de vista individual y concreto, pero no lo es para la totalidad de la creación en donde siempre resulta de él un bien mayor. Explicará así igualmente el mal moral humano que se afirma como fruto de un bien mayor: la libertad.
Ofrecerá varios argumentos para demostrar desde la razón que la existencia de Dios está asegurada por la fe. Uno se basa en la perfección, orden y grandeza de la creación que exige el haber sido creada por un ser con esas cualidades. Otro es el del consenso, pues la mayoría de los hombres creen en Dios. Pero el argumento preferido por San Agustín es el derivado del carácter eterno e inmutable de ciertas ideas que tenemos en nuestra alma. Estas ideas tienen que tener como causa un ser eterno e inmutable: Dios. A éste, se le conoce imperfectamente a través de las huellas que ha dejado en las criaturas.
S. Agustín dirá que la afirmación escéptica de que no existe la verdad se contradice al afirmar la verdad de dicho juicio. Distinguirá varios tipos de conocimiento: sensible, de los sentidos, que genera doxa u opinión y es conocimiento cambiante; el racional inferior, la ciencia, donde con el razonamiento se conoce lo universal y necesario relativo a las cosas temporales; y racional superior, la filosofía o sabiduría, que posibilita el conocimiento de verdades eternas, inmutables, universales y necesarias que fundamentan nuestros juicios. Según la teoría de la Iluminación estas verdades eternas no pueden ser descubiertas a través de los sentidos, solo se puede descubrir la verdad que está en su interior gracias a la iluminación divina.
Tratará el problema, fundamental en la Patrística, de la relación e importancia en el conocimiento de la razón (filosofía) y la fe (revelación y teología). Según San Agustín en el conocimiento no hay rivalidad entre razón y fe, sino que ambas se complementan. Por ello, su lema es: “comprende para creer y cree para comprender”.
Descartes (Problema del Conocimiento)
Descartes es el responsable del giro epistemológico de la filosofía moderna, donde se busca el origen y fundamento del conocimiento. Básicamente se hará una búsqueda de condiciones que permita saber algo con certeza.
Se inspira en la deducción de las matemáticas, utilizando la metáfora del árbol para ejemplificar la unidad de los conocimientos. Las raíces (metafísica), contiene los principios del conocimiento. El tronco (física), examina de qué está compuesto el universo entero. Y las ramas que brotan del tronco son las demás ciencias (medicina, mecánica y moral). La unidad de la razón inspira el proyecto cartesiano de unificación de las ciencias, que se alcanza siguiendo un único método.
El método cartesiano cuenta con dos operaciones del entendimiento capaces de generar certeza: la intuición para captar las verdades como evidentes, y la deducción, razonar a base de lo proporcionado por la intuición.
El método está compuesto de cuatro reglas: evidencia, consiste en considerar verdadero aquello que es claro y distinto; análisis, donde hay que dividir el problema en partes más simples; síntesis, reconstruir lo complejo a partir de lo simple; y enumeración, es un repaso de los pasos anteriores en busca de una conclusión.
Este método, llamado duda metódica, cuestiona los sentidos al ser engañosos, la realidad porque podríamos estar en un sueño, las matemáticas debido a la idea de un genio maligno existente que interfiera en el entendimiento cuando creemos conocer… En definitiva, se apoya en el supuesto más exagerado.
Sin embargo, el proceso no concluye aquí, piense correctamente o incorrectamente, si pienso es que existo. Cogito, ergo sum (pienso, luego existo). Si hay algo de lo que no puedo dudar es de mi existencia como res cogitans (sustancia pensante). Este también es el prototipo de toda verdad y certeza, ya qué todo lo que perciba con claridad y distinción, será verdadero. Lo siguiente que puedo afirmar con absoluta certeza son las ideas: adventicias, provienen de nuestra experiencia con el exterior; facticias, construidas con la imaginación; e innatas, ideas con las que nacemos y que son claras y distintas.
Por último, se demuestra la existencia de Dios (res infinita). Dios no puede querer engañarme, porque es perfecto. Así, pasa a ser garantía de certeza y de la existencia real del mundo exterior.
Platón (Problema Realidad, Conocimiento, Ser humano y Moral)
Platón distingue entre dos mundos: el sensible, que está compuesto por seres concretos y materiales, que son sólo una copia de las ideas; y el mundo de las ideas, el cual es un mundo trascendente. Las ideas son la esencia, la verdadera realidad y que son perfectas, únicas, eternas e inmutables.
La relación entre ambos mundos se explica con la teoría de la Participación. Esta teoría dice que los seres del mundo sensible sólo existen dependiendo del grado de perfección en la idea que corresponda, por ello, son múltiples y diversos siendo unos mejores copias que otros de acuerdo con su mayor o menor grado de participación. Esto lo afirma con el mito de Demiurgo.
El mundo de las ideas es el mundo real y en él las ideas se jerarquizan y organizan racionalmente. La jerarquía de las ideas va de las ideas menos generales a las más abstractas. En la cúspide se encuentra la idea de bien, que es a la vez causa y fin de las demás ideas.
Platón distinguirá, como señala en el mito de la caverna, dos modos fundamentales de conocer: la doxa (opinión), el falso conocimiento que proviene de la percepción sensible de los seres concretos del mundo sensible; y la episteme (ciencia), el verdadero conocimiento de las Ideas trascendentes e inteligibles, el conocimiento de la verdadera realidad de las cosas que pertenece al mundo de las ideas y que se obtiene a través de la razón.
Según la teoría de la Reminiscencia, conocer es recordar las Ideas que nuestra alma ya tenía pero ha olvidado: la verdad se recuerda, no se enseña. Esto es posible porque el alma racional, que es su esencia, preexistió en el mundo de las ideas. De allí cayó al mundo sensible, como se explica en el mito del carro alado, y fue atrapada por el cuerpo, la materia, olvidando todo su conocimiento.
Nuestra alma racional sigue un proceso dialéctico, pasando por cuatro grados del conocimiento hasta llegar a la perfección. Comienza con la doxa, que se divide a su vez en imaginación y creencia, supone la percepción de objetos sensibles. A continuación, está la episteme, que a su vez se divide en la razón discursiva (poder razonar), como en las matemáticas, y, por último, el grado máximo, la intelección (intuición intelectual y pura de las Ideas hasta llegar a la idea de bien). Al llegar a la intelección se completa la dialéctica y el conocimiento es total.
Continuación Platón
Platón sostiene el dualismo antropológico: alma y cuerpo son dos sustancias distintas y forman una unión accidental. Ambas están en continua lucha pues el alma pertenece al mundo de las ideas siendo inmortal
y espiritual, mientras que el cuerpo es propio del mundo sensible material y es mortal. Considera que el cuerpo es como una cárcel para el alma, de la que debe liberarse a través del conocimiento hasta alcanzar las ideas y la muerte del cuerpo.
Distinguió tres tipos de alma, que en el mito del carro alado se representaban como el auriga y los caballos que tiran del carro que caerá al mundo sensible. El alma racional (auriga): se sitúa en la cabeza, es inmortal y propia del ser humano, posibilita el conocimiento racional y debe gobernar el desarrollo de las otras dos. El alma irascible (caballo blanco): se localiza en el pecho, es mortal y proporciona la capacidad del esfuerzo, la voluntad y el vigor. El alma concupiscible (caballo negro): está situada en el vientre, también es mortal y ofrece la capacidad del deseo y las pasiones sensuales.
La virtud se fundamenta en el desarrollo de la esencia racional y ,por lo tanto, es universal. Platón distingue tres virtudes de acuerdo a la división del alma: la sabiduría, se consigue con el desarrollo del alma racional; la valentía, se realiza con el desarrollo prudente del alma irascible; y la templanza, que se realiza con el desarrollo prudente del alma concupiscible. Con el desarrollo de las tres virtudes se consigue la Justicia, el orden estable y perfecto de las tres partes del alma, cuando cada parte cumple su función específica.
HUME (Problema Realidad)
Hume llevará a cabo una crítica, detallada por las nociones centrales de la metafísica propia de la filosofía racionalista, principalmente de la idea de causalidad y la de sustancia.
La noción de causalidad es la idea de una conexión necesaria (a priori) entre una causa y un efecto, de manera que se dé la causa, se dará el efecto. Hume la analiza con un ejemplo: en una partida de billar decimos que el movimiento de la bola roja causa el movimiento de la bola azul. Esto es una idea formada por ideas simples. Para cada idea simple encontramos una impresión correspondiente. Excepto la idea de causa. Según el escocés, esta idea está formada a su vez por las ideas de prioridad, contigüidad y conexión necesaria.
Podemos encontrarnos impresiones que den significado a las ideas de prioridad y contigüidad pero no a la conexión necesaria. Como no existen impresiones del futuro, la idea de causa como conexión necesaria no puede ser fruto de impresiones de sensación; es una idea que se produce por el hábito o costumbre de nuestra imaginación de recordar dos sucesos, siempre juntos, llamados causa y efecto. Si tenemos una idea de conexión necesaria, por lo tanto no es porque las cosas estén conectadas a la realidad.
La idea de sustancia es la noción de algo que permanezca invariable por debajo de lo que cambia, implica la existencia de una impresión constante e invariable, cosa que Hume niega rotundamente. Las tres sustancias son negadas. Con respecto al mundo, res extensa, no se puede afirmar que la realidad externa a mi mente sea la causa de mis percepciones, porque yo solo experimento estas, nunca las cosas. Con respecto al yo, no existe una impresión que le corresponda, tan solo un haz de percepciones cambiantes en constante flujo y movimiento unidas por la memoria. Por último, con respecto a Dios, no tenemos impresión de un ser omnipotente y no podemos derivar su existencia de los efectos que vemos en el mundo porque la noción de causa es una conexión imaginaria que une dos sucesos previamente experimentados podemos concluir que la idea cartesiana “Dios es causa del mundo” es inválida.
HUME (Problema Ética)
Como consecuencia de su teoría empirista del conocimiento, Hume, desarrolla una teoría ética denominada emotivismo moral.
Hume comienza señalando que la mayor parte de los filósofos anteriores a él han tratado de fundamentar las normas morales en la racionalidad humana. La razón ha ocupado un papel fundamental desde el intelectualismo moral de Sócrates hasta la creencia escolástica en una ley natural que todos podemos conocer gracias a nuestra inteligencia. Hume es contrario a este punto de vista.
Para él, la ética no se basa en la razón, pues sólo ésta es capaz de explicarnos cómo son las cosas, pero no puede proporcionarnos las normas que nos dictan cómo tiene que ser. Este salto de la razón “del ser al debe ser” es señalado como ilegítimo por Hume, más adelante se conocerá como falacia naturalista. La moral no describe la realidad, sino que nos indica cómo hemos de actuar y cuáles son las normas que tenemos que seguir.
La ética no tiene su fundamento en la razón, sino en los sentimientos y emociones, que experimentamos cuando nos encontramos frente a una acción humana. Algunas acciones nos producen un sentimiento interno de satisfacción, mientras que otras un intenso rechazo. Las acciones que consideramos moralmente buenas son las que nos producen un sentimiento de aprobación, mientras que las moralmente malas nos producen rechazo.
Hume pensaba que todas las personas compartimos una misma naturaleza humana, lo que permite crear normas éticas universales.
Entre todos los sentimientos que compartimos los humanos, está el egoísmo que nos ayuda a sobrevivir, pero ésta no es la única motivación que sentimos. En nuestro interior también hay emociones que nos incitan a cooperar y ayudar desinteresadamente. Simpatía junto a la benevolencia y el deseo de ser útiles. Estos sentimientos naturales, son el fundamento de la moralidad y la base de nuestra vida en sociedad. Se distinguen por su utilidad, ya que es mucho más provechoso convivir con los demás que tratar de sobrevivir aisladamente.