Problemas de la Sociedad en Aristóteles
Aristóteles creía que el Estado era esencial para alcanzar la felicidad, el bien supremo del hombre. El Estado proporcionaba un marco para una vida virtuosa, ajustada a la razón y la justicia.
Aristóteles veía al Estado como una creación natural, no convencional. El lenguaje, un don de la naturaleza, indicaba que los humanos estaban destinados a la vida social y política.
Aristóteles dividió la sociedad en amos (ciudadanos libres) y esclavos. Los amos tenían libertad y participaban en los asuntos públicos, mientras que los esclavos eran instrumentos animados que realizaban trabajos corporales.
Problemas del Conocimiento en Aristóteles
Aristóteles creía que el deseo de conocer era parte de la naturaleza humana. El conocimiento humano no se basaba en la percepción, sino en la ciencia, un conocimiento basado en conceptos universales.
El alma racional era responsable de adquirir este conocimiento. Comenzaba con la experiencia, que reunía sensaciones almacenadas en la memoria. La abstracción permitía alcanzar la universalidad necesaria para la ciencia.
Aristóteles veía el intelecto como una»tabla ras» que debía llenarse con información de los sentidos. El intelecto paciente recibía sensaciones, mientras que el intelecto activo las transformaba en conceptos universales.
Problemas Éticos en Aristóteles
La ética aristotélica era eudemonista, buscando la felicidad como el bien supremo. La felicidad no se alcanzaba a través de la vida activa o el placer, sino mediante la vida teorética o contemplativa.
La búsqueda del conocimiento, que implicaba el ejercicio de la razón, se asemejaba a la actividad de los dioses. Sin embargo, la contemplación requería tiempo y recursos, lo que hacía que la felicidad completa fuera difícil de alcanzar.
Además de las virtudes intelectuales, Aristóteles identificó virtudes éticas como la valentía, la templanza y la justicia. Estas virtudes eran disposiciones que debían cultivarse para elegir siempre el término medio entre extremos indeseables.
Dios en Descartes
Descartes se centró en Dios en su tercera Meditación Metafísica. Dudó de todo, incluso de la existencia de Dios, pero no pudo dudar de su propia existencia como sujeto pensante.
Descartes argumentó que la idea de un»ser infinitamente perfect» (Dios) no podía haber sido creada por el sujeto, que se conocía a sí mismo como finito e imperfecto. Por lo tanto, Dios debía haber puesto esta idea en el sujeto.
Dios, como sustancia infinitamente perfecta, no podía ser engañoso. Por lo tanto, garantizaba la existencia del mundo exterior y la veracidad del conocimiento que se ajustaba a las reglas del método.
El Hombre en Descartes
Descartes propuso un dualismo antropológico, distinguiendo entre el alma (inmortal, simple e indivisible) y el cuerpo (una máquina compleja construida por Dios).
El alma y el cuerpo eran independientes y no necesitaban el uno del otro para existir. La glándula pineal conectaba ambas sustancias a través de los»espíritus animale».
Descartes creía que las pasiones del alma eran causadas por el cuerpo sin intervención de la voluntad. Sin embargo, el hombre podía controlar sus pasiones mediante el libre albedrío y la razón.
Ética en Hume
Hume buscaba fundar una ciencia moral basada en la experiencia. Criticó la razón como fundamento moral, argumentando que no podía influir en las acciones.
Hume propuso que el sentimiento moral era el fundamento de la moral. Los principios morales carecían de efecto práctico sin un sentimiento de aprobación o reprobación.
Los sentimientos morales se basaban en juicios de valor, que a su vez derivaban de juicios normativos. La adquisición de sentimientos morales requería educación y discernimiento.
El fundamento de las virtudes morales era el beneficio para toda la humanidad. Las virtudes sociales que constituían un buen carácter despertaban un sentimiento de agrado y aprobación.
El Hombre en San Agustín
San Agustín sostenía un dualismo platónico, con el alma como un principio racional y espiritual superior al cuerpo. El alma era la»imagen de Dio» en el hombre, inmortal, simple e inmaterial.
Agustín rechazó la transmigración del alma y mostró ambigüedad sobre su origen, inclinándose hacia el creacionismo o el traducianismo.
Dios dotó al hombre de libre albedrío para elegir entre el bien y el mal. El comportamiento determinaba la integración en la ciudad de Dios (amor fraterno) o la ciudad terrenal (ambición y egoísmo).
Conocimiento en San Agustín
San Agustín creía que el verdadero conocimiento se encontraba en el interior, no en el mundo externo cambiante. En el alma, encontró sensaciones y reglas eternas que no podían provenir del mundo o del alma misma.
Estas reglas eternas solo podían provenir de Dios, quien iluminaba el alma con su luz infinita. El conocimiento verdadero requería la garantía de Dios.
Ética en San Agustín
Agustín explicó el mal como una ausencia de bien, no como una entidad creada por Dios. El hombre era libre de elegir entre Dios y el mal.
El pecado original corrompió la naturaleza humana, pero la gracia de Dios podía redimir al hombre. La felicidad perfecta solo se encontraba en la unión con Dios.