Filosofía y Cristianismo: Pilares de la Civilización Occidental
La filosofía griega y el cristianismo constituyen los dos pilares fundamentales sobre los que se construyó la civilización occidental. El encuentro entre ambos se produjo en el siglo I de nuestra era, cuando la filosofía pasó a compartir el protagonismo con una doctrina de salvación universal.
El cristianismo no puede ser considerado una filosofía porque no es una explicación puramente racional de la realidad ni una sabiduría práctica en sí misma. Sin embargo, incluye elementos de ambas y añade un componente nuevo que no estaba presente en la filosofía: el cristianismo es, ante todo, una doctrina de salvación.
El Nuevo Orden Cristiano
El objetivo de la filosofía es encontrar una explicación racional del mundo. Para lograrlo, elabora un sistema de conceptos abstractos.
El cristianismo, en cambio, es una religión revelada cuyo fin no es la comprensión intelectual del mundo, sino la salvación del ser humano. Ofrece un camino hacia Dios que, más que comprendido, debe ser recorrido en la práctica.
A diferencia de la filosofía pagana, para la religión cristiana el sentido de la vida no se sitúa en un plano natural, sino en el sobrenatural. La naturaleza es aquello que el hombre o el mundo tienen por sí mismos, por su propia esencia. En cambio, el orden sobrenatural es exclusivamente un don de Dios. La salvación que propone Cristo pertenece a este orden.
Esta doble dimensión (natural y sobrenatural) es explicada por los filósofos cristianos a partir de la creación del mundo y del ser humano. Dios es el creador de todas las criaturas. Por la primera creación, cada ser humano está dotado de alma y cuerpo de una manera natural. Tener cuerpo o disponer de razón son hechos naturales porque corresponden al hombre según su propia esencia. Pero, además, para el cristianismo hubo una segunda creación, ya que Dios no solo creó al hombre, sino que inmediatamente lo elevó a la condición de hijo, haciéndolo partícipe de su naturaleza divina.
Aportaciones del Cristianismo al Debate Filosófico
- Monoteísmo: El cristianismo difundió un monoteísmo sin concesiones. La idea de la existencia de un Dios único supuso la restricción del concepto de lo divino únicamente a ese Dios. Además, la frontera entre la trascendencia y la inmanencia quedó claramente trazada.
- Creacionismo: El origen del universo. Antes del cristianismo, predominaba la idea de una construcción del cosmos, pero siempre como la ordenación de una realidad, una materia originaria que experimentaba un proceso de transformación, fruto del cual surgiría el mundo conocido. En contraposición, el cristianismo difundió la idea de que Dios creó el mundo de la nada (ex nihilo). La Creación es un acto de la voluntad divina por el que Dios, que es el Ser, otorga el ser a todo aquello que crea.
- Omnipotencia divina: Las leyes que gobiernan el cosmos son una obra divina ajena a cualquier forma de determinismo. La filosofía surge cuando los acontecimientos naturales pasan a ser explicados por medio de la necesidad natural, en lugar de a través de la voluntad divina.
Las Verdades Cristianas
Para la revelación cristiana, al igual que existen dos tipos de orden (natural y sobrenatural), también existen dos tipos de verdades: las verdades de orden natural y las verdades sobrenaturales.
Las verdades de orden natural son alcanzadas por la razón por sí misma. Así, aunque la omnipotencia, el creacionismo o la unicidad de Dios sean verdades reveladas al ser humano, la razón natural puede conocer por sí misma que Dios existe, que ha creado el mundo o que gobierna la vida de los hombres.
Las verdades sobrenaturales o misterios de la fe exceden la capacidad natural de la razón, por lo que no podrían conocerse si Dios no las hubiera revelado. Hablamos, por ejemplo, del misterio de la Trinidad (Dios, que es uno, subsiste en tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo) o del misterio de la Encarnación (Dios Hijo se hizo hombre para redimir a los hombres mediante su muerte en la cruz y su resurrección).
Los Comienzos de la Filosofía Cristiana
Entre los primeros cristianos hubo cierto rechazo a la filosofía griega. No veían en Jesús a un filósofo al que seguir, porque no argumentaba sus afirmaciones apoyándose en la razón, sino en un conocimiento superior propio del Hijo de Dios.
El nacimiento de la filosofía cristiana se produjo por dos causas diferentes:
- La defensa de la doctrina. Los cristianos sintieron la necesidad de defender su doctrina de las críticas de los filósofos griegos.
- La profundización en el conocimiento. Algunos sintieron la necesidad de ahondar en el conocimiento de las doctrinas que previamente habían aceptado por la fe.
Modelos de Relación entre Fe y Razón
Se propusieron cuatro modelos que explican esta relación:
- Modelo Iluminista: Defendido por Agustín de Hipona, no traza con claridad las fronteras entre los ámbitos respectivos de la fe y de la razón, pero establece su ayuda mutua. La fe es el principio de la verdadera sabiduría y es la luz que ilumina, desde dentro, a la razón. Por su parte, la razón prepara la aceptación de la fe.
- Modelo Racionalista: Sus más claros representantes son los averroístas latinos del siglo XIII. Para ellos, la verdad está expresada en la fe según una forma imaginativa e imperfecta. En cambio, la filosofía expone la verdad de una forma completa y madura, es decir, racional. Así se explicarían, según este modelo, las contradicciones entre las imágenes religiosas y las ideas filosóficas sobre la realidad.
- Modelo Distributivo o Ponderado: Postulado por Tomás de Aquino, mantiene que la razón se subordina a la fe, pero tiene también un espacio autónomo. La filosofía no equivale a la teología, no precisa partir de la verdad de fe, puesto que la razón puede alcanzar en su propio orden los principios naturales de la realidad y el conocimiento.
- Modelo Fideísta: Defendido por Guillermo de Ockham, sostiene la absoluta preponderancia de la fe sobre la razón en todo lo relacionado con la divinidad y el ámbito de lo sobrenatural, en la medida en que mantiene un amplio escepticismo sobre el alcance de la razón humana.